Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Lo vas a amar: la inspiradora historia de Lucas "Capocha" Alaniz

Nació con "huesos de cristal" pero tiene una voluntad de hierro. Fue distinguido como uno de los 10 Jóvenes Sobresalientes de la provincia.
Fotos: Pablo Presti y Facundo Morales-La Nueva.

   Anahí González
   agonzalez@lanueva.com

   Lucas nació con el Síndrome Mc Cune Albright, lo que significa, a grandes rasgos, que sus huesos se quiebran fácilmente, como si fueran de cristal.

   “Tuve casi 10 cirugías, tengo enclavijado un brazo y una pierna. Todos los huesos largos. Es una enfermedad muy rara. Mis huesos pierden calcio y se deforman y cuando se quiebran tardan mucho en recuperarse”, explicó Lucas.

   La primera de sus fracturas espontáneas fue cuando tenía un año y medio. Se resbaló y se quebró las caderas.

   Después de varios estudios sus padres, María y Darío, obtuvieron el diagnóstico y comenzaron las visitas a distintos hospitales de Bahía Blanca y capital federal.

   A los seis años empezó a usar la silla de ruedas y cuando cursaba la secundaria debieron amputarle una pierna por una infección.

   Lucas podría haberse encerrado en su casa por temor a sufrir nuevas fracturas o atrapado por la ira o la autocompasión, pero no lo hizo.

   Apostó a ver el vaso medio lleno -siempre motivado por su familia y amigos- y no se achicó ante los obstáculos.

   

   

   Hoy, a los 24 años, no solo cursa dos carreras, Administración de Empresas, en la UNS, y Periodismo, en el Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social sino que desde 2015 realiza una pasantía laboral en la empresa DOW Argentina.

   Además, como es fanático del rugby lleva adelante un blog (lucasalanizblog.wordpress.com) en el que comparte sus crónicas de los partidos del Club Argentino (donde su hermano Tomás juega en primera) y tiene un programa radial llamado La Lupa en Radio Altos que sale al aire los jueves de 15 a 16 .

   Lleva una vida social muy activa: fue de viaje de egresados a Bariloche, sale de vacaciones con amigos y viajó por varios países con su familia.

   

   También forma parte de la comisión directiva de DUBa (Discapacitados Unidos Bahienses) en su búsqueda por romper las barreras del desconocimiento sobre la discapacidad y que más personas puedan integrarse en en el básquet.

   Por sus méritos, “Capocha”, como lo apodó un primo, acaba de ser elegido por la JCI TOYP como uno de los 10 Jóvenes Sobresalientes de la Provincia de Buenos Aires en la categoría Superación y Logros personales.

   “Pensé que era más fuerte pero ni bien me enteré que me habían elegido estuve llorando todo el día”, contó.

   La entrega del premio será el próximo 20 de octubre, en el Aula Magna de la UNS, en Colón 80. Ese día cumplirá 25 años. ¡Flor de regalo!

   El premio

   A Lucas le parecía “de agrandado” ser candidato para recibir un premio por sus logros personales pero una amiga le dijo que su historia podía cambiar la vida de muchas personas.

   “Cuando nos enteramos de la distinción hicimos un asado para festejar. Mi familia trató de leer el documento donde se justificaba por qué yo merecía este premio. Tuvimos que cambiar de lectores cuatro veces porque todos empezaban a llorar”, contó Lucas.

   “Lo que más me emocionó fue darme cuenta de lo que otros ven en mí y que tanto mi familia como yo tomamos como natural”, dijo.

   Su papá, Darío Alaniz, cuenta que en la mayoría de los lugares o edificios a los que van juntos ya ni esperan el ascensor.

   “Directamente lo cargamos y subimos por las escaleras. En la cancha de Vélez y en la de River hemos subido dos plateas para atrás con la silla. Fuimos a la nieve y a recitales en la playa. Todo es actitud”, dijo.

   “Nos acostumbramos a lo que hay. Si llegamos y nos armaron un palco, vamos al palco. Si hay que levantar la silla en la arena, no hay problema. No somos quejosos ni estamos a los gritos”, dice.

   Su día

   “Capocha” cursa dos carreras y realiza una pasantía laboral. Se anotó en Administración para tener un título universitario y en Periodismo porque es lo suyo. Se imagina trabajando free lance en crónicas deportivas o tecnológicas.

   Va al trabajo en taxi y coordina con la familia o con amigos para ir a cursar.

