Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

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La herencia más valiosa de César Milstein

BUENOS AIRES (Télam).-- Los anticuerpos monoclonales descubiertos por el químico bahiense y Premio Nobel César Milstein serán fabricados en Argentina a través de un subsidio de 20 millones de pesos que el ministerio de Ciencia y Tecnología otorgó a un consorcio público privado, para su uso terapéutico en cáncer y enfermedades autoinmunes como artritis reumatoidea.
La herencia más valiosa de César Milstein. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 BUENOS AIRES (Télam).-- Los anticuerpos monoclonales descubiertos por el químico bahiense y Premio Nobel César Milstein serán fabricados en Argentina a través de un subsidio de 20 millones de pesos que el ministerio de Ciencia y Tecnología otorgó a un consorcio público privado, para su uso terapéutico en cáncer y enfermedades autoinmunes como artritis reumatoidea.


 "Es una barbaridad que no se haya desarrollado una tecnología a nivel industrial farmacéutico, porque se trata del descubrimiento de un argentino", afirmó Alberto Díaz, director del área de Biotecnología Industrial del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).


 Ahora comenzará el proceso para el desarrollo y la producción industrial a través de un consorcio público privado argentino integrado por el INTI, el Instituto de Oncología Angel Roffo, la Universidad de Quilmes y las empresas privadas PharmADN, Laboratorio ELEA y Romikin, informó el INTI.


 Desde el descubrimiento que le valió a Milstein ser Premio Nobel de Medicina 1984 (ver aparte), los anticuerpos monoclonales emergieron como una promisoria herramienta en el tratamiento del cáncer.


 "César tuvo esa visión de quien investiga y mira cuáles son las aplicaciones, y es el buen ejemplo del hacer ciencia de buen nivel sin negar el uso de la industria, ya que él favoreció el desarrollo de la primer empresa de anticuerpos monoclonales en Gran Bretaña", reivindicó Díaz.


 Milstein "fue un científico que tuvo militancia a través del Centro de Estudiantes de Química, para ver si podía colaborar en la construcción de una política científico tecnológica para Argentina", contó.


 El biotecnólogo precisó que estos medicamentos inyectables "son muy caros porque es una molécula unas dos mil veces más compleja que la aspirina, lleva un proceso complicado, la investigación clínica es larga y las empresas exageran los precios".


 En Argentina "hay una industria farmacéutica fuerte pero ha importado los principios activos y no ha producido nuevas moléculas", consideró.


 "Habrá que favorecer la integración entre la parte regulatoria, hospitalaria y autoridades sanitarias" para que la producción pública de medicamentos sea posible a través de un rol del Estado que "incorpore el conocimiento favoreciendo la creación de empresas, sean públicas o privadas", planteó Díaz.


 Se estima que los productos de origen biotecnológico constituirán el 23% del mercado farmacéutico global en el 2014.


 En 2008, once productos biotecnológicos reportaron ventas superiores a 2 mil millones de dólares, seis de ellos, anticuerpos monoclonales o proteínas de fusión.


 Como parte del proceso que resolverá el consorcio, el INTI, entidad presidida por Enrique Martínez, hará la fermentación, purificación y producción de lotes a escala de desarrollo, y sus correspondientes controles de calidad.


 La empresa biotecnológica PharmADN, con capacidad de clonado y expresión, desarrollará los métodos de control de calidad y producción de lotes piloto.


 El laboratorio de especialidades medicinales Elea tendrá a su cargo el desarrollo galénico y la formulación de los lotes piloto para estudios de estabilidad, ensayos preclínicos y clínicos.


 Además, se ocupará del registro ante el ente regulatorio estatal ANMAT y gerenciará -conjuntamente con el grupo de investigación del Instituto Roffo- los ensayos de farmacocinética, farmacodinámica y, eventualmente, ensayos clínicos.


 Estimaciones del INTI en base a droguerías hospitalarias y datos de importaciones indican que ingresan anualmente al país 32 mil unidades que implican unos 120 millones de pesos para un solo producto, con un 90% de las ventas correspondientes a la indicación oncológica.



