Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Cristina, en el centro de las miradas

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Todos hablan de Cristina Fernández. Pareciera, sin ir más lejos, que el resultado de las elecciones presidenciales del año que vienen gira casi exclusivamente en torno a ella. Qué hará, si competirá o se preservará, a quién bendecirá en ese caso, si propondrá una amplia coalición peronista bajo el lema "todos adentro, nadie afuera" , con el único y declarado propósito de derrotar a Mauricio Macri.

   Cristina disfruta de esa centralidad, tan afín a su personalidad y a su desmesurado ego demostrado en sus ocho años al frente del poder, que hasta celebra con catarata de tuits las nuevas amenazas judiciales que se ciernen sobre su cabeza. Y sobre su libertad ambulatoria.  Tanto, que se permite cometer la infantilidad de atribuir sus nuevos procesamientos por la causa de los cuadernos y los hoteles de su familia a una imposible asociación entre el Gobierno, el "partido judicial" y los "medios hegemónicos". 

   No cabe en su cabeza, tan centralizada, que el periodismo disponga de buenas fuentes judiciales que les permitieron anticipar en algunos días lo que se estaba cocinando en el despacho del juez Bonadío y en la ratificación de sus acusaciones contra la doctora por ser jefa de una asociación ilícita que hizo la Cámara Federal porteña. Para Cristina ocurrió al revés: Macri, Clarín y La Nación le dictaron el fallo a los camaristas que convalidaron el pronunciamiento de primera instancia. 

   En el Gobierno todos hablan de Cristina. Y, en el colmo de esa casi desesperación por mantenerla bien alto en el centro de la escena, hasta la ponderan. Resultan antológicos los elogios que le ha dispensado en los últimos días Jaime Durán Barba, que poco menos que le atribuye a la expresidenta las chances de ganar en primera vuelta en octubre de 2019. Si hasta María Eugenia Vidal hizo su aporte, más impensado todavía, cuando valoró su "rol de mujer en la política", lo que hizo que ella fuese "mejor gobernadora".

   Muy pocos, si acaso algunos en el mundo de la política y el periodismo, ignoran que la estrategia del consultor ecuatoriano, en sociedad con Marcos Peña y con la venia de Macri, pasa por levantar todo lo que se pueda el perfil de Cristina para ubicarla como la rival excluyente de Cambiemos dentro de diez meses. Ya lo dijo Sergio Massa aunque no descubrió la pólvora: "El Gobierno le mete anabólicos a las encuestas sobre intención de voto de Cristina". 

   Claro que ese "apoyo" del macrismo a la candidatura de Cristina tiene su doble fondo, como en los trucos más elementales: evitar por un lado cualquier amago de unidad de todo el peronismo detrás de su figura, o con otro candidato que cuente con su bendición aunque ella sea entre bambalinas la que maneje los hilos. Ya lo ha dicho no con poca razón uno de los estrategas políticos de la Casa Rosada: "mirado objetivamente, si tenemos que enfrentar a todo el peronismo unido detrás de un solo candidato, nos pueden hacer un hueco...". La otra pata de la urdimbre que no se ve en la escena es meter miedo en la sociedad, en los empresarios  y en los potenciales inversores sobre una posible vuelta al "peor populismo chavista y revanchista" que sobrevendría en el país si Cristina regresa el año que viene a la Casa Rosada.

   Pequeño detalle sería mencionar que en el Gobierno, y en un plano más amplio de Cambiemos, empezando por el radicalismo, no todos están de acuerdo con la estrategia de "levantar" a Cristina en las encuestas. Hay quienes lo consideran un paso altamente riesgoso en momentos en que la doctora se mantiene como la dirigente opositora más votada si las elecciones fuesen hoy, en un empate técnico con Macri, y en algunos casos un par de puntos por encima del presidente, según los sondeos.

   Peor todavía, advierten, el humor social ha mutado de mal en peor frente a un Gobierno que no le encuentra la vuelta a la economía de bolsillo, y que rendido ante la evidencia lo único que propone es más paciencia y aguante, al menos hasta que culmine el primer semestre de 2019. "Todavía nos faltan meses muy duros", reconoció el propio Macri ante los obispos de la Conferencia Episcopal.

   Queda como recurso para enderezar aquellos ceños fruncidos el mensaje con el que ahora el Gobierno busca  recuperar imagen (y votos) ante el tejido social: el riesgo país récord que nos coloca en el mismo club que Venezuela, Zambia y Mozambique no obedece tanto a la desconfianza que genera el Gobierno de Macri sino al temor de un regreso de Cristina. La dupla Durán Barba-Peña siempre tendrá un nuevo conejo para sacar de la galera.

   El peronismo también habla de Cristina. Habla el senador Pichetto para reafirmar que el Senado no le quitará los fueros a menos que exista sentencia firme de las causas que la embretan. En Alternativa Federal, la tercera fuerza que busca instalar el antikirchnerismo con Pichetto, Massa, Schiaretti y Urtubey como socios fundadores, anhelan que la doctora derrape y no sea candidata.

    Saben que de lo contrario ninguno de ellos tiene chance. Ahora le proponen, aunque más le sugieren con medias palabras, que acepte ser parte de un panperonismo institucional, democrático, pero sólo como parte "en modo Heidi" de ese armado. Nunca como la dueña. Es lo que sin decirlo quiso decir Massa el jueves. O como pide Manzur: "Con un nuevo liderazgo, pero con todos adentro".

   Desde sus oficinas del Instituto Patria, donde recibe cada vez a más ovejas descarriadas, o desde la placidez de El Calafate, Cristina goza de su centralidad. Macri también, susurran a su lado.