   “Capocha”, dice que no le molesta su apodo, lo toma con gracia.

   “Es raro. Muchos me conocen más como Capocha que como Lucas”.

   Tiene tan buen sentido del humor que hasta formó “Los Capochabones”, un equipo de fútbol para competir en la Liga de la UNS donde él era el director técnico. No pasaron ni la primera ronda ¡pero quedó la anécdota!

   Este año, su prioridad es recibirse de periodista.

   Una pasión

   Lucas es fanático del rugby por eso los sábados, cuando juega la primera del Club Argentino, donde se destaca su hermano Tomás, son sagrados. Se disfrutan en el club o en la cancha que toque. Con su familia siguen al equipo a todos lados.

   “Los viajes nos unieron mucho y el rugby también. Me da mucha energía. Después de las operaciones, la cancha siempre fue nuestro lugar”, dijo.

   “Yo miro el partido, mi papá saca fotos, Tomás juega, Pablo (su otro hermano) está con amigos y mamá con sus amigas: todos felices”.

   Lucas lleva el minuto a minuto del Club Argentino en las redes sociales.

   En marzo Lucas aprovechó un viaje familiar a Las Vegas y se acreditó para cubrir una de las rondas mundiales del rugby de Seven donde entrevistó a Santiago Gomez Cora (entrenador de Los Pumas 7s) y a Gastón Revol (capitán del equipo). En otra circunstancia pudo entrevistar a Daniel Hourcade, entrenador del seleccionado argentino de rugby de 15 jugadores.

   Integración

   Lucas fue a varios jardines de infantes y completó la primaria en la Escuela de la Ciudad. Entrar en el Claret, para cursar la secundaria, no fue fácil pero lo consiguió. En el colegio ya había dos chicos en sillas de ruedas.

   “La silla era tan natural para mis compañeros que cuando nos juntábamos en casa a jugar a la Play todos terminaban jugando a hacer willi y piruetas con nuestras sillas. Para ellos era algo natural”, comentó.

   En esa época era el Rey de la Play y los tenía a todos “de hijos” en el FIFA. Ahora, cuenta, ya lo destronaron.

   Pero tanto jueguito se vio reflejado en las notas: se llevó 21 materias en tres años. Se puso las pilas cuando amenazaron con venderle la Play.

   “Fue una etapa muy linda. Mis compañeros y profesores se portaron de diez y nos acompañaron mucho. Vivimos cosas maravillosas”, señaló.

   Lucas confesó algunas picardías como la de salir del aula con la excusa de ir al baño para escaparse a la cantina o jugar al truco.

   Entre sus amigos de Claret destaca especialmente a dos: Lucio Martino (hoy estudian juntos Periodismo) y Bruno Pedrosa. En quinto año fue elegido mejor compañero y terminó portando la bandera bonaerense.

   El ejemplo de Lucas plantea un nuevo paradigma de vida

   Aval

   Para postularse al premio “JCI TOYP Provincia de Buenos Aires 2017", Lucas debía presentarse en una de las 10 categorías comprendidas y estar avalado por un "nominador" que respalde su postulación. El respaldo se lo dio “La Nueva.” a través de su CEO, Fernando Monacelli.

   "Es la voluntad, esa actitud vital que tanto escasea, aquello que diferencia a Lucas de otros jóvenes de su edad. Su voluntad ilumina a su generación. Nadie que conozca a Lucas en persona es capaz de sustraerse a su brillo. Lucas, créanme, mejora a las personas desde su actitud vital, desde su compromiso con honrar las cosas valorables de la vida", señaló Monacelli en el formulario de postulación de Lucas.

 Uno más

   En estos años de observar partidos de rugby y por tener una mirada distinta del juego lo convocaron como ayudante del cuerpo técnico de menores de 17 en el Club Argentino.

   Durante ese período, su papá tomó una foto en la que se podía ver a Lucas en su silla y a los jugadores abrazados en un círculo, en un partido. La imagen se publicó en este diario como un símbolo de integración.

   Para Lucas, sin embargo, la verdadera integración pasa por otro lado.

   Lo explica así: “El papá de un amigo le mostró la foto a su hijo y le dijo: ‘¡Mirá lo que representa esta foto! ¡Es genial!’ Y el hijo le respondió: ‘¿Qué? ¿Qué representa? ¡Es Capocha con la M17!’”

   ¡Actitud!

