Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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La despedida del hijo de las Malvinas

El pasado 11 de abril murió en nuestra ciudad Santiago Douglas Rudd Steel, a los 90 años. Había nacido en Puerto Argentino, hoy Port Stanley. Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Luego de vivir 90 años de una intensa, laboriosa y rica vida cerró sus ojos y dejó salir su alma Santiago Douglas Rudd Steel, malvinense radicado en nuestra ciudad y acaso el único nativo de esas islas que vivía en suelo continental argentino.

Hijo de Idina Clasen y John Steel, también isleños, Santiago vivió en Puerto Argentino apenas su primer año, ya que dejó el lugar cuando en 1924 su padre consiguió trabajo en Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz.

Regresó una sola vez a las islas, cuando tenía tres años de edad, y luego mantuvo una relación emocional con el lugar y a partir de algunos familiares que viven en Puerto Argentino.

Los avatares de la vida le permitieron estudiar solo hasta cuarto grado y luego su vida fue el trabajo en el campo. En Trelew, Bariloche, Sierra de la Ventana, Río Cuarto, García del Río y en nuestra ciudad. En ocasión de cumplir sus 20 años, tiempo del servicio militar, alguien le dijo que estaba eximido del mismo “por ser inglés”, pero en Bariloche lo consideraron argentino y terminó en un regimiento de montaña con asiento en Covunco, Neuquén.

A los 25 años se casó con Elba Stimback, la mujer de toda su vida, a quien conoció en un baile de Sierra de la Ventana y “un flechazo” convirtió en un amor que se nutrió de Betty, Silvia, Lyzzy y Bobby, sus cuatro hijos.

“Nunca me sentí inglés, pero en 1982 tuve pena por los isleños.

Sufrí mucho, sentí temor y hasta mi propio hijo pudo haber peleado.

Las guerras nunca tienen sentido y ésa, mucho menos”, dijo hace dos años en nota publicada en este diario. Su memoria no le traía recuerdos de las islas ni añoranza por volver. Sí de los amaneceres en el campo, los cuales disfrutó toda su vida.

A pesar de tener serios problemas físicos –con prótesis en su rodillas-- hasta hace poco se lo podía ver caminando por las primeras cuadras de calle Mitre, cerca de su hogar.

Su andar pausado era el de un hombre sereno y vivaz. Su corazón se detuvo el pasado 11 de abril, luego de latir durante 90 años. Ese día, su hija Beatriz escribió que su papá se había convertido en "la estrella de luz" de la familia.