Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

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La estrella de otrora parece ir perdiendo brillo

El peronismo, en cualquiera de sus variantes históricas y con sus distintas denominaciones (ortodoxo, renovador, menemismo, kirchnerismo, cristinismo) jamás pudo evitar lo que aparece como una contradicción medular: la demanda sindical surgida de sus propias entrañas. En los momentos de aromados pétalos (triunfalismo y abundancia), hay caricias y arrullos. Cuando brotan las espinas (necesidades y ajustes), mandobles y conflictos.

 El peronismo, en cualquiera de sus variantes históricas y con sus distintas denominaciones (ortodoxo, renovador, menemismo, kirchnerismo, cristinismo) jamás pudo evitar lo que aparece como una contradicción medular: la demanda sindical surgida de sus propias entrañas.


 En los momentos de aromados pétalos (triunfalismo y abundancia), hay caricias y arrullos. Cuando brotan las espinas (necesidades y ajustes), mandobles y conflictos.


 Desde que el Frente para la Victoria accedió al poder, en 2003, hubo una etapa de romance, donde Hugo Moyano, aliado con Néstor Kirchner, se hizo del comando de la CGT, sacó las mejores tajadas y las compartió con sus compañeros.


 También hizo y deshizo para repartir el resto entre otros no tan amigos, quienes, si bien al principio aceptaron a regañadientes las condiciones impuestas por imperio de esa realidad política, terminaron abandonando la nave insignia y abonando las relaciones con el gobierno y sus allegados.


 Más tarde, ya sin Kirchner y con Cristina Fernández concentrando todo el poder, la estrella de Moyano fue perdiendo brillo y muchos de sus colegas --aquellos rivales-- aprovecharon para acercarse al calor gubernamental impulsando un deseo de la Casa Rosada: expulsarlo del centro de la escena.


  En estos meses, el gobierno no dio respuestas a varias demandas:
* La actualización del mínimo no imponible para la aplicación del impuesto a las ganancias.
* La reformulación del esquema de asignaciones familiares.
* El proyecto que propugna el reparto de utilidades de las empresas con sus trabajadores.
* Pagar la deuda del Estado con las obras sociales, según reclaman los sindicatos.






 Así las cosas, el distanciamiento de la relación gobierno-gremios se da en una etapa caliente: con el acto de los camioneros en el estadio de Huracán a la vuelta de la esquina y a sólo un trimestre de reabrir las negociaciones paritarias.

Luis Tarullo/DyN