Dr. Juan Carlos Cafasso: el gran organizador
Muy pocas cuestiones resultan absolutamente indiscutibles, entre los integrantes de tiempos actuales y pretéritos del hospital Municipal, como la certeza de que el doctor Juan Carlos Ramón Cafasso, quien ocupó la dirección general del nosocomio entre 1986 y 1989, fue su líder natural por excelencia, aquel que no sólo lo salvó de ser convertido en un geriátrico, sino que, lisa y llanamente, sentó las bases para transformarlo en la prestigiosa institución que es hoy.
"Tenía referencias destacables de honestidad y transparencia y, además, era sumamente idóneo en conocimientos técnicos relacionados con el manejo del hospital. Sumado a eso, contaba con el consenso de la comunidad hospitalaria, lo cual era muy importante para evitar problemas posteriores", recordó el ex intendente Juan Carlos Cabirón.
Pero las consideraciones del entonces jefe comunal no bastaron para que Cafasso asumiera el cargo en forma automática, sino que el cirujano interpuso, como condición indispensable, que se efectuase el concurso de rigor, el cual ganó ampliamente.
Cafasso fue secundado, en la dirección general, por el doctor Carlos Santillán, también designado por concurso, y los dos se ciñeron, durante el lapso que duró su gestión, al plan director que ya había sido cuidadosamente ideado por el primero.
"Lo que más me impactaba de Cafasso era que, en su especialidad, era sencillamente deslumbrante --recordó Santillán--. Y, en segundo lugar, su extraordinaria capacidad de trabajo. Comenzaba su tarea a las 7, continuaba por la tarde y, en muchas oportunidades, concurría los sábados, durante todo el día. Era un apasionado por el hospital".
Añadió que el profesional intentaba inculcar sus principios a todos los empleados y, en general, lograba que el plantel le respondiera con absoluto convencimiento. "Era un ser sumamente correcto y muy honesto. ¿En el trato cotidiano? ¡Era buenísimo! Cordial y, sobre todo, muy optimista", remarcó.
Los doctores Bernardo Kaiser, Federico Conradi y Guido Robiolio integraron, en aquellos años, la mesa de la que emanaban todas las decisiones, equipo que contaba, además, con la colaboración de los médicos Manuel Bermúdez y Omar Pezzutti, entre otros.
"Todos los días, después del paseo a caballo cotidiano de Cafasso, que se extendía entre las 5.30 y las 6.30, nos reuníamos en la dirección alrededor del mate (una calabaza enorme), para elaborar las ideas y pergeñar las estrategias que cada miembro iba a desarrollar durante el día o de acuerdo con el cronograma establecido", recordó Kaiser.
El doctor Conradi aseguró que el gusto de trabajar con Cafasso estaba cimentado en la capacidad del cirujano de convencer de que las ideas brillantes que tenía se podían llevar a la práctica. "Prueba de ello es que gente de la comunidad, como los empresarios Enrique Jaratz (Banco del Sud), José Manuel Eliçabe (La Isaura) y Pedro Moreno (Oleaginosa Moreno) desembolsaron más de dos millones de dólares para invertir en el hospital Municipal, sólo porque confiaban en Cafasso y el grupo que él lideraba", destacó.
Agregó que esfuerzos de tamaña magnitud se tradujeron inmediatamente en el crecimiento del nosocomio: se renovó el servicio de Diagnóstico por Imágenes, con la adquisición de los primeros tomógrafo y ecógrafo, y se edificaron las salas de internación 9 (cirugía general) y 10 (clínica médica), pese a la hiperinflación de la época.
"Un párrafo aparte merece la importancia que daba a la capacitación del recurso humano: creó las residencias médicas, el departamento de Investigación, del cual fui el primer jefe, y la Escuela Municipal de Enfermería", relató Conradi.
El doctor Omar Pezzutti subrayó que, más allá de la transformación edilicia y tecnológica, Cafasso produjo un cambio absoluto del modelo de hospital. "Durante su gestión, el nosocomio se modernizó; se redujeron los días de internación y se renovaron los procedimientos del plantel médico, para lo cual fue necesario, antes, introducir la dinámica de los cursos de perfeccionamiento frecuentes, lo cual elevó el recurso humano a un nivel que posibilitó el cambio", ejemplificó. Y agregó que el cirujano conjugó la capacitación de los profesionales de la salud con el crecimiento y ordenamiento de la estructura organizativa y de los servicios de apoyo.
