Mario Sarmiento, un héroe olvidado
Uno de los accidentes aéreos que conmovieron al país se produjo el 10 de junio de 1919. Lo protagonizó un joven integrante de una tradicional familia sanjuanina, precursor de la aviación argentina, el teniente Mario Sarmiento, vinculado también con nuestro medio a través de la familia Perramón.
El doctor Gustavo Perramón Pearson acaba de publicar una biografía sobre el joven aviador, muerto trágicamente, de la cual recogemos el siguiente fragmento.
Mario Sarmiento y Fernández Oro, hijo del capitán de navío y gobernador de San Juan Carlos Domingo Sarmiento y de doña Carlota Fernández Oro, marino y aviador, fue un personaje muy singular por su espíritu de aventura y su anhelo de horizontes. En el citado accidente también murieron el capitán Giovannardi y el soldado italiano Sartorelli, ante la presencia del comandante Alejandro Obligado, director del aeródromo; del doctor Milani, médico de la Escuela; de autoridades argentinas y extranjeras y de gran cantidad de público.
También estaba la novia de Mario, según señala una tradición familiar recibida de los sobrinos Sarmiento. Los sobrinos Perramón no habían escuchado tal versión, pero ello se debe principalmente a la circunstancia de que la tragedia ocurrida no fue nunca tema de conversación familiar.
El accidente
El 10 de junio, el capitán italiano conde Enzo Giovannardi y su mecánico José Sartorelli, tripulando un SVA 220, atropellaron al Cuadrón Le Rhône o Gnôme de 80 HP que tripulaba el alférez naval de nuestra Marina de Guerra Mario Sarmiento.
De ese modo, Mario Sarmiento entraba en la historia de la Aviación Naval, como el primer oficial naval fallecido en vuelo.
La prensa del 12 de junio de 1919 tuvo en cuenta la opinión del teniente argentino piloto Udry, quien habría sostenido que probablemente Giovannardi y Sarmiento volaban preocupados por el funcionamiento de sus respectivos motores, causa por la cual ni uno ni otro notaron la posibilidad del impacto fatal.
"La Prensa" sostuvo que esta opinión era aceptada por la mayoría de los oficiales y parecía la más lógica y acertada. Publicó entonces un gráfico que señalaba la probable trayectoria seguida por los aviadores indicando la posición del hangar. Es decir el curso seguido por el avión de Mario Sarmiento, el del piloteado por Giovannardi y el momento en que esta nave dgolpeó a la de Sarmiento, cuando ambos tenían el sol de frente.
Los telegramas de las agencias noticiosas enviados a los diarios del interior eran de parecido tenor.
"La Nueva Provincia" del día siguiente (11-6-1919), bajo el título "El accidente de avión", decía:
"Buenos Aires, 12. Los técnicos coincidieron en que en el accidente de El Palomar ningún piloto es culpable. Se debió a los efectos del sol".
Hechos previos al accidente
"La Nación" de esa fecha destacaba que ese día el capitán Giovannardi despidió a los aviadores italianos Locatelli y Scaroni, quienes volaron a Bahía Blanca en sus SVA 220 HP, y luego se dirigió a un grupo de oficiales y civiles argentinos, indicando el deseo de efectuar un vuelo de corta duración, contrariando así su opinión, dada antes, de no volar ese día, al punto de que había postergado el raid a Santa Fe, que debían cumplir los aeroplanos Caproni R2.
Sartorelli como acompañante
De todas maneras hizo preparar el SVA 220 HP biplaza, lo que motivó que los soldados Sartorelli y Cervini solicitaran el lugar del pasajero en el biplaza SVA que pilotearía el capitán italiano. Giovannardi eligió a José Sartorelli, que finalmente lo acompañó en el vuelo. El motorista Sartorelli tenía apenas 19 años.
Antes de realizar el vuelo, Sartorelli había tenido un serio cambio de palabras con el citado Cervini, mecánico armador italiano a quien le habría tocado volar por turno. Como Sartorelli se empeñó en realizar el vuelo, finalmente Cervini le cedió el asiento en el aeroplano.
Otro comentarista apunta que Sartorelli no había subido nunca a un aeroplano, y por ello alegaba que, perteneciendo a una misión aeronáutica, aún no conocía lo que era volar. Jamás pudo imaginar que estaba peleando por el lugar que lo llevaría a la muerte.
En ese momento --dice el periodista de "La Nación"-- el alférez de fragata Sarmiento parecía dispuesto a iniciar otro vuelo, ya que poco antes había remontado el avión Cuadrón Le Rhone 80 HP, al que debía cambiarle una bujía.
Una vez arreglado el biplano del alférez argentino, éste reinició su vuelo en condiciones normales.
