Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

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Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

Colorido y belleza en la singular “Casa Catalana”

Inspirada en el Palau de la Música de Barcelona, en España, recrea la técnica trencadís del modernismo.
Colorido y belleza en la singular “Casa Catalana”. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

Mario Minervino

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La ciudad hay que caminarla mirando para arriba, superando el 1,60 que supone la visual media. La sugerencia, propia de estudiosos de la arquitectura, apunta a que muchos edificios han resignado su arquitectura original en la planta baja, a favor de comercios y otros destinos, mientras que en los niveles superiores conserva sus lineamientos originales, remates, ornamentos y molduras.

Un ejemplo que en nuestra ciudad se destaca por su aporte es la denominada Casa Catalana, particular ejemplo de un estilo --el modernismo--, que tuvo desarrollo en la primera década del siglo pasado en Barcelona, España.

De Reus a Bahía Blanca

La planta baja de la Casa Catalana data de 1901, una propuesta ecléctica, revoque simil piedra, de medida decoración y rejería metálica.

El gran cambio se generó a partir de la construcción de la planta alta, dos décadas después, con la finalidad de materializar un jardín de inverno con un generoso ventanal al frente.

De acuerdo a la historia dada a conocer por los constructores, hubo una intención de mejorar la vivienda para alentar a la mujer del matrimonio a quedarse en la ciudad, desalentada por la persistencia de sus vientos y la tierra que invadía el aire.

Para esa obra se contrató a Pedro Cabré Salvat, uno de los constructores locales más talentosos, nativo de Reus, en Cataluña, y radicado en nuestra ciudad en 1907. El hombre tenía licencia de constructor obtenida en Barcelona, el lugar donde arquitectos de la talla de Antoni Gaudí y Lluis Domenech i Montaner desarrollaban el denominado "modernismo catalán".

La obra

El diseño de Cabré Salvat recrea el uso del trencadís, método creado por gaudí, consistente en el uso de trozos irregulares de cerámica de distintos colores. Domenech utilizó esa técnica pra revestir las columnas de la planta alta del Palau de la Música Catalana de Bacelona, propuesta que es claramente la que inspiró a Cabré Salvat en su trabajo local. De allí la denominación de Casa Catalana que recibió rápidamente el inmueble. De la misma se destacan el colorido de sus cuatro columnas, con distintos motivos decorativos y dos nichos superiores con paisajes alusivos. También el modernismo, con sus sensuales líneas curvas, se advierte en la parte inferior del balcón.

Por su valor arquitectónico, la casa es bien patrimonial local y de interés testimonial provincial.

Un detalle adicional

En la casa catalana vivió José Croft, empresario local --socio de la firma Diego Meyer y Cía-- que supo ser vice cónsul del imperio Austo-Húngaro. Su hija Josefina, "Fina", se casó en 1928 con el ingeniero arquitecto Francisco Salamone, llamado a desarrollar una vasta obra arquitectónica en localidades como Pringles, Saldungaray, Tronquist, Azul, González Cháves y Laprida, entre otras.