Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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¿Por qué los chicos creen (o no) que Papá Noel existe?

El 83 % de los chicos de hasta 5 años piensa que es real.

Fotos ilustrativas: archivo

   Mañana es Nochebuena y llega Papá Noel, uno de los mitos más destacados de la historia. Muchos chicos siempre escuchan la historia de un hombre que vive eternamente, que pasa sus días en el Polo Norte y que con un trineo conducido por renos voladores reparte regalos entrando a las casas a través de la chimenea, que casi ningún niño tiene. Entre tanto absurdo: ¿Por qué los chicos creen (o no) que Papá Noel existe?.

   Y sí, lo creen: una investigación arrojó que el 83 % de los pequeños con 5 años piensan que él existe.

   Toda la paradoja tiene como base la naturaleza de los niños, que es esencialmente crédula, es decir que se creen todo lo que les cuentan, según pensadores del Siglo XX o anteriores, entre ellos el filósofo del Siglo XVIII Thomas Reid, quien sostenía que los chicos tienen una fuerte inclinación a confiar en lo que les diga cualquier persona.

 

   Sin embargo, una investigación reciente reveló que los niños son consumidores racionales y reflexivos de información y que, de hecho, en gran parte emplean las mismas herramientas que los adultos para decidir qué creerse.

   Las principales herramientas son: el contexto en el que se inserta la nueva información; la tendencia a sopesar esa información nueva comparándola con los propios conocimientos de partida; y la capacidad de evaluar la competencia de los demás en la materia. 

   En la investigación les hablaron a los niños sobre animales desconocidos, como los "surnits". Algunos oyeron todo en un contexto fantástico, en el cual les decían que los dragones o los fantasmas capturaban a los peces. Otros tuvieron noticia de su existencia en un contexto científico, en el cual les explicaron que los médicos o los investigadores los utilizan.

   Con tan solo cuatro años, la probabilidad de que los niños afirmasen que los "surnits" existían realmente era más alta cuando habían oído hablar de ellos en el contexto científico que en el fantástico.

Conocimiento y autoridad 

   Una de las principales maneras que tienen los adultos de aprender cosas nuevas es oír hablar de ellas a otras personas. Imagine que escucha hablar de una nueva especie de pez a un biólogo marino o a su vecino de al lado, que suele hablarle de noticias de abducciones por parte de extraterrestres. Su evaluación de la autoridad y fiabilidad de ambas fuentes probablemente guiará sus ideas sobre la existencia real del pez.

   En otro proyecto de investigación, se le presentó a los niños animales desconocidos para ellos que podían ser posibles (por ejemplo, un pez que vive en el océano) o imposibles (por ejemplo, un pez que vive en la Luna). Luego les dieron a elegir entre averiguar por sí mismos si el ser existía realmente o preguntar a alguien. También escucharon los que les contó un guarda del zoológico (un experto) o un cocinero (un no experto).

   Ahí se descubrió que los niños creían en los seres posibles y rechazaban los imposibles. Los pequeños tomaron la decisión comparando la información nueva con los conocimientos que ya tenían. Con respecto a los animales improbables ‒aquellos que era posible que existiesen, pero que eran infrecuentes o extraños‒, la probabilidad de que creyesen en ellos era mayor cuando el que afirmaba que existían era el cuidador del zoo, en lugar del cocinero.

   En otras palabras, los niños utilizan la autoridad, igual que los adultos.

¿Y si son tan listos, por qué creen en Papá Noel?

   La razón es sencilla: los padres y los demás adultos hacen todo lo posible por mantener el mito.

   En un reciente estudio, se descubrió que el 84 % de los padres declaraba que llevaba a sus hijos a que viesen a más de dos imitadores de Papá Noel durante las Navidades. 

   The Elf on the Shelf [El duende en el estante], que en origen era un libro infantil ilustrado cuyos protagonistas eran los duendes que informaban a Papá Noel de cómo se portaban los niños cuando se acercaba la Navidad, es ahora una franquicia multimillonaria. Asimismo, el servicio de correos de Estados Unidos promueve el programa "Cartas de Papá Noel" por el cual envía respuestas personales a las misivas de los niños.

   ¿Y por qué los adultos se sienten obligados a esforzarse tanto? ¿Por qué el tío divertido de la familia insiste en vestirse en Nochebuena para entregar regalos?

   La repuesta es, sencillamente, que los niños no son irreflexivamente crédulos y no se creen todo lo que les cuentan. Por tanto, los adultos tienen que inundarlos de pruebas como los papás noeles vivientes en el centro comercial, o la zanahoria a medio comer la mañana de Navidad o los regalitos que "mágicamente" aparecen debajo del arbolito.

Cómo evalúan los niños

   Considerando este esfuerzo, sería básicamente irracional que los niños no creyesen en Papá Noel. De hecho, al hacerlo están ejercitando su capacidad de pensar científicamente.

   En primer lugar, los pequeños evalúan las fuentes de información. Como indica la investigación que se menciona, hay más probabilidades de que crean lo que dice un adulto sobre qué es real que lo que dice un niño.

   En segundo lugar, utilizan la evidencia (por ejemplo, el vaso de leche vacío y los regalos debajo del árbol en Navidad) para llegar a una conclusión sobre si ese ser existe o no. 

   En tercer lugar, los estudios muestran que, a medida que la comprensión de los niños se vuelve más sofisticada, suelen hacerse más preguntas sobre los puntos absurdos del mito de Papá Noel; por ejemplo, cómo un hombre gordo puede caber en una chimenea estrecha o cómo puede ser que los renos vuelen.

¿Se está preguntando qué decirle a su hijo?

   Algunos padres se preguntan si, al participar en el mito de Papá Noel, están perjudicando a sus hijos. Tanto los filósofos como los blogueros elaboraron argumentos contra la perpetuación de la "mentira de Papá Noel", y algunos llegaron a afirmar que podría llevar a desconfiar permanentemente de los padres y otras autoridades.

   Entonces, ¿qué deberían hacer los padres?

   No hay pruebas de que creer y dejar de creer en Papá Noel afecte de manera significativa a la confianza en los padres. Es más, los niños no solo poseen las herramientas para averiguar la verdad, sino que participar en la historia de Papá Noel puede ser una oportunidad para que ejerciten esas capacidades.

   Así que si piensan que sería divertido para usted y para su familia invitarlo a casa en Navidad, hágalo. No les hará daño a sus hijos y seguro seguirán aprendiendo. (The Conversation para El País)