Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Macri, entre los deseos y la realidad

La columna dominical de Eugenio Paillet, correponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

    "Tenemos datos buenos y otros no tanto, vamos a hacer campaña con los datos buenos, lo otro irá mejorando de aquí a julio". De ese modo se sinceraba en las primeras horas del nuevo año un funcionario con acceso a los planes que se tejen por estos días en el macrismo para que la reelección de Mauricio Macri deje de ser un dolor de cabeza que preocupa, y de ese modo volver a la zona de bienestar que los albergaba allá por marzo o abril de 2018.

    Ese pensamiento, al que no es ajeno el presidente mientras barrunta su futuro en el sur, se traduciría en cuatro o cinco líneas de acción que tienen el propósito de suplir con datos un poco más esperanzadores la realidad que hoy los golpea: la economía sigue en picada y los indicadores de la fuerte caída de la actividad industrial y de la construcción en noviembre alcanzan para muestra. Se traduciría de la siguiente manera: si no hay buenas noticias para dar por ese lado, como no sea el dólar estable o la levísima baja del riesgo país que es tan determinante para orejear cómo nos ven los inversores y los mercados extranjeros, "hablemos de otra cosa".

    Que, vale señalar, tampoco implica una solución mágica que pueda torcer la opinión de los observatorios que miden el pulso ciudadano en torno a la economía o la situación social. Y que en sus últimas mediciones demuestran casi sin variantes que si bien Macri logró recuperar algunos puntos de imagen en los dos últimos meses, su nivel de rechazo sigue alto y la confianza de los votantes, aún los que se declaran partidarios de Cambiemos, no se ha movido del piso-techo del 30/35 %. Solo un par de puntos más, es bueno recordar, que los que registra Cristina Fernández con toda su carga de rechazos y condenas por su amenaza de volver al populismo o las causas de corrupción que en estos meses la tendrán más cerca de Comodoro Py que de los palcos de la campaña.

   Sir ir más lejos, el de cargar contra "la espantosa corrupción" pasada, y apostar definitivamente a ahondar la grieta, será uno de aquellos ejes de campaña. Lo hizo Macri durante su paso de esta semana por Bariloche para inaugurar una obra de gas. Es curioso, pero revela aquella estrategia de "ganar con lo que hay". El presidente no es la primera vez que habla de la corrupción del gobierno anterior. Y no será la última. Pero el aparato de comunicación de la Casa Rosada logró por una vez que el tema sea tratado por los medios casi como el lanzamiento de la campaña electoral del oficialismo, justamente con eje en esa cuestión.

   El "Masterplan", como lo llaman en algunos despachos, sumará dichos y gestos en torno a la lucha contra la inseguridad, pese a que en recientes encuestas sobre las preocupaciones ciudadanas el tema figura en quinto lugar detrás de la inflación, el desempleo, los bajos salarios y otros males de la economía de bolsillo. Pero allí está la primera de las decisiones que apuntan en esa dirección, como es la compra de pistolas Taser por parte del ministerio de Patricia Bullrich. No son inocentes los estrategas: el ruidoso debate en la campaña del gobierno con el cristinismo y los partidos de izquierda por ese giro hacia la "bolsonarización" de las políticas de seguridad está asegurado.

    Otro eje: la promesa de bajar la inflación a niveles más terrenales, si se le puede llamar así a un índice que según el propio gobierno estará en 2019 en alrededor del 28 %, un par de puntos menos que lo que pronostican los analistas. Altísimo por donde se lo mire, si se recuerda que los países normales tienen un 2/3 % de inflación anual. Claro que en tiempos de vacas flacas, el macrismo puede pretender que es una buena noticia que los argentinos se acostumbren a vivir con una inflación de dos dígitos.

    Un país absolutamente inviable sobre el que justamente han advertido los inversores de Wall Street la última vez que Nicolás Dujovne pasó por Manhattan. El optimismo a prueba de balas dice que la inflación y en general las penurias de los ciudadanos comenzarán a ceder allá por abril y mayo, pero que al culminar el primer semestre, justo un mes antes de las PASO, las cosas podrían verse desde otra perspectiva. De hecho bastante mejor, según ellos, que la actual mirada entre hosca y enojada de los votantes propios y potenciales. Apuestan de hecho a la continuidad del dólar estable y a hacer la vista gorda cuando los gremios se sienten a discutir paritarias a partir de marzo.

    Otro de los ejes del plan es la obra pública. Habrá inauguraciones en todo el país, sin distinción de banderías, prometen. Un anticipo son las visitas que el presidente realizará a la emblemática Santa Cruz, y a Tierra del Fuego. Nunca había pisado esos territorios siendo mandatario. Después, no más allá de su regreso de Brasilia para la reunión con Bolsonaro, iniciará una larga gira que se estirará hasta julio. Rogelio Frigerio, dicen, ya le tiene preparada una carpeta con miles de obras en marcha para que Macri vaya y corte cintas. Todo un símbolo de que el país irá saliendo, dicen los estrategas.

   Macri debería mirar también su patio trasero. Vidal sigue estudiando si le conviene desdoblar las elecciones para no perder la provincia en octubre por la mala imagen de Macri. Carrió, que dejó en veremos su cita con Peña, está más afuera que adentro de Cambiemos. Y los radicales se salen de la vaina por denunciar un acuerdo Macri-Schiaretti en Córdoba.