   Lucas consigue lo que se propone, como cuando quería entradas para discapacitados para ver al dj David Guetta en Mar del Plata y llamó a la empresa que las vendía por internet.

   Tanto insistió que terminó hablando con el dueño del boliche que organizaba el evento en la playa y consiguió las entradas.

 

   “Cuando llegamos me habían preparado un palco para mí solo en la playa. ¡Era una locura! Molesté tanto para conseguir un lugar que no tuve ni que presentarme ¡Me conocían hasta los que iluminaban en la entrada!”, contó entre risas.

   En 2015 vivió algo similar con el Mundial de Rugby de Inglaterra.

  "Nos hicimos amigos del guardia de seguridad de la cancha y recibimos a los jugadores cuando bajaban del del colectivo ¡La silla llega a lugares impensados!”.

   La familia

   Su familia lo acompaña en cada etapa y a alcanzar las metas que se propone.

   Su papá, Darío, es dueño de una empresa de servicios de limpieza y es fotógrafo amateur. Su mamá, María, se recibió de Enfermera en la UNS y antes de casarse cursó durante tres años la carrera de Medicina en la UBA. Ella trabaja en el Cottolengo, reliza un máster en Gerontología y se encarga de todo lo referido a la salud de Lucas hasta el punto de haberse convertido, en la práctica, en su médica de cabecera.

   Los hermanos menores de Lucas son Pablo, de 22 años y Tomás, de 20, y también lo acompañan desde su lugar a concretar sueños y vivir aventuras.

   "Mi familia siempre me apoyó. Tuve todo lo que quise y mucho más”, aseguró Lucas emocionado.

   Al enterarse de que había recibido la distinción JCI TOYP por mail, se lo informó a la familia por un grupo de Whatsapp y después los llamó uno por uno.

   Su otra familia, la del Club Argentino, publicó unas palabras para Lucas en el Facebook oficial: "Sentimos orgullo de tenerte en el club y no por esta nominación sino por qué sos ejemplo de superación constante. Sentimos orgullo por que sos de buena madera. Sentimos orgullo por qué sos nuestro. Sentimos orgullo por qué sos el más azul de todos".

   Fue uno de los mensajes que más le gustó.

   "Con mi papá manejamos todo lo referido a las redes sociales del Club, pero esto lo escribió otra persona. Esas palabras fueron encantadoras y maravillosas para mí".

   "El entrenador de Argentino me dijo: 'Capocha, jerarquizás al plantel'. Cuando subí al colectivo para acompañar a la primera todos me felicitaban".

   A su papá también lo conmovió darse cuenta de todo lo que genera Lucas con su historia de vida.

   "Nunca dejamos que él se guarde, sino que se sienta uno más. Uno vive distintas situaciones día a día con Lucas pero nunca sabés lo que piensan los otros", dijo.

   "En la calle uno ve que la gente lo aprecia, muchos se lo dicen, pero esto fue distinto. Sólo la nominación ya era un montón", contó.

   Lucas aseguró que trata de ir siempre para adelante, de no paralizarse ante determinadas situaciones.

   "Las barreras arquitectónicas me hacen renegar pero quiero mejorar y desarrollarme, ser independiente, eso siempre estuvo y está", dijo.

   Esa motivación y fuerza de voluntad son justamente las que destacó Fernando Monacelli en el formulario de postulación al premio, avalado por “La Nueva.”.

   "Las razones son múltiples, pero sobre todo tienen que ver con uno de los valores más relegados en la actualidad, en la modernidad de los jóvenes: la voluntad. Lucas es una persona con una voluntad única y, desde este aspecto de su personalidad es que, creo, puede alumbrar a otros jóvenes atrapados por la apatía imperante", destacó.

   Señaló su hombría de bien, su compromiso con causas comunes y su enorme inclinación a la amistad franca.

   "Tuvo que luchar con las barreras arquitectónicas y la falta de infraestructura para poder movilizarse por sus propios medios y hacer frente a prejuicios personales, sociales, institucionales y profesionales desarrollarse como ser biosicosocial".

   Un ejemplo: hace dos años Lucas se compró un scooter especial con el que podía ir a la UNS solo y tener una mayor autonomía para movilizarse. Sin embargo, un día no esquivó un pozo, se cayó y se quebró un brazo. Hacía cinco años que no se quebraba y fue duro volver a tener un yeso. Eso reavivó sus temores pero no le impidió seguir avanzando en el logro de sus metas. ¡Sobresaliente!