Bahía Blanca | Sabado, 11 de mayo

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Son cada vez más los presos con tobilleras electrónicas en Bahía

El excedente de presos en las unidades bonaerenses, del orden del 40%, y la fuerte intervención en tecnología tienen incidencia en esta situación.

El Centro Integral de Monitoreo centraliza toda la información en La Plata

   Juan Pablo Gorbal / jgorbal@lanueva.com

   El miércoles 28 de marzo, sobre las 20, Miriam Emilce Vaca Guevara asaltó un negocio en 10 y 49 de La Plata. Con dos armas -un revólver 38 y una réplica de pistola-, redujo a una vendedora y se llevó dinero y un celular con rastreo satelital, que le sirvió a la policía para detenerla a los 100 metros. 

   La sorpresa fue grande cuando descubrieron, a través del cotejo de huellas, que la mujer -de 37 años y expolicía exonerada de la fuerza- debía estar bajo arresto domiciliario con tobillera electrónica. Y más llamativo aún fue cuando llegaron a su casa y descubrieron que se la había quitado para colocársela a su perro caniche. 

   Desde el Servicio Penitenciario Boanerense (SPB) aseguran que se trata del primer hecho de estas características en más de 15 años y que se investiga al instalador. Todo parece indicar que la colocación de la pulsera fue irregular y por ese motivo no reportó alertas a la central de monitoreo. 

   Las autoridades coinciden en que el sistema es efectivo porque tiene, apenas, el 3% de quebrantamiento. Y que solo la mitad de ese porcentaje se mantiene en fuga.

   Su uso se multiplicó en la provincia de Buenos Aires, no solo por su efectividad tecnológica, sino por una necesidad incontrastable de descomprimir las cárceles: las 56 unidades del SPB tienen un excedente de más de 10 mil presos entre los casi 40 mil que hoy las pueblan.

   "La técnica mejorada y el incremento de la población carcelaria", reconoce, como dos factores decisivos para su auge, el inspector general Horacio Falcone, director general de Coordinación del SPB.

   La política criminal -que llevó a una tasa de recambio de +3.500 cada año (entre los que entran y salen del servicio)- y la demora en la construcción de cárceles, por su alto costo, obligan a recurrir a estas alternativas.

   Hoy existen 1.813 presos en toda la provincia que son controlados con tobilleras, cuando en 2015 eran 974.

   Y en la ciudad se dio el mismo incremento progresivo: de 20 casos en 2015, se pasó a 40 (2016), 45 (2017) y 51 en la actualidad.

   En lo que sí hay diferencia es en el género, ya que en la provincia 78% son hombres y en Bahía ese porcentaje baja a 65% y también en la situación jurídica, porque en el orden general apenas el 19% de los que usan tobilleras tiene pena firme, mientras que en nuestro departamento judicial ese índice llega al 53%.

   De las 18 mujeres que están en esta condición en Bahía, 16 tienen un familiar a cargo y lo mismo sucede en 24 de los 33 casos masculinos.

   El control lo reciben no solo aquellos con prisión domiciliaria, sino los que tienen salidas transitorias, ya sea por trabajo, estudio o cuestiones sanitarias.

Son 10 las señales que emiten alerta

   El sistema de monitoreo de presos con tobilleras electrónicas calificó con las normas ISO 9001:2015 en certificación de gestión de calidad, auditado por expertos de IRAM.

   "Realmente funciona muy bien", asegura Falcone.

   Se trata de un aparato fijo, ajustado al tobillo del detenido, que permite la comunicación permanente con el Centro de Monitoreo, que funciona en La Plata, para saber dónde están los detenidos. 

   El aparato, que tiene una vida útil de unos dos años -la unidad fija de la batería dura 18 meses- es de plástico sumergible y resistente al agua, es liviano e hipoalergénico, sin presentar interferencias en cuestiones de salud.

   "Consta de dos versiones: una unidad de monitoreo residencial y el centro donde se recibe la información, que está conectado a través de la red telefónica fija o de un celular, siempre que exista buena señal", explica el inspector.

Envían cada vez más presos del conurbano a la cárcel de Bahía

   En los últimos tiempos se introdujo al sistema la unidad de Rastreo Satelital, que permite monitorear al preso fuera del domicilio por razones de salud, trabajo o estudio. El GPS establece su posición en tiempo real.

   "Esto permite saber la ubicación, dirección, velocidad y altura actual del detenido y configurar zonas obligatorias de alerta o prohibidas", advierte Falcone.

   En el centro de monitoreo hay personal las 24 horas. Cuando se activa un alarma, avisan al 911 y al juez de la causa del imputado.

   Según el protocolo, existen 10 señales de alerta: 1- salió en horario no permitido (puede ser por trabajo o estudio), 2- falta mensaje de supervisión (la central de la vivienda tiene un chip que manda señales periódicas y automáticas a la central), 3- falta de energía (la batería dura 48 horas), 4- apertura o corte de pulsera, 5- no detección de cuerpo, 6- caja del aparato inclinada (cuando es movido el aparato instalado en una vivienda), 7- batería de pulsera baja, 8- detección de una pulsera adicional, 9- no egresó y 10- regresó tarde.

   "En el Departamento Judicial Bahía Blanca no hubo quebrantamientos con tobilleras con GPS y el valor es muy alto en toda la provincia", asegura la autoridad del SPB.

Qué hacen en el domicilio, es otro cantar 

   La tecnología de la tobillera puede controlar de manera eficiente la presencia de un detenido con prisión domiciliaria, aunque nada impide que dentro de su ámbito privado el acusado siga vinculado al delito. ¿De qué forma? Por ejemplo, mediante la venta de drogas.

   El año pasado se descubrieron al menos dos casos de estas características.

   Uno fue el 12 de febrero, cuando la policía, en el marco de una serie de allanamientos antidroga, sorprendió a Federico Jonathan Longiarú relacionado con esa actividad, mientras se encontraba preso en su casa. En ese lugar se secuestraron estupefacientes, elementos para corte y pesaje y dinero en efectivo.

   Longiarú gozaba de arresto domiciliario debido a las secuelas físicas que le provocaron dos heridas de bala en medio de un tiroteo con la policía, tras asaltar una distribuidora en la ciudad. Además, en su contra existen no menos de 10 causas en los últimos 13 años.
Conocida esta situación, volvió a la cárcel.

   En octubre pasado se detectó, en circunstancias similares, a Abel Martínez, quien también tenía colocada una tobillera electrónica. Se acusó al hombre de formar parte de una banda dedicada a la venta de drogas. Lo atraparon en la vivienda de Chile 3001, cerca de una cancha de fútbol 5 frente a la cual 2 menores hacían las veces de "soldaditos".

   Personal de la DDI, según el comunicado, atrapó a Martínez en momentos que fraccionaba cocaína. En la mesada encontraron 37 envoltorios que contenían un gramo cada uno de esa droga, un blister de medicamentos y 25 gramos de marihuana. También secuestraron 3 revólveres, 2 pistolas, 70 municiones, un pasamontañas, 4 celulares y 3.000 pesos.

   El hecho de que estén obligados a no moverse de su vivienda -por el monitoreo- para muchos detenidos con prisión domiciliaria es una "salida laboral" formar parte de organizaciones dedicadas a la venta de drogas. Sus casas pasan a operar como "quioscos". Este tipo de situaciones no solo se han descubierto en nuestra ciudad, sino también en el Conurbano, La Plata y Mar del Plata.

Presos que llegan desde afuera: por ahora, más intenciones que medidas

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