De qué hablamos cuando hablamos del Nobel






 


 Los anticuerpos monoclonales descubiertos por César Milstein le valieron la obtención del Premio Nobel de Medicina en 1984, tal como lo recrea Ximena Sinay en el libro "César Milstein, la química de la pasión", dedicado íntegramente a la vida y obra del bahiense.


  Sinay evoca que, cuando el químico comenzó a trabajar en Cambridge con George Köler en anticuerpos, todavía "la fusión (de células) no estaba en nuestras mentes".


 Milstein investigaba los anticuerpos, proteínas producidas cuando una sustancia extraña llega al organismo e incentiva la respuesta inmunológica capaz de eliminar al invasor.


 Los científicos "se devanaban los sesos viendo cómo conseguir anticuerpos puros y solamente aquellos que necesitaban para luchar contra un antígeno en particular", por lo que "encontrar la manera de fabricarlos artificial y constantemente se había convertido en un norte para Milstein", reseña Sinay.


 "Es como una aguja en un pajar. Si tenemos un anticuerpo específico contra esa sustancia, ese anticuerpo puede funcionar como un imán capaz de ignorar la existencia del pajar y reconocer exclusivamente la aguja", explicaba el propio Milstein ante una audiencia de 1.200 personas reunidas en la Facultad de Ciencias Exactas, en 1999.


 En 1975, Milstein, Köler y Niels Jerne comenzaron con los experimentos.


 "Lo importante era purificar las células productoras del anticuerpo, pero una célula no produce una alta cantidad de anticuerpos y, por lo tanto, se necesitaba cultivarlas para obtener poblaciones de células idénticas, que produzcan cantidades ilimitadas de anticuerpos", cuenta Milstein.


 Como cultivar células productoras de anticuerpos, o linfocitos B, no era posible porque se mueren muy rápidamente fuera del organismo, "el truco fue inmortalizar las células".


 Los investigadores lograron fusionar una célula productora de anticuerpos con una célula de origen tumoral, o mieloma, que tiene la capacidad de crecer y reproducirse fuera de un organismo.


 "Los híbridos heredan las propiedades de las dos células progenitoras: la capacidad de producir y secretar anticuerpos específicos y la de crecer indefinidamente en tubos de ensayo".


 Así, pudieron obtener hibridomas capaces de producir inmunoglobulinas, que son proteínas del suero sanguíneo que actúan como anticuerpos, a las que denominaron anticuerpos monoclonales.


 En la conferencia "La curiosidad como fuente de riqueza", dictada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde Milstein se doctoró en Química, el científico relataba "la feliz consecuencia de la investigación básica".


 "La simple curiosidad por tratar de comprender cómo funciona un tipo de célula del sistema inmunitario" les hizo descubrir la forma de producir los anticuerpos monoclonales que servirían para terapias en ciertos tipos de cáncer, la producción de vacunas o el diagnóstico precoz y casero del embarazo.


 La Fundación Nobel reconoció que la obtención de los anticuerpos monoclonales era el avance metodológico más importante realizado en el campo de la biomedicina durante los años 70.



MARIO GABRIELLI
"La Nueva Provincia"









 Antes que nada esta es una noticia que, a los bahienses, debe llenarnos de orgullo, por más que muchos desconozcan los pormenores técnicos que hay detrás de esta investigación científica.


 Celebro que la memoria de César --un tanto diluída, incluso en su ciudad natal-- haya sido recuperada a través de este valioso emprendimiento al servicio de la salud de los argentinos.


 No hay que olvidarse de que fue expulsado virtualmente del país en 1963, por una actitud intolerante del gobierno de turno, y que entonces los ingleses, hábiles, le abrieron las puertas y le dieron todo lo que necesitaba para trabajar, porque sabían de su inmensa capacidad intelectual.


 Allí realizó la mayor parte de su carrera, lejos del país físicamente, aunque no en los afectos.


 De ahí la alegría que siento hoy, al verlo regresando a su patria en forma victoriosa. No lo hace él en persona, por supuesto, pero sí a través de su legado como hombre de ciencia. Y eso también tiene un inmenso valor.