Para Kaiser, una de las mayores habilidades de Cafasso fue la de hilvanar y concretar todas las ideas importadas de su perfeccionamiento en el instituto Karolinska, de Suecia, y de otros centros de renombre mundial con los aportes de sus colaboradores locales. Luego, resaltó que Cafasso había impuesto, en forma terminante, una política de mani pulite.
"Cuando estábamos por comprar el primer tomógrafo, varias empresas ofertaron y una de ellas presentó un número altamente llamativo; habíamos aclarado que nosotros no cobrábamos comisión, pero este empresario no lo creyó. Después, quiso volver a presentar su propuesta reformulada, pero no fue aceptada y la negociación siguió con las restantes compañías, como correspondía", contó Kaiser, anécdota que fue citada también por Cabirón.
Añadió Kaiser que Cafasso hacía un culto del trabajo en equipo, en un clima de amistad y marcada libertad. "Entendía que había que dedicar muchas horas al quehacer hospitalario y él constituía el principal ejemplo: era el primero en llegar y el último en irse; incluso, los sábados", terminó.
Conradi lo sintetizó como "un gran organizador, un innovador y un revolucionario en cualquier cuestión que emprendiese, desde productor agropecuario hasta presidente del club de Equitación".
En concordancia con esta apreciación, la contadora Zulema Zan, quien se desempeña desde aquellos tiempos como tesorera del hospital, elogió la capacidad de Cafasso de analizar cada aspecto del nosocomio desde una perspectiva integral. "Yo aprendí la vida hospitalaria estando a su lado. Entraba a su oficina a las 6.45, para que me firmara expedientes, y él, que tenía una gran comprensión de lo macro, analizaba cada detalle en función de esa concepción general. Después, convocaba a todos los expertos: contador, administrador y cuerpo médico y, cuando tenía que tomar decisiones, lo hacía de inmediato, sin titubear", destacó.
Una de las principales virtudes que se reconocen al prestigioso médico es, en palabras del doctor Kaiser, su "exquisito trato con el personal. Conocía a todos, incluyendo los empleados de maestranza, limpieza, lavandería... Ese gran sector del hospital que, a veces, los directivos no ven ni visitan y donde él estaba permanentemente, escuchando", diferenció.
Un grupo que lo recuerda especialmente es el de las enfermeras más antiguas: "Era nuestro primer día de trabajo. Apenas pasadas las 6, antes de dirigirnos a nuestros respectivos servicios, nos informaron que el doctor Cafasso nos esperaba en la dirección --memoró Mónica Franqueira--. Nos hizo pasar de a uno: lucía impecable y perfumado como siempre y nos dimos cuenta, por sus comentarios, que había participado en la confección del examen escrito".
"Nos informó que habíamos aprobado, nos preguntó por nuestra vida particular y lo que más le interesaba saber era por qué queríamos trabajar en este hospital. A partir de ese día, nos cruzaba y nos llamaba a cada uno por el nombre; tenía una memoria impresionante", completó Silvia Otero.
La directora de la Escuela Municipal de Enfermería, licenciada Carmen Monte, transmitió el agradecimiento eterno de todos los enfermeros por su iniciativa de crear, en 1990, el establecimiento educativo, para lo cual convocó a la licenciada Blanca Sobisch.
"Yo era instructora; el primer día de práctica, nos dio la bienvenida y nos abrió las puertas de este hospital, que él tanto amaba, para que concretásemos su sueño. A medida que pasa el tiempo, valoramos cada vez más su obra", sostuvo.
Una reflexión que representa el sentir de la mayoría de las personas que lo conocieron está sintetizada en las palabras del doctor Jorge Milstein, quien trabajó a su lado y hoy se desempeña como jefe del servicio de Clínica Quirúrgica: "Fue lo mejor que nos pudo pasar; tenía una capacidad de administrar, motivar y seducir a la ciudadanía increíble. Quienes lo sucedimos oportunamente en la dirección fuimos inspirados por él; siempre contamos su historia y lo ponemos como ejemplo para las jóvenes generaciones --explicó--. Además, era una persona sumamente agradecida; siempre encontraba la oportunidad para elogiar a su maestro, el doctor Goñi Moreno, con quien, después de aprender, tuvo el privilegio de trabajar".
