La falta de dólares será un gran escollo para 2009
Parece inevitable que uno de los dos componentes de los denominados superávit gemelos sufra un fuerte deterioro el año próximo. Se trata de la balanza comercial, cuyo resultado estaría muy por debajo del observado en 2008. Mientras que este año las exportaciones estuvieron cerca de 12.000 millones de dólares por encima de las importaciones, en 2009 esta diferencia no superaría los 5.000 millones, por la caída a la mitad del precio de la soja y de otras materias primas que exporta el país. Se trata de un importante desafío cubrir este faltante de divisas, fenómeno que seguramente repercutirá con mayor presión sobre el tipo de cambio.
Con una fuga de capitales récord, estimada en 25.000 millones de dólares en los últimos doce meses, por lo menos la mitad fue enfrentada con los dólares provenientes del comercio exterior. El resto de la salida se explica por la venta de dólares del Banco Central.
Esta fuga de divisas es similar a la que se vivió en 2001, previo al estallido de la convertibilidad. ¿Por qué en esta oportunidad el comportamiento de las variables económicas y financieras resultó distinto?, o puesto de otro modo ¿por qué hace siete años voló todo por los aires y ahora la resistencia es mucho mayor? Existen algunos factores para tener en cuenta que diferencian el actual contexto con el que se vivía en la convertibilidad, y que conviene tener en cuenta:
* El Banco Central tiene mayores facilidades para asistir a los bancos, ya que la mayor parte de los depósitos actualmente están nominados en pesos. En cambio, en el esquema del uno a uno, la autoridad monetaria debía proveer al sistema en dólares y --ya se sabe-- la máquina de imprimirlos se encuentra en los Estados Unidos.
* La flexibilidad del tipo de cambio es otra diferencia notoria. En la actual crisis de confianza, el dólar pasó desde los 3 pesos hasta los 3,33 en menos de dos meses. Y podría seguir aumentando si no mejora el clima internacional y no se calman los ánimos entre los inversores locales. Este margen para administrar la cotización es otra diferencia grande respecto a aquella rigidez extrema de la convertibilidad
* La fortaleza de los superávit comercial y fiscal no existía en aquella época. Por lo tanto, la fuga de capitales sucedida en 2001 tuvo que ser enteramente enfrentada por el Central, que se quedó rápidamente sin reservas, las que bajaron entonces a menos de 10.000 millones de dólares.
Sin embargo, tanto en aquel entonces como ahora, el riesgo país se disparó. El ataque de los inversores se reflejó en la venta masiva de títulos públicos, que en ambas circunstancias dejaron al país sin acceso al financiamiento internacional ni local. Aunque el gobierno está realizando grandes esfuerzos por evitar que suba más el tipo de cambio (manteniendo el esquema de "flotación administrada"), mucho más difícil resulta controlar la evolución del riesgo país o de la tasa de interés en el mercado local. Justamente, la búsqueda del dólar como refugio provocó un súbito aumento de las tasas en los bancos, ya que los bancos tuvieron que seducir a los inversores con mejores rendimientos para los plazos fijos en pesos. Al menos por el momento, las tasas al 25% alcanzaron para calmar a los ahorristas. Pero la inestabilidad, tanto internacional como local, es tan grande que nadie está en condiciones de asegurar por cuánto tiempo se mantendrá esta relativa tranquilidad en el mercado financiero. Amenazas de Guillermo Moreno mediante o por otros factores, lo concreto es que en la última semana cayó de manera significativa la compra de dólares tanto del sector mayorista como del público.
Semejantes tasas de captación de fondos impactaron rápidamente en el crédito. El costo del dinero para empresas de primera línea "voló" a más de 35% durante la última semana y a casi 45% para transacciones muy sencillas como el descuento de cheques. Pero en realidad, fueron mínimas las operaciones y la mayor parte de los bancos decidió suspender las líneas, aún las de cortísimo plazo. Con razón, creen que semejantes niveles llevarían rápidamente al incumplimiento a quienes se financien de esta manera.
Claro que una economía con el crédito completamente cortado va rumbo a un rápido congelamiento y luego a la depresión. Este fenómeno es el que se produjo en octubre en Estados Unidos y Europa, lo que generó que bancos centrales y gobiernos salieran a auxiliar al sistema financiero con montos millonarios. Aún no volvió la calma en absoluto, pero las inyecciones de liquidez ayudaron para que las tasas retornaran a niveles algo más razonables, aunque todavía altos.
Las herramientas para mejorarle el acceso al crédito a las empresas no resultan sencillo de aplicar en la Argentina. El plan en el que están trabajando desde la Casa Rosada, junto al ministerio de Economía y el Banco Central, consiste en separar el costo de captación de fondos que deben asumir los bancos (a través de la tasa de interés de los plazos fijos) del de financiamiento.
El plan es acudir de manera creciente a los "bolsones" de liquidez que de manera creciente posee el sector público. El principal reservorio de fondos frescos es, indudablemente, el Banco Nación, que cuenta con 30.000 millones de pesos de depósitos del sector público. Por eso, la intención es lanzar nuevas líneas para empresas a tasas que podrían llegar a la mitad del nivel que actualmente presenta el mercado, es decir no superar el 15% ó el 17% anual en pesos.
El Banco Central también salió a jugar más fuerte en los últimos días, al poner a disposición de la banca un total de 10.000 millones para financiar a las entidades vía pases activos. El problema es que, salvo necesidades extremas por salida de depósitos, las entidades prefieren no recurrir a este tipo de ayuda especial, que puede ser leído en el mercado como un salvavidas de plomo.
El círculo se cierra con la ANSES, que no sólo posee recursos por su actual superávit, sino que en caso de aprobarse la ley de reestatización de las AFJP recibirá unos 1.000 millones de pesos mensuales. Amado Boudou, titular del organismo, ya anunció que parte de esos recursos irán a nuevos plazos fijos en bancos privados y a financiar las necesidades de los fideicomisos financieros que se presentan a oferta pública, los que ayudan a mantener vivo el negocio de créditos al consumo, aunque a tasas elevadísimas que no bajan del 50% anual.
Tasas muy altas que no resultará fácil hacer retroceder, una abrupta caída del superávit comercial por la disminución de los precios internacionales, y nuevos episodios de fuga de capitales (que resultan más que probables en el actual contexto), el panorama para el gobierno es más que desafiante. Resultará cada vez más costoso sostener la política de flotación administrada del tipo de cambio y evitar al mismo tiempo que la actividad económica pase a tener un crecimiento casi nulo el año próximo.
La apuesta casi exclusiva en esta circunstancia es asegurar la caja y fortalecer todo lo posible el superávit fiscal, lo que resultará más fácil con el fin de las AFJP y los aportes que se dirigirán a la ANSES. Se trata de recursos que no sólo buscarán reanimar a la alicaída actividad económica, sino al mismo tiempo solventar la exigente campaña electoral que se avecina. Claro que nada de lo que pueda intentar hoy el gobierno asegura un resultado favorable y, mucho menos, que permita cambiar las expectativas de los inversores y consumidores, que se encuentran por el piso, como no sucedía desde 2002.