Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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"Tal vez la infancia es más larga que la vida"

La novelista española Ana María Matute reivindica la infancia y el poder de la imaginación y de la magia como armas para afrontar la vida en su novela Paraíso inhabitado, un libro escrito "con valentía y sin miedos" porque --dice-- "quizá sea el último". "Nunca me he desprendido del todo de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas", afirma Matute.

 MADRID (EFE) -- La novelista española Ana María Matute reivindica la infancia y el poder de la imaginación y de la magia como armas para afrontar la vida en su novela Paraíso inhabitado, un libro escrito "con valentía y sin miedos" porque --dice-- "quizá sea el último".


 "Nunca me he desprendido del todo de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas", afirma Matute.


 Matute está "nerviosa como un flan" porque cree que se juega mucho con esta obra. Hacía ocho años que no publicaba; tiene 83, y, además, "es el único libro" suyo en el que "hay elementos autobiográficos". Para superar los nervios y enfrentarse al trasiego que le espera, se toma un whisky.


 Sucesivas hospitalizaciones le impidieron acabar antes esta novela sobre "la niñez perdida". Pero también tuvo que parar a veces de escribirla porque se "ahogaba" al tratar de poner en pie sus recuerdos.


 "Era una sensación casi física; era demasiado para mí porque tenía que revivir muchas cosas que me pasaron a mí o a gente de mi entorno.


 "Tal vez la infancia es más larga que la vida". Esa frase de la novela da idea del "gran interés" que suscitan en la escritora la niñez y todo lo que la rodea: la magia que desprenden los cuentos, el poder de la imaginación, el descubrimiento del lenguaje o lo incomprensible que resulta a veces el mundo de los adultos, o de "los adúlteros", como a ella le gusta llamarlos.


 Paraíso inhabitado podría considerarse la culminación de una larga trayectoria literaria, que mereció premios muy importantes, entre ellos el Nacional de las Letras.


 La escritora recrea con maestría la vida cotidiana de una niña de la burguesía española, en los años previos a la Guerra Civil (1936-1939), pero de una niña dotada de gran imaginación para transformar la realidad y soñar con aquello que le gusta.


 La infancia de Adriana se evoca desde la vejez, desde esa época en la que uno "está a punto de decir adiós a cuanto le rodea". Y por eso, la escritora no puede permitirse "el disimulo ni la falsedad" al reconstruir aquellos años.


 "Todo lo que cuento lo he vivido yo de alguna manera", dijo esta escritora que "siempre" tuvo muy presente el mundo de la infancia, porque "es una etapa de la vida que marca totalmente".


 En la protagonista del libro hay mucho de la niña que fue Ana María Matute y de su forma "de ver el mundo".


 Como la autora, Adriana aprendió pronto el valor de los cuentos y no entendía el mundo de "los gigantes", sus reglas ni su hipocresía. Y como a Matute, a Adriana no le importaba que la castigaran en "el cuarto oscuro", porque allí disfrutaba del "resplandor de la oscuridad".


 La novela rezuma "emoción y ternura" y "una gran soledad". "La infancia no es un paraíso ni un mundo maravilloso. Puede ser muy cruel y dura", dijo la escritora, a la que le preocupan "mucho los abusos que se cometen contra los niños".


 En su vida, y también en su obra, Matute siempre reivindicó la importancia de la imaginación.


 "Los que carecen de ella son la gente más ruda y menos afable. No te fíes nunca de un hombre que no tenga imaginación, ni de un hombre que no quiera beber", agregó entre risas, mientras apuraba su whisky.


 El unicornio de la portada del libro está muy presente en la novela. Se escapaba del tapiz que había en casa de la protagonista, y volvía cuando quería.


 "El unicornio es un símbolo de la inocencia, de la imaginación y de la pureza", afirmaba hoy Matute, que en esta obra demuestra su poderosa memoria. "Gran parte de la literatura es memoria", asegura.

Las críticas y la muerte




 A la autora de Los hijos muertos, Olvidado rey Gudú o Aranmanoth le preocupan las críticas que pueda recibir su nueva novela, porque "si ahora se la cargan", se iría de este mundo "con esa mala impresión", bromea.
"Ya soy muy mayor y a lo mejor es mi último libro, no porque me falten ideas sino por motivos de salud: cualquier día me muero", comenta Matute, aunque el brillo de sus ojos y su facilidad para sonreír parecen denotar lo contrario.
"La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas".