Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Un revés por tarifas y la trampa del efecto “derrame”

Queda el segmento pymes, donde el ajuste sigue vigente y hay muchas empresas en todos el país con dificultades reales para pagar los cuadros tarifarios.

José Calero

Agencia NA

El revés judicial por tarifas dominó el escenario económico en la semana y obligó al gobierno a conceder de apuro una audiencia pública para discutir los precios del gas, pero no es el único desafío que afronta la administración de Mauricio Macri.

Es que más allá de las chicanas lanzadas desde la oposición por la prometida "lluvia de dólares que no llega", existe preocupación en distintos sectores ante la tentación siempre presente de terminar confiando a ojos cerrados en un efecto "derrame" que se produciría por el solo hecho de abrirle los brazos de par en par al capital y ser amistoso con los dueños del dinero.

El crecimiento del deterioro social, que para la Universidad Católica se tradujo en 1.400.000 nuevos pobres desde que Mauricio Macri decidió devaluar para "sincerar" la economía, representa un obstáculo de alto calibre para cualquier proyecto.

En los '90, el gobierno de Carlos Menem creyó que abriendo la economía y tomando deuda a tasas altas para financiar el 1 a 1, esos recursos terminarían mejorando la calidad de vida de los sectores más postergados, pero el modelo terminó con 25 por ciento de desocupación y, dos años después, en una crisis sin precedentes, ya con otro gobierno en el poder.

Ahora, y tras una política intervencionista del kirchnerismo que fue de menor a mayor hasta sentirse casi asfixiante, Macri ha dicho que se propone revertir ese esquema y "liberar" las fuerzas de la producción para que la Argentina ingrese en un círculo virtuoso de crecimiento.

Incluso, hasta se anima a continuar apostando al latiguillo de campaña de la "pobreza cero", cuando el espejo de la realidad devuelve una imagen mucho más desafiante, al ritmo de las remarcaciones en las góndolas y problemas cada vez mayores de la gente para llegar a fin de mes.

Ese objetivo de reducir la pobreza aparece por ahora lejano, carcomido por un freno de la economía. En ese escenario desafiante, el fallo de la Corte que frenó en forma parcial los aumentos de tarifas de gas representó un llamado de atención hacia la necesidad de no caer en la tentación del "vamos por todo" en la que ya incurrieron otros gobiernos en la Argentina.

La decisión judicial estaba en los cálculos del macrismo, aunque tal vez la magnitud, y sobre todo el tono utilizado por algunos integrantes de la Corte, causó inicialmente sorpresa y hasta cierto nerviosismo en lo más alto del poder.

Pero cuando se hicieron los números finos, se concluyó que el costo político -y fiscal- de la acordada terminaría siendo inferior al que inicialmente entusiasmó a la oposición, e incluso el panorama parecería aclararse tras cumplir con la audiencia pública del 12 de septiembre, ya que los aumentos terminarían aplicándose.

De ahí el tono mesurado del jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la conferencia de prensa del día después, y la postura de Juan José Aranguren, el ministro de Energía que aceptó el cargo solo porque está convencido de que es el camino para que la Argentina recupere el autoabastecimiento energético y pueda sostener el desarrollo, aunque no siempre acierte en las formas.

La cuestión tarifaria, que más tarde o más temprano, confían en la Casa Rosada se irá acomodando, no debería ocultar otro problema de fondo que es motivo de mayor preocupación en lo que se conoce como la "economía real".

La recesión se está estirando más de lo pensado -era cierto que el gobierno creía que habría una recuperación en el segundo semestre pero nunca llegó, y luego debió replantear el discurso- y las perspectivas para el 2017 empezaron a ser discutidas por distintos analistas.