El atroz encanto de ser argentinos
"La calle más larga, el río más ancho, las minas más lindas del mundo... El dulce de leche, el gran colectivo, alpargatas, soda y alfajores [...] Del éxtasis a la agonía oscila nuestro historial. Podemos ser lo mejor, o también lo peor, con la misma facilidad..."
Para la Bersuit, sin dudas, ser argentino puede llegar a ser "lo más"... o "lo menos", según cómo se lo mire.
Chantas (mundialmente reconocidos), melancólicos, apasionados, familieros, egocéntricos, demostrativos, gritones, solidarios y muy orgullosos. Algunos saborean la vida sin quizá demasiadas especulaciones, disfrutan de las mascotas, de un buen vino y otra vez... son muy muy orgullosos.
Existen muchas formas de describir al argentino promedio, pero tratar de definir de manera absoluta la entelequia o lo que representa el "ser nacional" para un habitante de estas pampas y de este siglo, puede llegar a ser una complicada tarea, casi al nivel de un desafío.
Según el psiquiatra y psicoanalista Gabriel Jure, una de las cualidades más representativas de los argentinos es el orgullo.
"El orgullo es una emoción basada en logros con sustento real, aunque también existe un `pseudo orgullo' fruto de un incremento de las fuerzas narcisistas que hacen que una persona se crea más de lo que es", aclaró.
Podemos distinguir entre un orgullo saludable y un orgullo neurótico o insalubre, o estima desmedida.
"De esto último suelen acusarnos a los argentinos en el exterior, a veces con sobradas pruebas".
Los diccionarios, a veces fríamente concisos, definen la palabra orgullo en pocas palabras: arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia.
"La visión del orgullo como sentimiento negativo remite a tiempos inmemoriales --agregó Jure--. Fue el orgullo el que impulsó a Lucifer a creerse superior al resto de los ángeles del paraíso y precipitó su caída. También por orgullo el rey Minos mandó a construir el célebre laberinto de Creta para confinar al Minotauro y ocultar así el fruto de la unión de su mujer con un toro sagrado de Zeus.
"Pero, a todas estas cualidades, el diccionario también agrega `que a veces son indisimulables por nacer de causas nobles y virtuosas', ya que el orgullo también puede ser una emoción distinguida y pura".
Jure cuenta en su blog que fue orgullo noble el que empujó al príncipe troyano Héctor a enfrentar la cólera de Aquiles y morir defendiendo a su patria.
Y los argentinos, además de ser orgullosos, ¿de qué estamos orgullosos?
Según una encuesta realizada meses atrás por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), el 80% de los porteños y los habitantes del Gran Buenos Aires dijo sentirse orgulloso de ser argentino y el 70% aseguró que, si pudiera, elegiría tener esa nacionalidad.
Además, el valor propio por excelencia que identificaron de los argentinos fue la solidaridad (40%) seguido por la democracia (16%), la paz (11%) y la educación (10%).
¿Cuál fue el aspecto más negativo? Según el 26%, el bajo nivel de la educación.
La familia unida.
En un país forjado a base de inmigrantes con saudades como es la Argentina, cualquier pretexto es válido para juntarse alrededor de la mesa y rendirle culto a la amistad: unas pizzas, unas cervezas bien frías y unas "pelis" y la convocatoria está hecha: tres poderosas razones imposibles de desestimar.
Ya sea amigos o familia, más del 70 por ciento de los más de 36 millones de habitantes de nuestro país tiene la costumbre --o simplemente la heredó-- de juntarse alrededor de una mesa, especialmente los domingos. Y más si la que cocina es la "nonna"...
Para sorpresa de varios, según los datos de una encuesta internacional de la revista "Selecciones" los argentinos en estos últimos tiempos de crisis e inseguridad, se han volcado a los afectos, especialmente a la familia. Sólo se han visto superados en el relevamiento fraternal por los mexicanos.
Los argentinos, según dicen los propios argentinos, no cumplen con la ley y con muchas cosas más, incluyendo las promesas.
De acuerdo con los resultados de una encuesta nacional realizada por TNS-Gallup, los argentinos se ven a sí mismos como personas capaces, pero que no cumplen con la ley, que son individualistas y no cumplen con las promesas.
Por su parte, el 72 por ciento manifestó que los argentinos son individualistas, en tanto que el 73 por ciento cree que los argentinos prefieren más los caminos fáciles, mientras que el 23 por ciento, por el contrario, cree que se valora más el esfuerzo.
Sólo el 17 por ciento dice que los argentinos son incapaces mientras que el 29 por ciento piensa todo lo contrario.
A pesar de esto, existen opiniones divididas en cuanto a si los argentinos son optimistas o pesimistas: un 49 por ciento dice que son optimistas, mientras que para el 41 por ciento, son pesimistas.
LAURA GREGORIETTI