Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

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Gerardo Fernández: con el cerebro a la vista

La tecnología expande los límites. En la UNS se desarrolló el primer conjunto de oraciones bien definidas en español que mide el desempeño cognitivo y detecta precozmente el Mal de Alzheimer, entre otras patologías.
Foto: Miguel González-La Nueva.

Por Ricardo Aure / [email protected]

El ser humano, cada vez más consciente de sus potencialidades, pisa el umbral de una de sus más grandes conquistas: la de su cerebro, fascinante y compleja galaxia por donde se movilizan 1.100 millones de neuronas que generan redes en una sinfonía de creatividad y flexibilidad.

El de Gerardo Fernández es uno de los cerebros bahienses que desde la neurociencia, y en su cotidiana tarea en la Universidad Nacional del Sur (UNS), procura serle útil a la humanidad y extender los avances que con tanto vértigo motorizan los avances tecnológicos.

Fernández, junto a los doctores Osvaldo Agamennoni y Pablo Mandolesi, también bahienses, integra el equipo de la UNS pionero en desarrollar y en ser consultor mundial del Eye Tracking. Una de las premisas centrales es que la neurociencia sea accesible a toda la sociedad.

Tal registro de movimientos oculares, test para nada invasivo y objetivo, requiere de prescripción médica y se extiende durante 20 minutos. Se desarrolla en un pequeño espacio del primer piso de Alem 1253. Allí, con dos computadoras y por medio de la lectura visual de 40 proverbios, 40 oraciones de alta predictividad, 40 regulares y 10 de práctica se logran 20.000 datos para procesar y medir cómo funcionan la memoria y la atención.

Una cámara, a 1.000 cuadros por segundo, registra donde fija sus ojos la persona cuando lee y eso permite medir el desempeño cognitivo, la forma en que funciona la memoria y la atención.

Los investigadores comenzaron su tarea en 2004 junto a los biólogos Luis Politi y Nora Rotstein, especialistas en retina. El ojo es, por lejos, el órgano más dinámico y entrenado. Luego se incorporaron el neurólogo Oscar Colombo y más tarde al psicólogo Marcelo Sapognikoff.

Fernández precisa que la información que ingresa al ojo va directo al cerebro y que cada milisegundo es relevante para analizar qué se está procesando. También acopla a su tarea el electroencefalograma de 64 canales y señala que hasta hace unos pocos años solo se lograban datos del cerebro mediante envíos eléctricos. Hoy basta con posicionar cada electrodo en determinado sector para acceder a hipótesis de cómo se activará ante determinados estímulos.

--¿La forma de procesar la información visual difiere según el idioma en que se lean las oraciones?

--Es igual en todas las lenguas. Cambian los patrones para buscar la información. Nosotros lo hacemos de izquierda a derecha; los chinos, por ejemplo, de arriba para abajo, y los árabes, de derecha izquierda. Es clave enfocarse bien en qué y por qué se mide. Respecto de los lenguajes, me refiero a cómo se procesa la información en los lóbulos frontal y temporal medio, y cómo se activa el hipocampo.

--¿Qué tipo de palabras se procesan con mayor dificultad?

--En los idiomas que tienen nuestra misma caligrafía, las palabras más largas son las más difíciles, y menos predecibles que las cortas. Las frecuentes requieren de menos recursos para procesar. Eso se nota en todos los idiomas.

--¿Se prescriben estudios de rutina para prevenir el Mal de Alzheimer?

--Son mucho más habituales los análisis para medir riesgo cardíaco que los estudios del cerebro, que pueden adelantarse en años al diagnóstico de una enfermedad sin cura y detenerla. El Eye Tracking, que también se emplea en los Estados Unidos, España, Inglaterra, Alemania y Francia, pude detectar un incipiente Mal de Alzheimer. Merced a convenios con los Estados Unidos e Inglaterra accedemos a una gran base de datos del volumen cerebral en personas de más de 60 años, comparamos la media de la región hipocampal, la primera que afecta el Alzheimer, y seguimos la evolución del paciente y cómo inciden los medicamentos.

El equipo también integra a los doctores David Orozco, Gustavo Príncipe, Paola Buedo, Ana Viceconte, Ariana Priani, Liliana Castro, Silvana Sañudo y al ingeniero Juan Bondi. La línea que mide el efecto de los medicamentos está a cargo de la farmacéutica Marcela Schumacher.

También se estudia cómo la diabetes altera de manera significativa el comportamiento, la memoria y la atención, lo mismo que la insuficiencia renal, la esquizofrenia, la bipolaridad, la ansiedad mayor y la depresión.

Las evaluaciones son producto de convenios con el departamento de Medicina de la UNS, el Hospital Municipal y la Clínica Privada Bahiense. Además, los resultados de los trabajos compartidos con especialistas de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (Fleni), y la Fundación Favaloro han sido presentados en revistas internacionales de medicina.

