Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Lito Fruet: ese ídolo, tan humano

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Fruet fue alma y vida del Museo del Deporte de nuestra ciudad. Desde la Asociación de Amigos de esa entidad fue dando forma a un espacio que hoy tiene ganado un lugar y que seguramente nadie le quitará jamás.

Fue ese lugar el que me permitió conocerlo, tratarlo y tener la singular experiencia de compartir momentos con alguien que para mí tenía dimensión de ídolo, de leyenda.

En ese trato diario encontré a una persona extrovertida, amena, de buen carácter, abierta a la charla, a la sonrisa, a moverse como si no midiera lo que para cualquier bahiense significaba "Lito Fruet".

He escrito algunas historias de su carrera deportiva, entusiasmado con las crónicas deportivas que destacaban de su garra, su temple, su esfuerzo. Su modesto metro 87 para jugar abajo del aro y hacerse dueño de todos los rebotes, su calidad e "Gran Capitán".

Cada vez que tenía oportunidad de encontrarlo, su saludo me cohibía, me llevaba unos minutos superar la barrera de estar frente a semejante referente deportivo. Después estaba el hombre. Con aquella fuerza de la cancha reconvertida en gestos, sonrisas, palabras y afecto.

Entre tantas historia, elijo aquella de su retiro del basquet, en 1972.

En cancha de Olimpo, una final por el título, frente a Estudiantes. Fruet ya estaba considerando su retiro. En ese partido le tocó convertir el último doble, el que le dio el triunfo al aurinegro, y cuando Estudiantes buscaba el empate él les robó esa pelota. Así se retiró: campeón, autor del doble ganador, dueño de la última bola. Pero además tuvo un gesto adicional: le pidió la casaca a Cabrera y se la colocó. "Me retiro con la camiseta del más grande", dijo.

Seguramente compañeros, amigos y entendidos del deporte hablarán de sus logros. Yo escribo desde un lugar más modesto. De la persona que lo admiró y lo quiso y que se sintió particularmente gratificado de sentirlo tan humano y accesible.

Si existen hechos que hacen más pobre a la ciudad, la partido da Lito es uno de esas. Posiblemente, con el el tiempo, descubriremos que su existencia la hizo mucho más rica.