Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

"Agradezco ser lo que siempre soñé ser"

Las campanas suenan una y otra vez, como si estuvieran dentro de la casa de "Pipo" Palacios, en la calle Espora, muy cerca de la parroquia San Luis Gonzaga y a muy pocas cuadras de donde nació, en Belgrano al 500. Su manera de vivir, un poco en Bahía y un poco más en La Plata, obedecen a razones laborales, ya que dibuja para una editorial platense.




 Las campanas suenan una y otra vez, como si estuvieran dentro de la casa de "Pipo" Palacios, en la calle Espora, muy cerca de la parroquia San Luis Gonzaga y a muy pocas cuadras de donde nació, en Belgrano al 500.


 Su manera de vivir, un poco en Bahía y un poco más en La Plata, obedecen a razones laborales, ya que dibuja para una editorial platense.


 Casado hace casi 40 años con Elvira Rabanetti, Pipo "va y viene". Aquí lo esperan su única hija Virginia, y sus gatas "Pipinula" y "Felicitas".


 "Cuando cerramos nuestra agencia de publicidad empecé a dibujar historietas y a trabajar en una editorial de Barcelona, desde 1978 al 2000. Tuve el honor de ser reconocido a la par de argentinos inolvidables y talentosos como Quino, Caloi y Fontanarrosa", asegura.


 Dibujantes como Frank Miller (300, Sin City), Solano López (El Eternauta), Hugo Pratt (El Corto Maltés) y los cómics del "Hombre murciélago" son algunos de sus preferidos.


 "Me compro todo lo que haya de Batman. Es uno de mis pasatiempos. Lo sigo de cerca porque este mundo de las historietas está en extinción".


 Ahora Pipo dice que va por otro de sus sueños: el de la editorial propia.


 "Quiero publicar mis historietas. El circuito del cómic es muy amplio y con mucho público. La idea es darle la posibilidad a escritores y dibujantes locales. Acá hay mucho talento".


 Pipo comenzó a los 15 años a meterse "en los ojos" de los bahienses, armando las vidrieras de las Tiendas Gran Sud, en San Martín y Belgrano, inauguradas el 8 de mayo 1958, porque para entrar a la radio "era muy chico".


 "El tema de usar traje de chiquito me daba un aire de seriedad que me hacía confiable. Con el tiempo llegaron a encargarme las vidrieras de negocios de Suárez y Pringles".


 Al cumplir los 16, Pipo ya había ganado 5 mil pesos (lo que valía un buen auto de entonces) en un concurso nacional de afiches organizado por la General Electric, cuando recién se instalaban las primeras luces de mercurio.


 "Cuando salí del servicio militar me las ingenié para armar lo que fueron los primeros recitales de rock de Bahía. Manejaba cinco bandas que tocaron en el Palacio del Cine y en el Rossini, y una de las bandas, Terrón de Azúcar, batió un récord de 76 horas tocando sin parar".


 Todo el dinero ganado en esa maratón se destinó al Centro Luis Braille.


 "Tenía 23 años y encaraba cosas muy locas. No sé cómo, pero funcionaban. La agencia de publicidad que tenía las principales cuentas de Bahía (como la de los fideos Barrita de Oro) me tomó como creativo. También entré a LU2. Trabajaba todas las mañanas y las trasnoches de los sábados".


 Dice que fue durante 10 años la voz de la radio de Reprise Records --la empresa de Frank Sinatra en Buenos Aires-- y que produjo 17 discos de artistas de la talla de César Banana Pueyrredón, Alberto Cortez y León Gieco.


 "Siempre fui muy respetuoso de los que me rodean, creo en la palabra 'equipo' y en la distribución equitativa de los ingresos".

Virginia, antes y después.
"Astróloga, actriz, locutora, comentarista de espectáculos, amante de los animales e hija única". Durante los cinco años que trasnocharon en la radio juntos, Pipo presentaba de esa manera a su colega de trabajo, pero a la vez, su mejor logro.





 "Mi hija es una chica querida, sana, con mucha credibilidad y bien capacitada para trabajar en un montón de cosas. Si la radio me propusiera volver, claro que lo haría, porque siempre creí que fue un acierto el haber confiado en nosotros. Gracias a eso salió algo tan loco y tan único como ese programa, donde recibíamos casi 150 llamados por noche, un espacio mágico donde la gente podía hacer catarsis en sus momentos de tristeza y de alegría".


 Pipo se acomoda mientras la gata "Pipinula" deambula por los sillones, y aclara que no prende la televisión porque está llena de "barbies de silicona que no piensan".


 "En la tele no hay nada que me interese. Nos hemos convertido en un país que vive del conventillo. No hay una mísera idea y cuando aparece alguna no te la dejan entrar".


 Suele invertir su tiempo libre en ver películas viejas, como El Color Púrpura o El carnaval de las águilas, o releer muchos comics. Además, arma junto a Virginia la revista Signos y marcas.


 "Me gustaría que mi hija me recuerde como un padre que sin ser un trepador y sin pasar por arriba de nadie, hizo lo que le gustaba. Agradezco haber sido lo que siempre soñé ser y no un médico o abogado como querían mis padres".


 Desestima los bienes materiales, entre otras cosas, que brindan placeres momentáneos.


 "Nunca doy nada a medias y no analizo si hay mucha o poca plata en el medio. Uno es rico si tiene buenos amigos y buenos pensamientos. El mundo está demasiado decadente. Se va todo muy rápido: guerras, contaminación, depredación... ¿De qué te sirve creer que sos rico si estás rodeado de pobres?
Laura Gregorietti


Un sapo famoso.






 "Sapienso" nació en los años '80, a pedido de la dirección de Canal 9. Fue un notable éxito entre los chicos.


 "No sabían que me iba a aparecer con un sapo. Me convocaron porque necesitaba levantar el rating del canal, ya que no le proveían de buenos materiales. A la semana, reventamos todo, y estuvimos tres años en el aire, 1985, 86 y 87", recuerda Pipo.