Drogas y neuronas.

--¿Qué efectos producen las situaciones muy estresantes en las neuronas?

--Personas que están bajo situaciones estresantes prolongadas sufren la atrofia neuronal. Las neuronas dejan de conectarse, se aíslan y mueren. Los efectos directos del estrés se advierten cuando evaluamos atención, memoria, concentración y aprendizaje.

--El consumo de drogas, incluso de la marihuana, ¿acelera la destrucción de las neuronas?

--Absolutamente. Nuevos estudios concluyen, tras analizar consumidores de marihuana a lo largo de 5 años, que esa droga destruye la zona frontal y que trae problemas en la memoria de trabajo y en la atención.

--¿Es posible la regeneración neuronal?

--Hasta hace poco tiempo se creyó que las redes neuronales no se reproducían, que se perdían cuando morían. No es así. Hay una regeneración neuronal, formamos nuevas redes y en algunos casos se reemplazan las que se pierden. Por eso es fundamental conservar un cerebro elástico con una constante y demandante actividad intelectual.

--¿Antiguas técnicas respiratorias orientales posibilitan una regeneración neuronal?

--No estoy al tanto de eso pero ciertos ejercicios aeróbicos vinculados a zonas del cerebro, por la mayor oxigenación que permiten, pueden fortalecer las redes neuronales.

De las parte al todo.

--¿Cómo llegó a las neurociencias desde la filosofía?

--Me interesó saber cómo pensamos y entendemos el mundo. Luego me di cuenta de que la biología era otra partecita y que necesitaba de la medicina, después de la matemática y la física. El hombre es un ser social que aprende, y hay una componente cultural que trabaja junto a la genética.

--¿Y espíritu?

--Es un enfoque más místico al que no estoy acostumbrado. Prefiero no hablar de lo que no sé.

--¿La conquista de su cerebro es el gran desafío del hombre de hoy?

--Creo que sí porque estamos ante el órgano más complejo y porque hace poco tiempo que en los Estados Unidos y Europa se decidió invertir en proyectos de investigación. Hasta los años 90 se trabajaba con otros órganos, como el corazón. A medida que crece el desarrollo tecnológico más se puede saber del cerebro a través de resonadores funcionales y tomografías por emisión de positrones. La búsqueda combina ingeniería, matemática, biología, robótica, psiquiatría, química y medicina.

--¿De allí el auge de la neurociencia como forma interdisciplinaria de unión global?

--Trabajamos con grupos de Alemania, Reino Unido, Francia y los Estados Unidos que analizan el lugar del cerebro donde se almacenan las imágenes. Esto prueba que hay una visión pequeña de elementos y que la gran tarea será la de unirlos para entender cómo funciona el cerebro dinámicamente. Esa es la labor de los científicos de todo el mundo. Vamos teniendo las partes, hay que llegar al todo.

--¿El humano puede llegar a crear una computadora capaz de emular al cerebro?

--No creo. El cerebro une paralelamente cantidades de informaciones cuando la computadora lo hace en serie. La forma de generar inferencias es muy distinta. Podrán hacerse analogías donde se compare el software con la memoria rápida o la memoria de trabajo pero cuando trascienden la lógica son difíciles de mantener. Sabemos que las conexiones entre las redes neuronales del cerebro para contener una idea, o para el poder de abstracción, son procesos creativos que están lejos de lo que pueda hacer una máquina. El cerebro por ahora es inimitable.

Personalmente
Deportes, ciencias y familia

Gerardo Fernández nació el 29 de octubre de 1976, en el seno de una familia de clase media. Creció en el barrio Napostá, fue alumno de las escuelas 4 y de la Media 2. Jugó al básquet en Olimpo y en Napostá. También practicó natación, boxeo y full-contact.

Ingresó a la Universidad Nacional del Sur en 1996 y en 2001 se recibió de licenciado en Filosofía. Cursó materias de Biología, Matemáticas, Ingeniería y Física.

Hasta su primera beca trabajó en una inmobiliaria. Se doctoró en Filosofía y cumplió postdoctorados en Postdam (Alemania) y en Buenos Aires.

En 2007, inició la carrera de Neurociencias Integrativas en la Universidad de Buenos Aires. Está vinculado con los grupos de Mariano Sigman y Facundo Manes, directores de uno de sus postdoctorados y dos de los principales referentes en el país.

Residió en Alemania durante 2010 y entre 2012/13.

Está casado con Marcela Schumacher y tienen una hija, Emilia, de 4 años.

Investigador del Conicet en Enfermedades no Endémicas Neurodegenerativas, integra el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Eléctrica “Alfredo Desages”, del departamento de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras de la UNS.