Lo más parecido a un mundo perfecto
Ya en su rol de director después de décadas como actor, Clint Eastwood rodó en 1993 una película protagonizada por Kevin Costner. "Un mundo perfecto" tuvo buena aceptación de la crítica y también de la audiencia. Ese podría ser, justamente, el nombre para describir el momento que vive la economía argentina.
No se trata de describir la realidad local, sino de graficar el impacto que el actual contexto internacional tiene sobre la evolución local. Una y mil veces se discutió sobre el peso del "viento de cola" y cuánto del crecimiento se debe a variables internacionales que acompañan y cuánto a las decisiones estrictamente locales. De poco sirve ahondar demasiado en este punto, porque cada sector tendrá su propia visión. Los que apoyan al gobierno minimizarán el factor externo y los que se paran en la vereda de enfrente sostendrán que "a pesar de" los Kirchner, la economía argentina pudo conseguir muchos años seguidos de expansión.
Es indiscutible, sin embargo, que las actuales variables exógenas (es decir, aquellas que no dependen de las decisiones que se tomen localmente) son notablemente mejores que las existentes en la década del 90. La convertibilidad no sólo chocó con la rigidez de un tipo de cambio fijo (que en aquel momento era usual en la mayoría de los países), sino que enfrentó una soja que cotizó a un promedio bien por debajo de los u$s 200 durante toda la década. Y sobre todo en la segunda mitad, el dólar atravesó un proceso de fuerte revaluación que automáticamente encareció a la Argentina con respecto al resto del mundo.
¿Cómo están actualmente esos valores y de qué manera impactan en el país? Es conveniente realizar un análisis detallado de cada uno de estos puntos:
* La debilidad del dólar contra las demás monedas, incluyendo las de países emergentes, no hace otra cosa que suavizar el encarecimiento de la Argentina, pero debido a los altos niveles de inflación, en 9 meses, la cotización del dólar contra una canasta de monedas de países desarrollados cayó 15%. En conclusión, el mundo se volvió más caro. La caída del dólar en Brasil esta semana a menos de 1,60 reales así lo demuestra. De esta forma, se alivian las presiones para una devaluación, sencillamente porque el atraso cambiario queda disimulado en un contexto en el que todo vale más medido en dólares.
¿Es tolerable una inflación del 25% con una cotización cambiaria quieta? No durante mucho tiempo, pero sí por un plazo más prolongado, si se mantiene esta caída de la moneda norteamericana.
* Tal como ya sucedió en otras épocas recientes, en particular en 2008, la contracara del dólar débil es un fuerte incremento de las materias primas, como el oro, el petróleo y también el principal producto de exportación argentino, es decir, la soja. Si bien pesa la mayor demanda mundial (particularmente de China) y los conflictos de los países árabes en el caso del crudo, que superó los 112 dólares el barril, sólo explican una parte de las subas. Lo concreto es que la soja se mantiene bien por arriba de los 500 dólares, un promedio mayor que el tuvo en 2008, cuando el gobierno se quiso apropiar de una porción mayor de la renta sojera a través de la famosa resolución 125.
No podía haber sido más oportuno el salto, que asegura un verdadero aluvión de dólares en este trimestre. No es casual que el Banco Central ya esté comprando más de 100 millones de dólares diarios.
* Otro de los aspectos que juega a favor es la continuidad de las tasas bajas en el mundo. El aumento de 0,25% que definió el Banco Central Europeo no cambia demasiado esta visión. Y la Reserva Federal norteamericana mantendrá por un buen tiempo sus tasas en niveles mínimos, ya que la desocupación sigue siendo un problema serio en los Estados Unidos. Esto favorece una mayor llegada de fondos a países emergentes, que tienen mayor rendimiento, y la Argentina se ve beneficiada. Los inversores, de hecho, buscan rentas altas como las que ofrecen hoy los bonos argentinos. Este contexto de tasas bajas en Estados Unidos es, al mismo tiempo, lo que "plancha" el valor del dólar a nivel internacional.
No alcanza. Pero sería necio considerar que este "mundo perfecto" es suficiente para la Argentina. Si las decisiones autónomas no acompañan, la sensación de bienestar terminará siendo pasajera y no demorarán en aflorar nuevamente los problemas e inconsistencias de un modelo económico que depende mucho más de un solo producto que lo que está dispuesto a reconocer el propio gobierno.
Si la soja cayera a 350 dólares la tonelada o menos, el país ya no recibiría una gran masa de dólares, se perdería el superávit comercial, caerían las reservas del Banco Central y el gobierno se quedaría sin posibilidad de financiar el aumento del gasto público o de sostener los niveles de emisión monetaria. Pero mientras China siga creciendo y no peligre la reactivación mundial, este escenario aún tiene chances remotas de transformarse en realidad.