Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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Un club que se maneja con Independencia para dar lugar a todas las generaciones

Subsiste gracias a la experiencia de gente nacida y criada en el club de sus amores. Las bochas son la excusa para juntar a un chico de 10 años con uno mayor de 80. Y se llevan de maravillas...
Presente y futuro, Darío Concetti, Enzo Salvi y Orlando Messet conviven en Club Sportivo Independencia.

Pablo Andrés Alvarez

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Mientras Enzo Salvi, con apenas 10 años, practica el bochazo, Orlando Messet y Darío Concetti, que ya superan los 80, lo observan y lo alientan desde un costado de la cancha.

El Club Sportivo Independencia, ubicado en Mendoza 449, se resiste al paso del tiempo, ese que preocupa, y mucho, a sus octagenarios dirigentes y colaboradores.

Salvi es una de las promesas de este deporte. A su corta edad ya tiene casi 20 partidos en Primera, pero, según Messet, es una excepción a la regla, ya que los chicos prácticamente no se arriman a la entidad.

Messet está por cumplir 40 años dentro del club, al que se acercó de casualidad en 1977 para no irse más.

Concetti, vecino desde la infancia, es uno de los tantos buenos jugadores de bochas que dio esta institución fundada el 31 de octubre de 1938, que también supo tener ciclismo y fútbol entre sus actividades, pero a la que sólo le quedan las lisas y rayadas como deporte.

“En 1977 vine a jugar un amistoso a esta cancha y, tras el partido, el presidente Néstor García me invitó a sumarme al equipo de Novicios que estaban armando”.

Ese mismo año, Messet quedó viudo, por lo que el club le sirvió de contención y también para reencauzar su vida sentimental.

“Aquí conocí a mi actual señora, con quien formamos una hermosa familia. Por eso digo que a este club le debo muchísimo. Me cobijó en mi peor momento y me ayudó a salir adelante. ¿Cómo le voy a escatimar esfuerzo?”, señala al asumir que a los 83 años continúa como tesorero.

Messet cuenta que hubo muchos momentos en los que quedó prácticamente solo.

“Esta es una entidad de gente mayor, que casi no tiene renovación. Muchos fueron falleciendo y hubo varios años que me tenía que ocupar de todo para que no cerrara sus puertas. Hice lo que pude”, rememora.

Concetti lo afirma con una frase categórica.

“Demasiado hiciste y demasiado hacés aún hoy”.

Por fortuna, según señalan casi al unísono, en la actualidad eso cambió un poco.

“Hay muchos que ayudan desde el anonimato, porque no quieren integrar la comisión. No está mal, pero tampoco está bien, porque toda institución necesita personas que se comprometan”.

Precisamente, la preocupación de ambos radica en el futuro.

“Más allá de que nos gusta venir, tampoco podemos dar un paso al costado, porque no sobran dirigentes con tiempo libre. Y aquí siempre hay cosas para hacer o resolver”, esgrime Concetti, quien señala la pared, donde, en un papel afiche, está el listado de socios.

Apenas llegan a 30.

“Nosotros integramos un grupo de 10 que paga el doble de cuota, así recaudamos un poquito más”, cuenta Messet.

"Pesito por pesito"

La de calle Mendoza es la cuarta sede. Antes funcionó en Charlone 423, Tucumán 951 y Mendoza 361. .

Sin cartel identificatorio y con un salón a medio construir como ingreso principal, la cantina luce reluciente, con una mesa de pool que agrupa a jóvenes y veteranos. De allí, se accede a la cancha de bochas, decorada con fotos de equipos campeones, y a un pequeño quincho, que se suele alquilar para recaudar fondos.

“Juntamos pesito por pesito y lo cuidamos muchísimo. Un par de veces al año hago rifas de 50 números y se las vendo a mis conocidos, que me cargan cuando me ven llegar porque dicen que sólo los visito para sacarles plata. También organizamos algunas cenas, en las que generalmente ponemos todo nosotros, y torneos de bochas”, cuenta Messet con una jovialidad y una memoria envidiable.

“Pero cada vez cuesta más. Ya no somos chicos. Y no vemos quiénes pueden tomar la posta”, señala Concetti.

--¿Se imaginan sus vidas no viniendo al club?

“Yo siempre voy a estar en deuda con el club. Aquí pude rearmar mi vida”, confiesa Messet y se emociona hasta el punto de no poder seguir hablando.

Concetti toma la posta.

“Para mi es más fácil. Vivo aquí al lado y vengo a charlar, a jugar a las cartas, a ver los partidos de bochas”.

Messet cuenta que todavía se prende en algunos.

“Cuando falta algún jugador, me sumo. Todavía me animo”, dice Messet y recupera la alegría.

“Al menos cumplimos en todos los partidos. En lo que va del año no fallamos en ninguno, pese a que los resultados no son del todo buenos. Pero se formó un muy buen grupo humano y eso ayuda mucho”, manifiesta y aclara que ninguno de los bochófilos es rentado.

"Hay clubes que les pagan a sus jugadores. A nosotros apenas nos alcanza para pagar la afiliación y no mucho más. Y cuando los demás practican, nosotros estamos arreglando y acomodando la cancha, porque hacemos todo a pulmón para reducir gastos”, señala Gustavo Malcotti, quien se suma a la charla en la cantina como uno de los encargados de coordinar el equipo bochófilo.

En total, Sportivo Independencia cuenta con 15 jugadores (entre Primera, Segunda y Tercera y categorías formativas), con un caso muy curioso.

“Uno de nuestros jugadores maneja la ambulancia de traslado del Hospital Municipal. Así que juega con el teléfono prendido y si le sale un viaje, se tiene que ir. Lo importante es que nos divertimos y nos llevamos bien”, cierra Malcotti.

También está el caso de Héctor Sierra, quien es secretario del club y, a su vez, integra las comisiones de Argentino y Porteño.

“Fijate si será difícil armar las comisiones en los clubes chicos. Por eso, ni se nos cruza por la cabeza dejar de venir”, afirma Messet.

“Actualmente estamos haciendo los papeles para recuperar la personería jurídica, para ver si recibimos una mano del Estado. Eso nos ayudaría mucho para continuar y, si es posible, terminar con el salón de la entrada, que también es un viejo anhelo”.

--¿Cuál es el sueño que persigue?

Messet: A mi me gustaría que el club recuperara la actividad familiar de antes. Aquí se organizaban bailes en los que se cortaba hasta la calle de tanta gente que venía. Pero todo eso se perdió y es prácticamente irrecuperable.

Lamentablemente...