LA POMA, EN SALTA
ALLI, DONDE EL TIEMPO DE DETIENE
Cuando se entra a La Poma por el norte, desde la mítica Ruta 40, la sensación es que el reloj se ha frenado en este pequeño poblado salteño cerca de Cachi, el centro turístico del alto Valle Calchaquí. Ahora hay, allí, un hostal que alberga a los viajeros y una escuela donde los maestros rurales ayudan a mover la rueda de la vida.
El imponente Nevado de Cachi, con sus ocho cumbres, domina el paisaje de este pueblo que, en 1930, fue arrasado por un terremoto.
Llegando a La Poma, el paisaje se torna verde y los chicos arrean majadas de cabras y pescan truchas en el río Calchaquí.
Entonces, aparecen la tierra cultivada, los arados tirados por caballos, los potreros cerrados con paredes de adobe, las parvas de trigo del paraje Sausalito y las cabras merodeando por el inmenso valle.
Más allá aguardan San Antonio de los Cobres y el Abra del Acay, el paso rutero más alto del mundo, que está a los 4.895 metros de altura.
Pero esta es La Poma, donde las truchas ya conforman la base de los platos "gourmet" y donde los creyentes le atribuyen a la protección de las deidades andinas, que las puertas de las viejas construcciones de adobe hayan sobrevivido a aquel sismo.
Volutas de humo se desprenden de las chimeneas y, a lo lejos, se escuchan coplas, simples versos que hablan de la también simple vida pomeña, mientras las pastoras salen a pastorear sus cabras por tierras que encierran la turbulenta historia preincaica y colonial.
Mujeres que conocen los secretos del telar de espalda, el viejo telar que sus antepasados usaban antes de que los españoles trajeron el suyo.
Por allí, como una más, la Eulogia Tapia, inspiradora de una vieja zamba, saluda a los pasantes que tampoco saben de su fama.
La Poma, se dice, es precolombina, pero el primer registro de su nombre aparece dos siglos después del descubrimiento de América.
Tras el fuego del volcán.
Lo que ahora se conoce como pueblo viejo guarda innegables vestigios del tiempo de la colonia.
Un día, el repentino y breve despertar de los volcanes Gemelos movió la tierra --los expertos clasificaron al terremoto de 6 grados en la escala de Richter--, y La Poma resurgió, fue reconstruida en el mismo sitio, y otro caserío comenzó a formarse junto al río Peña, en su desembocadura con el Calchaquí.
Esos volcanes cuaternarios son verdaderos guardianes de lavas basálticas que taponan el río y forman lagos temporarios.
Una verdadera curiosidad geológica.
Historias y más historias.
En La Poma, pueblito apacible, los viajeros se detienen a pasar la noche, a hablar con su gente y a disfrutar de su cielo tan azul como estrellado.
Celia y Emilio, los dueños del Hostal Ayelen, son anfitriones amables y entretenidos; el albergue es cálido y confortable y está a una cuadra de la plaza central.
Saliendo de La Poma hacia Payogasta se llega al Puente del Diablo, una rara formación geológica y, desde allí, se baja por un sendero natural hasta el río Calchaquí, para adentrarse por un túnel recubierto por estalactitas de colores.
Si la idea es seguir explorando, conviene hacerlo con guías que, además de conocer la mejor manera de hacerlo, narran historias increíbles de los tiempos en que allí vivía la poderoso Nación Diaguita.
Contar, por ejemplo, que era un pueblo de agricultores que también conocían técnicas metalúrgicas y artísticas.
Vestigios de aquella época son los yacimientos de La Paya, Las Pailas, Peñas Blancas y Tolombón, una historia magníficamente reflejada en el Museo Arqueológico de la cercana Cachi, que exhibe materiales y piezas de gran valor.
Un poco más al sur están Los Graneros, enormes cuevas en las que hay vestigios de silos circulares y rectangulares donde los pueblos nativos almacenaban el maíz.
Asombra encontrar allí los principios de ventilación que aún están vigentes.
Pero el camino sigue, descendiendo y bordeando el río, mostrándole al visitante los colores rojizos del paisaje y ofreciéndole, de tanto en tanto, la fresca sombra de los sauces.
