Torre Nilsson, Guido y "La caída", a través de un juego casi irracional
En la continuidad del ciclo de cine argentino organizado por la subsecretaría de Cultura de la UNS con el aporte fílmico de la Fundación Cinemateca Argentina, mañana se exhibirá La caída (1959), de Leopoldo Torre Nilsson. La función se realizará, a las 20, en el salón de actos del edificio del Rectorado.
La caída recrea la novela homónima de Beatriz Guido, la única que la autora reconoció como autobiográfica.
Torre Nilsson y Guido se conocieron en abril de 1951 y la suya fue una relación de inteligencia, pasión, con algo de glamour y una cierta dosis de locura. También de complicidad y creatividad a menudo compartida y otras veces paralela.
El primer contacto laboral de Beatriz Guido con el cine ocurrió en 1953, cuando a pedido de Torre Nilsson escribió los diálogos de algunas escenas de la película Días de odio, basada en el cuento Emma Zunz, de Jorge L. Borges. A partir de ese momento, colaboraría en los guiones de todos los filmes de Torre Nilsson, tanto los basados en sus novelas y cuentos, como en las adaptaciones de libros de otros autores.
Temas recurrentes
Una de las constantes temáticas de Beatriz Guido es la decadencia de las familias, en particular de las clases altas. Esta cuestión fue abordada en la tetralogía conformada por La casa del ángel, La caída, La mano en la trampa y Piedra libre. Las cuatro novelas fueron dirigidas por Torre Nilsson.
La caída es la historia de Albertina, joven provinciana que llega a Buenos Aires para estudiar Letras y se instala como pensionista en un caserón habitado por una viuda enferma de asma, perteneciente a una familia burguesa venida a menos, y sus cuatro hijos que son la piel de Judas. Chicos precoces y temibles que, en cierta medida, representan a personas mayores.
El cuadro de personajes se completa con el joven abogado Indarregui y el tío Lucas. El primero es un dirigente universitario, nacionalista e hipócrita, que traba amistad con la protagonista en la universidad y le propone matrimonio. Pero Albertina no acepta, porque está fascinada con la personalidad de Lucas, que ella fue creando a partir de las referencias que le aportan los chicos.
Lucas es un tío ausente al que los niños aluden con admiración e imaginan viviendo un prolongado safari. Lo convocan con la perversa idea de que inicie sexualmente a Albertina. Como en otros filmes de Torre Nilsson, también aquí hay una habitación misteriosa. En este caso, es la que supuestamente guarda los secretos de Lucas.
La vida anterior de Albertina, junto a unas tías arpías y anticuadas, no fue feliz. Un flashback evoca esa situación, mientras la protagonista mira la tapa de La montaña mágica, la novela de Thomas Mann.
Climas ominosos
El resultado es un filme denso y cargado de climas ominosos.
"En La caída --escribió el crítico de cine José A. Mahieu--, el universo moral de Torre Nilsson y Beatriz Guido alcanza a veces la belleza blasfematoria de un ejercicio revelador del Mal. Al encarnar las pasiones y los hechos de sus personajes, los autores transfiguran y violentan la realidad a través de un juego casi irracional. Y a través del mundo mágico de los niños, encarnan la absurdidad del universo que los rodea".
A partir de La caída, Torre Nilsson constituyó su propia empresa productora. La película fue interpretada por Elsa Daniel (Albertina), Lautaro Murúa (Lucas), Duilio Marzio (Indarregui), Lidia Lamaison (la madre) y los niños Hebe Marbec, Carlos López Monet, Nora Singerman y Oscar Orlegui. La fotografía es de Alberto Etchebehere y la música de Juan Carlos Paz.