Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Suspenso con un montaje frenético y espectacular

Un drama con mucho suspenso y un montaje frenético, que recuerda a Escape en tren (1985), de Andrei Konchalovsky, con Jon Voight y Eric Roberts en la piel de dos fugitivos de la justicia que huyen en tren a través de paisajes helados, perseguidos por un tenaz sabueso. En este caso el director es Tony Scott, quien ya demostró su oficio en películas de acción como Top Gun, Marea roja, Hombre en llamas, Déjá vu y Rescate en el metro 123. Y como en las cuatro últimas, también en Imparable, el protagonista es Denzel Washington.




 Un drama con mucho suspenso y un montaje frenético, que recuerda a Escape en tren (1985), de Andrei Konchalovsky, con Jon Voight y Eric Roberts en la piel de dos fugitivos de la justicia que huyen en tren a través de paisajes helados, perseguidos por un tenaz sabueso.


 En este caso el director es Tony Scott, quien ya demostró su oficio en películas de acción como Top Gun, Marea roja, Hombre en llamas, Déjá vu y Rescate en el metro 123. Y como en las cuatro últimas, también en Imparable, el protagonista es Denzel Washington.


 Un cartel colocado al comienzo del filme señala que está basado en "hechos reales". Y es verdad. Lo que narra Tony Scott ocurrió --aunque no exactamente así-- en Ohio en 2001. Los nombres de los personajes son inclusive los mismos.


 Pero a diferencia de Escape en tren, aquí los protagonistas no son delincuentes, sino trabajadores ferroviarios. Frank Barnes es un veterano con veintiocho años de servicio, mientras que Will Colson es un novato recién ingresado. Ambos montan la locomotora 1206.


 Mientras tanto, por una negligencia, el tren 777 comienza a rodar sin conductor, sin frenos neumáticos y a una considerable velocidad por la región de Pensilvania, provocando el frenesí de la supervisora Connie Hooper.


 El problema --y conflicto dramático de la historia-- será detener ese tren, que lleva varios vagones cargados con combustible. Desde las oficinas de la empresa ferroviaria se imparte la orden de hacerlo descarrilar, pero Frank tiene otra propuesta. Y esto genera un segundo conflicto.


 Otros conflictos menores pero con incidencia en la historia, son los personales o domésticos de Frank y Will que, bien dosificados, se van conociendo a medida que avanza el relato.


 Todo es vértigo, con los protagonistas empeñados en la tarea de enfrentar esa "desbocada bestia de hierro", convertida en el "villano" de la historia, para salvar vidas humanas y evitar una catástrofe ecológica.


 En el episodio está involucrado un grupo de alumnos de la primaria que, paradójicamente, están haciendo una experiencia sobre "seguridad ferroviaria".


 Como símbolo, el tren incorpora la idea de destino que sobrevuela a los personajes. Y mientras se desarrollan los acontecimientos, la televisión --que transmite en vivo y es utilizada por el director como soporte narrativo complementario-- mantiene en vilo a la población.


 La narración es sólida, pero sustentada básicamente sobre un montaje paralelo y trepidante, que crea suspenso y alimenta una historia que es demasiado pequeña para despertar grandes adhesiones. El atractivo radica en el virtuosismo formal y la espectacular puesta en escena.


 Denzel Washington se mueve como pez en el agua, pero comparte el papel de "héroe" con Chris Pine, quien lo acompaña en la odisea y procura no desentonar, en particular hacia el final de la película, donde se juega la vida.


 El tercer personaje clave es el interpretado por la morocha Rosario Dawson, quien se desvive por ser eficaz en su función, pero sin descuidar su larga cabellera, que la tiene casi tan preocupada como el descontrolado tren conocido como "Triple Siete".