Bahía Blanca | Jueves, 17 de julio

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¡Es la densidad!

Manejo de baja densidad de siembra. Esa es la clave. "La soja es un cultivo que se adapta. Lo primero que tiene que hacer el productor es determinar cuál es su potencial, cuál es el margen de rentabilidad y cuáles son los costos. Y recién ahí comenzar a trabajar". Así se expresó el ingeniero agrónomo Gustavo Thiessen, asesor de un establecimiento situado en el distrito de Coronel Dorrego --a 50 kilómetros al noreste de la cabecera y a 6 kms. de Irene--, pionero en el desarrollo de cultivos no tradicionales en tierras semiáridas.

 Manejo de baja densidad de siembra. Esa es la clave.


 "La soja es un cultivo que se adapta. Lo primero que tiene que hacer el productor es determinar cuál es su potencial, cuál es el margen de rentabilidad y cuáles son los costos. Y recién ahí comenzar a trabajar".


 Así se expresó el ingeniero agrónomo Gustavo Thiessen, asesor de un establecimiento situado en el distrito de Coronel Dorrego --a 50 kilómetros al noreste de la cabecera y a 6 kms. de Irene--, pionero en el desarrollo de cultivos no tradicionales en tierras semiáridas.


 "La densidad en el cultivo de soja es de 8 a 10 semillas por metro cuadrado, o igual a 80.000/100.000 plantas por hectárea a la siembra", detalló Thiessen.


 "Esto serían unos 12 a 15 kilos por hectárea, todo con sembradora neumática. Para soja de primera la fecha de inicio de siembra es 15 noviembre y, para la de segunda, es comienzos de diciembre", agregó.


 En la zona núcleo, Pergamino por caso, se siembran alrededor de 100.000 plantas por hectárea. El único parecido con el sudoeste bonaerense es que las variedades de semillas implantadas, y tratadas, son las mismas.


 La densidad máxima corresponde a los mejores lotes, clasificados por profundidad, cobertura y mayor ocurrencia de precipitaciones.


 Con una indiferencia de 700 kilos por hectárea, en varios establecimientos de Coronel Dorrego se esperan rindes de hasta 1.800 Kg/Ha. En el caso puntual del campo donde está Thiessen, presumen una cosecha de alrededor de 2.000 Kg/Ha.


 "Nuestra tendencia es hacia un manejo prolijo de los barbechos, acoplado con análisis de suelo y de semillas", indicó.


 "El programa de soja lo comenzamos en 2010, con bajas densidades y sembradoras a chorrillos, que es un punto ineficiente en estas zonas semiáridas y duras de producción; por eso siempre digo que debemos ser más prolijos en la implantación", sostuvo Thiessen, quien trabaja para el grupo dorreguense de Diego Hollender.


 "Somos de los primeros que sumamos esta tecnología por aquí", dijo.


 "Está al alcance de todos, pero hay que asumir el tema del seguimiento, como con las malezas y las plagas en los momentos adecuados. Es un paquete a asumir que tiene costo, claro, pero que garantiza éxito", admitió.


 También mencionó que todo este desarrollo no es muy superior al sistema tradicional desde el punto de vista económico, ya que, a lo sumo, consideró, se incrementa en un 10%.


¿Y el girasol?
"Hace 6 años que no hacemos girasol, pero queremos volver este año en lotes no tan aptos para gruesa, buscando baja densidad de plantas y la mejor genética con fertilización. Queremos saber la relación costo-ingreso y, además, sumar otro cultivo en la rotación. Lo haremos sobre lotes de maíz de segunda". (Textual de Gustavo Thiessen).

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¡Es la densidad!

Que el suelo no quede desnudo














 El ingeniero agrónomo Gustavo Thiessen insistió en que la soja en el SOB tendrá desarrollo siempre y cuando haya cobertura con cultivos de invierno bien implantados porque, ante las escasas precipitaciones, no es ideal que el suelo esté desnudo.


 "¿Si seremos imitados? Claro. Nuestras experimentaciones han tenido un importante éxito y creemos que aún podemos lograr mejores resultados. No hay vuelta atrás, porque el sistema productivo va hacia este rumbo", afirmó.


 Thiessen dijo que lo ideal para la zona semiárida dorreguense es la soja de segunda, ya que la profundidad del suelo es de 50/60 o 70 centímetros.


 Asimismo, comentó que eventos tecnológicos varias veces anunciados, como los de semillas con resistencia a estrés hídrico, podrían ser una alternativa más para esta región.


 "De todos modos, lo que tenemos ahora, real, es un manejo de densidades adecuado para lograr rendimientos", aseguró.


 Este sistema de trabajo también fue ponderado por Iván Ullmann, de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca.


 "Se apunta a lograr estabilidad en rindes", comentó.


 "La idea es repartir de la mejor manera el agua disponible, que siempre es poca. No sólo se consigue que el resultado económico sea bueno, sino que el productor logra sustentabilidad", agregó.


 Datos para otro marco de referencia: para la campaña 2012/2013, en el distrito de Coronel Dorrego se sembraron 50.000 hectáreas de soja de primera; 70.000 de segunda; 25.000 de girasol y 12.000 de sorgo, cuando en trigo se hicieron 83.000 has. (con una caída del 30%) y 190.000 has. en cebada.

Maíz de alto rinde






 En cuanto al maíz, Thiessen comentó que la densidad en maíz es de 20.000 hasta 28.000 plantas por hectárea para los de primera y de 17.000 hasta 20.000 en los tardíos, o mal llamados de segunda.


 La fecha de siembra es a partir del 25 noviembre y hasta 15 de diciembre. Por el factor genético, en maíz se elige sembrar líneas de primera.


 Del maíz tardío, sembrado sobre cebada, se espera un rendimiento de 3.400 Kg/Ha, cuando el rinde de indiferencia es de 1.800 Kg/Ha.


 También aquí la densidad máxima corresponde a los mejores lotes, clasificados por profundidad, cobertura, lote antecesor y mayor ocurrencia de precipitaciones.

En maíz tardío, sembrado sobre cebada, en Coronel Dorrego se espera un rendimiento de 3.400 kilos por hectárea. En aquella región, el rinde de indiferencia es de 1.800 Kg/Ha. En la escena se advierte claramente el espacio de densidad de planta.