El surgente de Spurr

Hace 44 años, en septiembre de 1965, los vecinos de Villa Rosas manifestaron su disgusto por el mal uso del agua suministrada por el surgente de Spurr, la cual terminaba en el mar sin aprovechamiento alguno.
Considerado el surgente más productivo de la ciudad, el pozo de Spurr fue realizado por la Dirección Nacional de Geología y Minería y formalmente entregado al Ferrocarril General Roca en diciembre de 1958, en ceremonia que contó con la presencia del ingeniero Manuel Muradás, gerente de Aguas Corrientes, y del ingeniero Ricardo Gutiérrez, jefe de Vías y Obras de la empresa del riel.
El pozo entró en surgencia al llegar a una profundidad de 800 metros, con un caudal de 200 mil litros por hora. Entregaba agua de primera calidad a una temperatura de 63 grados centígrados. Al poco tiempo, fue conectado a la red distribuidora, pero se lo desafectó de ese servicio en 1965, tras lo cual se efectuó una canalización por la avenida General Arias, que conducía el agua a la ría.
Lo curioso es que tamaño desperdicio no se condecía con la necesidad de la población, por cuanto la carencia de agua era preocupante. Ante una consulta periodística, Gutiérrez aseguró que buscaría aprovechar el recurso construyendo una cisterna en los talleres de Spurr, a fin de atender el consumo de los talleres Noroeste y Maldonado.
Fueron sólo palabras. El surgente continuó enviando su caudal al mar durante décadas. Una fuerte crisis con el suministro del agua de Paso de las Piedras, en 2000, lo trajo nuevamente a consideración. Hoy día, en plena emergencia hídrica, sigue sin ser aprovechado.