Y siempre la presencia inmutable, altiva, de los cardones.
La Poma es un lugar imposible de soslayar ya sea viniendo de Cachi, de San Antonio de los Cobres, o desde Salta pasando por Payogasta, la vieja población indígena cuyo nombre significa "pueblo blanquecino".
Y sólo después de conocerla, retomar la ruta y terminar de recorrer el bellísimo Valle Calchaquí, transitando por esa geografía única tallada por el sol, el agua y los vientos.
Cuando llega noviembre, exactamente el cuarto domingo (que este año es el día 23) La Poma se viste de fiesta para celebrar las Fiestas en honor de Santa Bárbara, patrona del rayo y la centella, la santa a la que se invoca en aquellos sitios donde al agua es el más preciado de los tesoros.
CORINA CANALE
DATOS DE INTERES
Dónde está
La Poma está a 190 kilómetros de la ciudad de Salta y a 55 de Cachi.
A gran altura
Este lugar, uno de los atractivos de la ruta 40, está situado a los 3.015 metros de altura.
Tiempos pasados
En Cachi está la iglesia de San José, de estilo colonial, que data del Siglo XVIII y es Monumento Histórico Nacional y el Museo Arqueológico que exhibe 5 mil piezas que reflejan más de 10 mil años de historia.
Dónde informarse
Más información se puede conseguir en contacto con el operador Mayorista de Turismo: Lihué Expediciones, e-mail [email protected] . Las agencias de viajes de todo el país pueden solicitar programas a medida.
(recuadro)
"Uniendo cabos"
La provincia es Salta.
El lugar una escuela de La Poma donde el aire es diáfano y la luz alumbra porque hay un generador.
Allí todavía no llegó Internet y los celulares raramente encuentran señal.
"En un aula con pupitres gastados y un pizarrón viejo, delante de mí, se acomodan 19 maestros rurales y una docente, Miriam Dahir, quien está desarrollando la segunda parte del taller Comprensión Lectora", cuenta Laura Gall, quien explica que el taller fue la mejor manera que encontraron para celebrar los 20 años de Lihué Expediciones, la operadora mayorista de turismo que preside.
Ese taller es el primer eslabón de un proyecto mucho más ambicioso --"Uniendo Cabos"--, y para Gall "la prueba contundente de que con poco se puede hacer mucho cuando un estado indiferente deja que los maestros rurales se muevan sólo con la fuerza de su vocación".
El próximo desafío será en una comunidad guaraní de la mesopotamia, donde, en otra escuela, se instalará una huerta orgánica, emprendimiento que dirigirá la Fundación Huerta Niño y que contará con el asesoramiento técnico de expertos del INTA, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
"Después de la huerta buscaremos un tercer objetivo para seguir sumando sonrisas", cuenta Gall.
Agrega que "los que quieran ayudarnos a mover esta rueda hacia un futuro mejor, y a llevar vida a donde la hubo y que, por tantas razones, se está apagando, que se unan a nosotros", convoca la experta en viajes.
RECUADRO
Ella y sus ovejas
La Eulogia Tapia, la mujer que Manuel J. Castilla y el Cuchi Leguizamón inmortalizaron en una famosa zamba, "La Pomeña", aún pastorea ovejas en las tierras altas de este pueblito de los Valles Calchaquíes salteños.
Los compositores crearon la zamba inspirados en la belleza de una jovencita de dieciocho años, que en los carnavales pomeños arrancaba suspiros del pecho de los hombres.
Los versos dicen "Eulogia Tapia en La Poma/ al aire de su ternura/ si pasa sobre la arena/ y va pisando la luna./ El trigo va cortando/ madura por su cintura/ mirando flores de alfalfa/ sus ojos negros se azulan".
Enraizada para siempre en La Poma, Eulogia es parte de este pueblo rodeado de montañas y volcanes, donde hay ruinas de graneros incaicos y un puente natural que los vallistos llaman el Puente del Diablo.
Los caminantes aún le cantan aquellas estrofas que dicen: "el sauce de tu casa te está llorando/ porque te roban Eulogia carnavaleando".
Ella eligió quedarse en su tierra y que sea la zamba la eterna viajera.