Mario Sarmiento comenzó su segundo vuelo en el mismo aparato, al que le cambió la bujía. En pocos minutos alcanzó los 300 metros de altura, pasando frente a los hangares en dirección a la línea ferroviaria, hasta el fondo del campo de aviación.
Por el lado opuesto, elevándose con rapidez, despegaba el capitán Giovannardi con su SVA 220 HP y su copiloto Sartorelli.
Mario Sarmiento con su Cuadrón 80 y el capitán italiano con su SVA 220 en línea de vuelo paralela a los cobertizos, al costado sur del aeródromo, estaban separados por 2 o 3 kilómetros.
A las 9 de la mañana, los aeroplanos ya se encontraban sobre los campos de "El Palomar". Giovannardi hacia el frente de los cobertizos y Sarmiento sobre la pista de la Escuela, por detrás de los cobertizos.
Mario Sarmiento inició su viraje y, poco después y algo más lejos, el capitán Enzo Giovannardi hacía lo mismo. Mario Sarmiento navegaba por la izquierda, mientras Giovannardi lo hacía por la derecha para dirigirse al norte. En esta forma, la ruta de los aparatos convergía en un punto, mientras estaban a un kilómetro de los hangares, aproximadamente.
Las máquinas convergen
Giovannardi, con el sol de frente, se elevó sobre el Cuadrón de Mario Sarmiento y se acercaron. Explica el periodista de "La Nación" que la distancia de los aparatos impedía a quienes seguían el vuelo comprobar si los pilotos efectuaron maniobras para evitar el choque o si éste fue el resultado de maniobras coincidentes de ambos pilotos.
"La Prensa" comenta: "De pronto los dos aeroplanos, como a una altura de 350 o 400 metros, se encontraron volando en la misma dirección de frente al sol y así siguieron un buen trecho. Quiso la fatalidad que los dos aeroplanos iniciaran una virada. Uno sobre la derecha y el otro sobre la izquierda, sin que ninguno de los dos pilotos notara la proximidad de la otra máquina, tal vez porque el sol les molestaba".
Los espectadores vieron, espantados, cómo se juntaban los aparatos, siendo difícil desde tierra precisar la forma de abordaje. El cronista de "La Nación" agrega que el SVA de Giovannardi, que era más potente, pareció seguir el vuelo y arrastrar al Cuadrón de Mario, que quedó dividido en dos partes.
De ese modo se produjo el violento impacto. "La Prensa" destacaba que el aeroplano italiano, con motor mucho más potente que el argentino, al producirse el choque golpeó fuertemente a éste en el fuselaje, es decir en el armazón, por un costado, cerca del asiento del piloto.
La cola del Cuadrón, convertida en una masa de telas y astillas, cayó verticalmente de forma que produjo la sensación de que se trataba del cuerpo de Sarmiento. El resto de su aparato, dando tumbos, terminó cayendo en un terreno inundado.
Sarmiento, no obstante volar asegurado por el cinturón, fue despedido a siete metros de su máquina.
"La Prensa" comentó lo mismo: "El aeroplano del alférez Sarmiento cayó casi en el mismo sitio del choque y el del capitán Giovannardi, a unos 200 metros de distancia".
El piloto italiano murió en su asiento, apretado por el motor, mientras su acompañante José Sartorelli fue despedido de la nave. Después de grandes esfuerzos se consiguió rescatar a Giovannardi.
Relatos coincidentes
Como hemos señalado, ambos diarios nacionales tuvieron una visión concordante acerca del suceso, particularmente en lo que hace a las causas del hecho, que coinciden en atribuirse a "la fatalidad".
Y según los cables enviados al interior (y al exterior) la conclusión fue: "Ningún piloto es culpable".
Sin embargo, el cronista de "La Prensa" se sintió en la obligación profesional de hacer constar en su nota: "Hemos intentado obtener reportajes o declaraciones escritas de algunos de los oficiales y jefes que vieron el accidente, pero todos ellos rehúsan formular declaraciones y sólo se limitan a decir que el accidente se debe a una simple y fatal casualidad".
Y recoge la opinión del volador inglés Kingsley, quien afirma:
"...en el caso de anteayer ninguno de los dos pilotos tiene culpa, pues el accidente fue debido a los efectos del sol".
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"La Prensa" comentó: "El aeroplano del alférez Sarmiento cayó casi en el mismo sitio del choque y el del capitán Giovannardi, a unos 200 metros de distancia".
Mario Sarmiento con su Cuadrón 80 y el capitán italiano con su SVA 220 en línea de vuelo paralela a los cobertizos, al costado sur del aeródromo, estaban separados por 2 o 3 kilómetros.