El doctor Roberto Santiago, actual director general y discípulo de Cafasso, lo recordó como un maestro para todas aquellas generaciones que lo conocieron: "Supo inculcar con el ejemplo que el paciente debía recibir de los profesionales de la salud la mejor de las dedicaciones, con compromiso, presencia y, sobre todo, con honestidad. Ese legado fue y será nuestra razón de pertenecer a una institución como es el hospital Municipal", sintetizó.
Más de 50 años de amistad
El ex director general del hospital Municipal doctor Arnaldo Fiorini, además de haber iniciado junto con Cafasso la realización de la cirugía cardiovascular en el nosocomio comunal, fue su amigo desde mediados de los años 50 hasta su muerte.
Compartían la pasión por la excelencia cimentada en el estudio, la constancia y el esfuerzo.
Desde el punto de vista humano, conserva los mejores recuerdos de su entrañable amigo: "Era una excelente persona, sumamente sensible y, fundamentalmente, sumamente honesto; en el ejercicio de la medicina, estaba del mismo lado del mostrador que el enfermo", graficó.
Aclaró que su brillantez para nada lo llevaba a ser ceremonioso: "Solía concurrir con su señora a las reuniones que terminaban con un buen vino y baile y era muy agradable conversar con él".
El simposio inolvidable
Antes de descollar en la dirección general, Cafasso ya era conocido en todo el mundo como un eximio cirujano, ya había escrito su obra Seguridad en quirófano y, sobre todo, había dejado huellas imborrables entre sus discípulos del servicio de Cirugía del hospital Municipal y en todos los colegas que habían tenido el privilegio de tratarlo. De hecho, fue el único bahiense, hasta hoy, que ofició como relator en un congreso argentino de cirugía.
Para la licenciada Blanca Sobisch, quien lo ayudó a crear este servicio, centralizando la tarea de todos los quirófanos que existían desperdigados por el nosocomio, el cirujano tenía, sobre todas las cosas, entrega: "Si el paciente le hablaba en un pasillo, se detenía y lo escuchaba. Eso lo hacían únicamente los grandes que tuvo este hospital, como los doctores Armando Costales, Arnaldo Fiorini y él", subrayó.
Contó que Cafasso llegaba al quirófano a las 7 y, si el equipo de cirujanos que había reservado el turno presentaba una demora superior a los diez minutos, él ordenaba que continuara el siguiente.
"Permanecía en el servicio hasta que se agotaba la actividad. A eso de las cuatro de la tarde, lo llamaban de la casa para preguntarle si no pensaba almorzar", memoró la enfermera.
El doctor Milstein lo recordó como un gran maestro: "No existiendo las residencias, se ocupaba de nuestra formación, dándonos clases con láminas y diapositivas, los elementos del momento. El dio forma al servicio de Cirugía que tenemos hoy, continuando con la puntualidad, la responsabilidad y la búsqueda constante de formación y desarrollo de cada integrante que él nos inculcó. Seguramente, le hubiera gustado ver que, hoy, la mayoría de los miembros del servicio fueron residentes del mismo y que estudiantes de la Escuela de Medicina de nuestra ciudad rotan por el servicio", comentó.
Más de una generación de cirujanos de nuestro país seguramente alberga, en un lugar destacado de su memoria, el simposio Internacional de Cirugía de Bahía Blanca, que Cafasso organizó en 1978, al que acudieron los 16 máximos exponentes extranjeros en la materia, más medio centenar de los más destacados de la Argentina.
Fiel a su estilo perfeccionista y metódico, y pese a las limitaciones comunicacionales de la época, logró que, durante una semana, los cirujanos de nuestro país y naciones limítrofes pudieran dialogar mano a mano con los autores de los libros que estudiaban.
El doctor Guillermo Garde trajo a colación que Cafasso había resuelto que cada médico del servicio de Cirugía acompañara a una eminencia extranjera y se pusiera a su disposición. "Tanto fue así que muchos de los profesionales locales después fueron recibidos por estas personalidades en el exterior, para cursar sus especialidades", comentó.
La nota que antecede fue elaborada por personal de la oficina de Prensa y Difusión del Hospital Municipal de Agudos Doctor Leónidas Lucero.