EL TRIGO Y LA DIFERENCIA DE CALIDAD
Los trigos argentinos se han comercializado desde siempre como commodities al exterior, lo que les ha impedido ganar nuevos mercados atraídos por una oferta que sí diferencia este producto. Un trabajo de investigadores de la Universidad Nacional del Sur y de la Asociación de Cooperativas Argentinas aborda la posibilidad de categorizarlos para crecer en competitividad.
Los mercados granarios con precios diferenciados existen en muchas regiones del globo, donde compiten productos con diversidad de calidades. Estos mercados están dominados principalmente por los trigos de Australia, Canadá y Estados Unidos. En la Argentina, entidades privadas junto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y varios actores de la cadena del trigo trabajan para impulsar un programa de calidad de trigo que permita obtener precios diferenciales, cuyo resultado es la implementación del Programa Nacional de Calidad de Trigo (Pronacatri).
Según mencionan los investigadores Rubén Miranda y Nelly Salomón, de la cátedra de Mejoramiento Vegetal del Departamento de Agronomía de la UNS, "los países que satisfacen a los compradores aportándoles la calidad que necesitan cobran primas por ello. En la Argentina es posible clasificar nuestro grano por clases, a fin de acceder a mercados con precios diferenciados".
"Para ganar mercados, primero se debe satisfacer adecuadamente a los clientes actuales y generarles confianza en nuestros productos, para que reciban el cereal que demandaron apto a sus necesidades. Hoy, lo exportado por la Argentina es mayormente mezcla de diferentes calidades. Sólo algunos negocios puntuales han requerido el cumplimiento de parámetros de calidad. Es necesario que el país pueda cambiar la estrategia comercial interna y hacia el mundo, brindando la posibilidad de satisfacer la demanda de trigo para sus más variados usos finales", afirman.
Según Salomón y Miranda, la Argentina posee las condiciones necesarias para clasificar sus trigos en clases, pero son los sectores relacionados con la investigación, producción, industrialización y comercialización quienes deben comprometerse y promover la calidad de este producto.
Ambos profesionales reconocen que la mayor parte de la exportación nacional es destinada a compradores que requieren el cereal sin importar sus propiedades. Sin embargo, Brasil --nuestro principal adquirente desde hace algunos años-- está requiriendo mayor homogeneidad de los embarques y calidades específicas en cierta proporción de las compras.
Mayores exigencias. Según las investigaciones, la demanda internacional es cada vez más exigente: los trigos de determinados atributos y aptitud industrial son necesarios para la elaboración de productos en los cuales repercuten la calidad final y la mayor aceptación por parte del consumidor. Por ello, las propiedades del cereal pasaron a ser un factor preponderante en toda transacción comercial.
En este contexto, los trigos de calidad tienen un precio diferencial por el costo de aplicar una adecuada tecnología y manejo de la producción, para lograr que llegue a la industria y a la exportación con las cualidades con que ha sido generado. A su vez, los países como la Argentina, que no segregan el cereal, tienen que aceptar menores precios de mercado.
"La clasificación de la producción triguera por grupo de variedades de similares aptitudes de uso y valores mínimos de proteína acordes con aquellas aptitudes contribuiría a mejorar la rentabilidad de todos los intervinientes de la cadena agroalimentaria, desde los productores hasta la mejor satisfacción de la demanda de la industria y de la exportación", aportan Miranda y Salomón. "Es una forma de aumentar la credibilidad y confiabilidad de nuestro país como exportador de cereal en el comercio mundial", agregan.
Bajos precios. Los datos históricos demuestran que la Argentina ha colocado siempre su saldo exportable por bajos precios y no por calidad. En la actualidad, debe competir con Canadá --el productor de trigo de mayor calidad del mundo--, con Estados Unidos y con Australia; que clasifican su producción en diferentes clases y tipos según la aptitud de uso final, ofreciendo diversidad y garantía de calidad.
Como ejemplos, señalan el caso de Australia, que ha desarrollado trigos para cada uso específico de la harina y ofrece a los consumidores productos diferentes, cada uno destinado a una determinada elaboración final. "Cada trigo que se recibe es testeado y segregado por parámetros de calidad de acuerdo con la demanda del mercado. Se analizan peso hectolítrico, humedad, proteína y el uso comercial para establecer el grado. El productor está obligado a declarar la variedad que está siendo entregada y se clasifica dentro de la clase y grado que corresponde, mezclándose con otras de características semejantes; y luego se le paga el precio de mercado por su proteína", explican. Dentro de estas clasificaciones están los trigos separados por cantidad de proteínas, los destinados a fideos, los trigos duros y otros.
En sus investigaciones, también han revisado lo que ocurre con los trigos canadienses. "Este cereal es el producto de una combinación: de cultivos que satisfacen las necesidades del mercado, de exámenes y de registro de variedades, de un adecuado manejo de los productores, de la adhesión a un estricto estándar de calidad de los molinos, panaderos y otras industrias; y de condiciones ambientales y de suelo que favorecen la producción con altos valores de proteína".
Tal como han analizado, el sistema adoptado por los canadienses es una respuesta a los requerimientos de los consumidores finales. "A nivel mundial --dicen--, este método de clasificación es por su aptitud el más eficiente y sofisticado. La calidad del trigo de este país se ha caracterizado por su consistencia y la uniformidad".
En Canadá, a los productores se les paga en base a grados y también reciben un premio en dinero por alcanzar ciertos niveles de proteína. El contenido de proteína de la muestra es la base para el pago de la bonificación.
