Bahía Blanca | Martes, 30 de abril

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Una trampa más, y van...

Además de la andanada de decisiones por miles de millones de pesos para cubrir el monumental gasto público o devolverle plata a las provincias, que le retacearon durante ocho años, que comprometen gravemente a la próxima administración, Cristina Fernández le hizo una nueva trampa a Mauricio Macri: tras haberle prometido en Olivos que ella le colocaría la banda presidencial en la Casa Rosada, ahora mandó a avisarle que probablemente no será ella sino alguna autoridad del Congreso la que cumplirá ese requisito protocolar. Y que deberá ser en el Parlamento, no en el Salón Blanco de Balcarce 50.

Para arrancar, la doctora instruyó a Aníbal Fernández para que en su contacto matutino con periodistas avise que para ella el asunto está cerrado. No habrá ceremonia de traspaso de mando en la Casa Rosada.

Macri deberá recibir el bastón y la banda durante la Asamblea Legislativa, se supone que de manos del nuevo presidente provisional del Senado. El jefe de Gabinete le regaló una innecesaria ironía: “No se puede hacer en Barrio Parque para llevarle al señor los atributos a su casa”, dijo no sin antes aclarar que hablaba “con el mayor de los respetos”. Aníbal en estado puro.

El argumento para escamotearle a Macri una ceremonia oficial que tiene antecedentes en las asunciones de Alfonsín, Menem dos veces y De la Rúa, para refrescar sólo lo ocurrido desde 1983 a la fecha, es que la Constitución lo impide.

Fernández recitó el artículo 93 de la Carta Magna que sostiene que el nuevo presidente deberá prestar juramento ante la Asamblea Legislativa. Pero que nada dice sobre la ceremonia de traspaso de los atributos de mando de un presidente a otro. Ya lo había hecho sin ninguna inocencia la noche anterior un comunicado de la secretaría General a cargo de “Wado” De Pedro.

La trampa que esconde el gesto de Cristina saltó de inmediato a la vista: ella quiere que Macri reciba los atributos en el Congreso, pero con las barras de La Cámpora en los balcones de la Cámara. Y con la manifestación de “agradecimiento a Cristina” que militantes de esa agrupación y otros movimientos ultra K realizarán sobre la explanada del Palacio de las Leyes. “Nos c.... como siempre”, dijo muy enojado el macrista y futuro presidente de la cámara Baja, Emilio Monzó, quien el lunes había asegurado que la ceremonia de entrega de atributos se haría en la Casa Rosada.

El previsible hostigamiento de los camporistas al nuevo presidente será posible por un gesto que para algunos pasó desapercibido, incluso para el sector de Cambiemos afectado a la organización de la ceremonia: el manejo de los palcos será manejado por las autoridades salientes, más precisamente por el Senado, a cargo hasta ese día de Amado Boudou.

Ayer se barajó incluso el colmo del rumor: que Cristina no irá al Congreso, y que haría regresar a tiempo desde París al procesado vicepresidente para que sea él quien le entregue la banda y el bastón a Macri.

Otro dato no menor a partir de ese cambio de humor de la presidenta que se va: los responsables de la seguridad de Macri, todos integrantes de la División Custodias Presidenciales de la Policía Federal, recomendaron no realizar el tradicional viaje en un auto descapotable entre el Congreso y la Casa Rosada.

“Directamente no nos garantizan la seguridad de Mauricio en medio de esa marcha o de la que organiza (Hebe de) Bonafini en la Plaza (de Mayo)”, dijo una muy alta fuente cercana al futuro jefe de Gabinete, Marcos Peña.

Aníbal defendió ayer la decisión de permitir que haya barras del cristinismo en las barras y una manifestación externa que podría hostigar a Macri cuando se retire del Congreso: “No hay por qué suponer que pueda pasar algo”, se encogió de hombros.

Un rato después, Monzó decidió doblar la apuesta: insistió en que Macri recibirá los atributos en el Salón Blanco de la Casa Rosada.