Testigo del debut de Lautaro

Redacción de La Nueva.

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   Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com

   Tuve la suerte de hacer la cobertura para el diario y ver debutar a Lautaro Martínez en la Primera de Liniers. Una fría tarde del jueves 16 de mayo de 2013 en la Avenida Alem.

   Lauti era uno de los tantos valores surgidos de las inferiores albinegras que aguardaban su momento en el banco de relevos.

   Una semana antes, en Cabildo, le había tocado a Ezequiel Dindart (hijo de Guillermo y categoría '94), pero todas las miradas estaban posadas en ese delantero que venía haciendo ruido en inferiores.

   Se trataba del hijo de Pelusa Martínez (de dilatada trayectoria en la Liga el Sur), un gurrumín de la categoría '97. Sí, con apenas con 15 años y 8 meses ya estaba a punto de debutar en Primera en la Liga del Sur.

   En la previa, Lauti lucía algo nervioso y un tanto avergonzado por el corte de pelo al que había sido sometido sin contemplaciones por Iubatti y el arquero Luján. Derecho de piso, obligatorio para todos. Justo en el medio de la bocha, con puñados de pelos cayendo hacia los costados. Parecía un veterano de mil batallas; nada más lejos de la realidad.

   El Chivo perdía 2-0 ante Comercial y la pasaba mal. Pero recuerdo una jugada en la mitad de la cancha, tras un saque de arco rival, el recién ingresado Lautaro Martínez la bajó de cabeza para Iván López y salió disparado a buscar la descarga. La acción no prosperó, pero llamó la atención la velocidad y precisión que tuvo para resolver.

   Y digo llamó la atención porque unos minutos después se repitió la escena, cerca del área de Comercial. Un corto despeje de un defensor comercialino, Iván López la baja de cabeza y Lautaro, con la chance de devolver la pared, se tomó la atribución de pegarle al arco. Golazo. De derecha, contra un poste, sin dudar.

   Así dejó su sello impreso. Liniers aprovechó el envión y con otros dos juveniles en cancha --Dindart y Flores-- llegó a la igualdad (2-2). Y vaya festejo al final del partido de tres jovencitos que se robaron todos los aplausos.

   En el vestuario, luego, la primera nota. “Se lo quiero dedicar a mi papá”, dijo tímidamente. Y agregó: “El viejo es el viejo, y siempre me aconseja y me acompaña”.

   También el reconocimiento para Pichu (Desideri), quien fue su primer entrenador en predécima y se animó a ponerlo en Primera. “Me pidió dinámica y corazón, pero también tranquilidad”.

   Y el pibe puso todo eso, además de talento. Fueron los primeros registros de un Lautaro que se hizo camino al andar y fue cosechando admiración en cada paso que dio.

   Pelusita surgió del ombligo de Liniers; el resto es historia reciente y conocida, en Racing y en el seleccionado juvenil.

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