El libro de las historias desconocidas de la provincia

Redacción de La Nueva.

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Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com.ar

   “El libro ilumina caminos que están olvidados, y trata de homenajear familias y personajes que negociaron -y aún lo hacen- con el horizonte; el lector se va a enterar de cosas que pasan a su alrededor”.

   Leandro Vesco recayó en el sudoeste bonaerense hace algunos años con su Proyecto Pulpería y la idea de revitalizar aquellos pueblos perdidos y en vías de extinción bajo el brazo, creando centros comunitarios y culturales. Con esa utopía como norte vino hacia el sur, donde recorrió parajes casi olvidados y consiguió que muchos de ellos volvieron a figurar en el mapa bonaerense.

   Conoció las heladas pampeanas, soportó la época de lluvias y la de sequía, supo de lugares en los que el silencio es lo único que queda, se maravilló con la luz de las estrellas en una noche mansa de verano y mojó sus pies llenos de polvo viajero en las aguas de la costa atlántica del sur bonaerense mientras el sol caía a sus espaldas.

   Mientras tanto, preguntaba, repreguntaba y escribía.

   A su declarado amor por las pulperías y almacenes de ramos generales, y todo lo que ellos significaron como punto de encuentro social de muchas poblaciones rurales, le fue sumando la historia de su gente. Cuando no estaba arriba de un colectivo o de una camioneta trasladándose de un lugar a otro, pasaba incontables horas sentado en pequeñas mesas de madera junto a una ventana disfrutando del paisaje rural, hablando con quien quisiera contarle una historia.

   Así, a través de mates, aperitivos, galletas de campo, chorizos secos y asados, fue descubriendo desconocidos actores de la vida de estos parajes y, de yapa, relatos casi olvidados para el común de la gente.

   De eso, justamente de eso, se trata su Desconocida Buenos Aires, secretos de una provincia, un libro surgido desde los intestinos mismos de las costas y pampas bonaerenses, en el que el periodista y escritor recrea diversas historias publicadas por él en medios periodísticos y las plasma en un formato más literario.

   “El libro cuenta con 60 historias mínimas de pulperías, lugares marítimos, asados y comida criollas, personajes, lugares turísticos y pueblos que se quedaron solos -cuenta Vesco a La Nueva.-. Muchos de estos capítulos transcurren en el sudoeste bonaerense, en la zona de influencia de Bahía Blanca”.
Las narraciones, todas verídicas, tienen como escenario natural a poblaciones y distritos como Patagones, Villarino, Puan, Pigüé y Adolfo Alsina, entre otros.

En Gascón, donde con su ONG ayudó a la activación del turismo rural y el repoblamiento del pueblo.

   “En el libro hago foco en el sudoeste bonaerense, que es mi zona favorita de la provincia. Son historias interesantes, que se conocen o se han sentido nombrar, en base a notas que hice en los últimos diez años”, dice.

   Para Vesco, el sudoeste es todavía un lugar de frontera, con sentido de pionerismo muy notable y familias emprendedoras que están haciendo un trabajo muy importante.

   “Más allá de las 60 historias publicadas, me quedaron muchas en el tintero. Es un libro guía con varios recorridos, ideal para aaquellos que quieran aventurarse a lugares desconocidos”, asegura.

Perdiéndose en los caminos rurales

   En el texto, a diferencia de sus viajes, en los que ama “perderse en un camino rural hasta llegar a destino, apostando a la intuición y los mapas, y olvidándose del GPS”, el escritor busca dar un orden temático a las historias.

   “Está compuesto de seis partes: Personajes, que están en la soledad del campo y que representan el ADN de la identidad bonaerense; Aldeas Marítimas, pueblitos a la orilla del mar con muy pocos habitantes, cuando a Buenos Aires se la intuye como una provincia pampeana, en la que el horizonte interminable parece ser la única postal permitida, y Comida Criolla y Comedores Rurales, donde todavía es posible comer alguna comida típica, con recetas de inmigrantes”, dice Vesco, para quien la gastronomía construye y preserva la identidad de estos lugares. 

   También hay un capítulo dedicado a aquellos “pueblos que se quedaron solos, que tuvieron muchos habitantes y hoy están peleando por permanecer en la cartografía”.

Las pulperías, el motor y punto de encuentro de los pueblos.

   “También recreo la Ruta de los Últimos Almacenes y Pulperías, donde rescato las pulperías que no son tan conocidas popularmente, y por último hablo de Pueblos con Tranqueras Abiertas, que están abiertos a turismo rural”, relata.

   El libro, publicado por editorial El Ateneo, cuenta con el prólogo del periodista Mario Markic.