En la Argentina no existe un sistema de clasificación de trigos más que la mención de los distintos tipos que se pueden sembrar: trigo duro, utilizado para pan, y trigo candeal, destinado a la producción de fideos. Dentro de cada tipo, las variedades se mezclan al ingresar en el circuito comercial y se obtiene un cereal falto de uniformidad, cuyos parámetros de comercialización son grado y contenido de proteína.
Según los especialistas, "la calidad de una variedad está determinada por la cantidad y composición de las proteínas del endosperma (gluteninas y gliadinas). Por ello, es posible una diferenciación de variedades por Grupos de Calidad en base a sus características genéticas y comportamiento reológico de su masa".
En base a lo mencionado, las variedades del Grupo de Calidad 1 son denominadas correctoras, pues, al mezclarse con trigos débiles en fuerza de la masa, potencian la calidad y dan un excelente volumen de pan, siendo utilizados en la panificación industrial. Las correspondientes al Grupo de Calidad 2 son variedades de muy buena calidad panadera, que toleran largos tiempos de fermentación (más de 8 horas) y son utilizados en panificaciones tradicionales. Las variedades del Grupo de Calidad 3 no soportan largos tiempos de fermentación (menos de 8 horas) y pueden ser usados en panificación directa.
"Hay una serie de factores que influye en la expresión de la calidad de una variedad, además del aspecto genético. Entre ellos se cuentan la fertilidad del suelo, la disponibilidad de agua durante el ciclo del cultivo, las temperaturas en el momento de la formación y llenado del grano, las condiciones ambientales a la cosecha, y otros", indican.
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La Argentina tiene condiciones para clasificar sus trigos en clases, pero son los sectores relacionados con la investigación, producción, industrialización y comercialización quienes deben comprometerse y promover la calidad del producto.
CATEGORIAS CONSENSUADAS CON BRASIL
En la actualidad, diversos sectores oficiales y privados están ensayando la aplicación de categorizaciones, consensuada incluso por molinos de Brasil, y que contempla tres clases de trigo:
Trigo Duro Argentino 1 Superior: se define como integrantes de esta clase a las variedades del Grupo 1 de calidad con tres bandas de proteína, entre 10,5% a 11,5%, 11,6% a 12,5% y más de 12,5%.
Trigo Duro Argentino 2 Especial: clase formada por las variedades del Grupo 1 y 2 con tres bandas de proteína, entre 10% a 11%, 11,1% a 12% y más de 12%.
Trigo Duro Argentino 3 Standard: clase integrada por las variedades del Grupo 3 con dos bandas de proteína, entre 10% a 11% y más de 11%.
"La realización de una clasificación del trigo argentino debe tomar en cuenta los requerimientos del mercado interno y el externo, para poder continuar satisfaciendo la demanda de Brasil y no olvidar que en el resto del mundo se comenzó a comercializar mayor cantidad de trigo de Europa Oriental, con una calidad muy baja pero a precios más competitivos", dicen.
Según destacan, esta nueva clasificación agregaría valor a la producción y le permitiría al país satisfacer una demanda más variada y competir con mejores precios en el mercado internacional con alguna parte de su producción. Aun así, reconocen que su efectividad depende de que el sistema esté instalado en todos los que intervienen en la cadena agroalimentaria.
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RECUADRO FUERA DE LA NOTA
FRENTE A UN DESAFIO PRODUCTIVO
En los últimos veinte años, el consumo mundial de trigo creció en unos 100 millones de toneladas. Las proyecciones a largo plazo anticipan que la demanda de alimentos seguirá expandiéndose debido al crecimiento demográfico, a las mejoras en el poder adquisitivo en muchas regiones del planeta, al fenómeno de la urbanización y a la diversificación alimentaria.
Un caso particular es el sudeste asiático. Allí, pese a que el arroz sigue siendo el producto básico de la mayoría de las dietas nacionales, la demanda de trigo ha crecido por la modificación de los hábitos alimentarios, el aumento de los ingresos y un sostenido crecimiento económico.
Unos 800 productores, empresarios y profesionales escucharon estas y otras consideraciones durante la jornada triguera Nuevos Escenarios para la Toma de Decisiones, organizada por las Bolsas de Comercio de Rosario y Santa Fe y las Bolsas de Cereales de Córdoba y Entre Ríos.
Los expositores señalaron, asimismo, que los sistemas productivos de cultivos de granos, en especial aquellos como el trigo, se enfrentan con un desafío en el futuro mediato para incrementar la producción mundial. En trigo, el área sembrada no ha mostrado cambios significativos desde mediados del siglo pasado; y muchas de las áreas no cultivadas son consideradas marginales desde el punto de vista de la producción.
Por otra parte, el avance de la ocupación urbana de la tierra y las restricciones en el uso del agua dificultarán todavía más la disponibilidad de superficie con fines agrícolas. Por ello, muchos especialistas sostienen que el aumento del rendimiento debería ser el camino más factible para satisfacer los niveles de demanda proyectados.
También se dijo que la Argentina no puede estar al margen de las discusiones mundiales para incrementar la producción triguera.
La expansión de la frontera agrícola argentina, sobre todo en la última década, se asoció principalmente a la soja, se indicó.
El trigo, en ese nuevo escenario, debe cumplir un rol fundamental en los esquemas de rotación a fin de hacer sustentable el sistema agrícola. Es decir, conservar los recursos del suelo, manteniendo su estructura física y química y promover altos rendimientos que hagan rentables los cultivos en el tiempo.