Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La huerta en casa

La huerta en casa es un tópico que se impone por doquier. A la par de ferias y festivales veganos y orgánicos, las posibilidades e invitaciones a sumarnos y cosechar nuestros propios alimentos suenan cada vez más tentadoras.

Así, y apoyados en el grupo etario de 25 a 50 años como principales consumidores, “brotan” con fuerza las ofertas de semillas orgánicas, cursos de huerta, macetas para balcones y terrazas, y cuanto producto asociado pueda ser atractivo para este mercado. Un mercado que no podemos decir que sea nuevo.

En la historia de inmigración de nuestro país, la huerta formaba parte vital de cualquier propiedad con terreno suficiente, como una necesidad real, de alimentación.

Nuestros bisabuelos sabían que la huerta llevaba tiempo, sabían cómo combatir el pulgón o las hormigas, sin productos químicos, sabían qué plantas convivían mejor, sabían del caudal de riego, del cuidado de la tierra y de lo que allí crecía, sabían de manos lastimadas, sin guantes, del sol rasante en la nuca, de pañuelos en la frente que atrapaban el sudor, y sabían del sabor de la recompensa. Sabían de muchas cosas.

Ver crecer nuestro alimento nos ayuda a comprender el ciclo natural, nos permite recordar que todo tiene su tiempo, que no todo está al alcance de un clic, que aquello que comemos se transforma en aquello que somos, indefectiblemente. La espera, el tedio y el aburrimiento dan paso a la fascinación ante el primer brote y a la emoción de la primera cosecha.

Las nuevas propuestas se inclinan hacia una huerta urbana, una que permita en poco tiempo y con escaso terreno disponible poder disfrutar de las bondades de nuestros suelos. Ahora que la primavera entró en el calendario, aunque no se note en el termómetro, podemos animarnos a la aventura y retomar el camino. Una buena idea es comenzar con las aromáticas, se puede elegir a gusto ya que en su mayoría son plantas rústicas y resistentes y no precisan del sol directo. Algunos de los usos culinarios más populares son:

Albahaca: ensaladas, salsas, pesto, pizzas, queso, verduras.

Cilantro: caza, carnes, ensaladas, sopas, pan, chutney, guacamole.

Estragón: ensaladas, vinagretas, salsas, pescados, carnes, mariscos, encurtidos, caldos, pan, vegetales.

Hinojo: pescados, carnes, verduras, pasteles, pan.

Laurel: salsas, caldo de pescado, verduras, carnes, estofados, tomates, legumbres, sopas.

Menta: salsas, vinagretas, cordero, infusiones, helados, sopas, quesos, compotas de fruta.

Perejil: guarnición, salsas, ensaladas, sopas, adobos, caldos de pescado, huevos, verduras, sopas, estofado.

Romero: pescado, caza, carnes, infusiones, sopas, verduras, legumbres, arroz, quesos, salsas, panes, ensaladas.

Salvia: cordero, cerdo, sopas, verduras, legumbres, pescado, arroz, quesos, salsas, ensaladas.

Tomillo: caldo pescado, carne, arroz, quesos, salsas, estofados, aves, tomate.

Orégano: pizzas, platos griegos, legumbres, verduras, carnes, ensaladas.

Nuestras manos reconocerán el llamado ancestral del trabajo de la tierra, y nuestros platos recuperarán el sabor original, por donde uno lo mire, parece ser una de esas decisiones donde solo se gana, será cuestión de comenzar.