La crisis de 1930, una pesadilla para el capitalismo
Corría mediados de 1929 cuando Hipólito Yrigoyen presidía la Argentina. En aquel tiempo, los titulares de "La Nueva Provincia" se ocupaban de "Barry Norton. El actor argentino que triunfa en Norteamérica" y su participación en la consagrada cinta: Los cuatro diablos, apenas unos pocos días después aparecerían los primeros indicios de una de las peores crisis que recuerde el mundo capitalista: la Gran Depresión del año `30.
"Baja en la Bolsa de Nueva York", rezaba una escueta columna en una edición de octubre de 1929, donde se describía que el pánico se había generalizado, media hora antes del cierre del mercado neoyorkino, convirtiéndose en un verdadero desastre. Aquella crónica sobre la negra jornada en Wall Street finalizaba con un esperanzador: "sin embargo, se cree que mañana el mercado empezará a operar nuevamente con un tono sostenido".
Lo cierto es que nada mejoró; un mes después, el mismo diario volvía sobre "la debacle de Wall Street", y lo que se inició como un problema bursátil se había transformado en crisis financiera y monetaria, con hundimiento de la libra esterlina, del dólar y de otras monedas, entre ellas el peso, situación que también preocupaba a las autoridades argentinas de la época.
La profundidad del shock fue tal que en tres años el mundo sumó 20 millones de desocupados, seis millones de los cuales se encontraban en Alemania. En materia bancaria, entre 1929 y 1932, un total de 5.096 bancos se declararon en suspensión de pagos en los Estados Unidos. Los remedios económicos propiciaban la deflación de precios para combatir el creciente desempleo al que se consideraba, según la teoría económica dominante, como involuntario, agravando aún más el escenario.
En la Argentina, el contagio de la crisis no tardó en llegar. La rebaja unilateral por parte de los países centrales de los precios de los bienes primarios causó profundos efectos. Las repercusiones comenzaron a ganar espacio en la primera plana del diario, con noticias que daban cuenta de un récord en los quebrantos comerciales de 1930 en comparación con lo ocurrido diez años atrás. Los acuciantes acontecimientos se constituirían en los factores desencadenantes del derrocamiento de Irigoyen a manos del general Félix Uriburu.
Con miras a resolver la fuerte caída en la actividad económica, Uriburu, al frente del Ejecutivo, propició un fuerte plan de ajuste en las cuentas estatales, el que fue desarrollado con amplitud en la edición de noviembre de 1930, informando acerca de "Cuáles son los propósitos del gobierno sobre finanzas".
Pese al ambicioso programa, la economía argentina no sanaba y los años posteriores sólo agravarían la situación: un censo de desocupados realizado en 1932 arrojó que 393.997 personas carecían de empleo en el país. Al mismo tiempo aparecían las primeras villas miseria, como la denominada Villa Desocupación, ubicada en Retiro.
Los efectos de la Gran Depresión duraron hasta iniciada la Segunda Guerra Mundial.
Desempleo: un flagelo de la Buenos Aires del '30
Un jueves 30 de octubre de 1930, "La Nueva Provincia" aludía en una de sus crónicas al drama de la desocupación en la Capital. La noticia relataba en su cuerpo central la situación en Buenos Aires, donde "algo más de la cuarta parte de la población estaba ocupada...".
Y continuaba: "las diversas actividades que se desarrollan en esta capital --industriales, comerciales, del transporte y comunicaciones--, han disminuido su personal, en el período de febrero a agosto del corriente año, en un 52,2 por ciento sobre el total general".
La crónica hacía referencia además, a una merma absoluta de 10.455 puestos de trabajo, lo que descontado de la cifra correspondiente a la población ocupada representaba 472.215 trabajadores.
"Las actividades en las que se observó la mayor reducción de personal fueron: transporte y comunicaciones, poligráfica, textil, del vestido, bebidas y comercio y finanzas", se añadía.
En contrapartida, la nota destacaba que las industrias metalúrgicas, de construcciones, electricidad, vidrio, yeso y tierra", habían aumentado su contratación de personal entre febrero y agosto de 1930.
Convulsión social tras la estrepitosa caída bursátil en la Bolsa de Nueva York.