Bahía Blanca | Viernes, 12 de septiembre

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Kirchner no sería candidato en 2007

Salvo imponderables de la política, Néstor Kirchner tendría la decisión tomada de no presentarse a la reelección en 2007. Afrontaría ese desafío, en el peor de los casos, si la candidatura de su mujer, Cristina Fernández, única y excluyente ungida para reemplazarlo, no le garantiza un triunfo en la primera vuelta electoral de los comicios presidenciales que se realizarán el 28 de octubre del año entrante.


 Salvo imponderables de la política, Néstor Kirchner tendría la decisión tomada de no presentarse a la reelección en 2007. Afrontaría ese desafío, en el peor de los casos, si la candidatura de su mujer, Cristina Fernández, única y excluyente ungida para reemplazarlo, no le garantiza un triunfo en la primera vuelta electoral de los comicios presidenciales que se realizarán el 28 de octubre del año entrante.


 El presidente, por otra parte, se inclinaría por estas horas por la continuidad de Felipe Solá al frente de la administración bonaerense, siempre que la Justicia habilite al gobernador a presentarse a la reelección que, por ahora, tiene vedada por imperio de un artículo de la Constitución provincial que no parece dejar resquicio a duda alguna.

La estrategia a largo plazo de Kirchner




 Finalmente, en la Capital Federal, el mandatario no termina de mirar con buenos ojos las candidaturas de Daniel Scioli o del actual jefe de Gobierno, Jorge Telerman, y se inclinaría por promover "sangre nueva" en el distrito, mención que, a ojos del santacruceño, le cae a medida al ministro de Educación, Daniel Filmus.




 Esos datos, y otros tales como qué piensa en la intimidad Kirchner que debe ocurrir con el sindicalismo tradicional y en especial con el camionero Hugo Moyano, después de los escandalosos sucesos de San Vicente, obran en poder de su círculo más cerrado: el que integran Cristina Fernández, Alberto Fernández, Carlos Zannini y, en ocasiones, el ministro de Planificación, Julio de Vido.




 Hombres del llamado "segundo círculo" de influencias en torno del poder presidencial, entre ellos algunos pocos secretarios de Estado y asesores políticos personales del mandatario, han tenido acceso a aquellas definiciones que se han venido escuchando tanto en los escritorios presidenciales de la Casa Rosada como en reservadas reuniones nocturnas o de sábado por la mañana en la residencia de Olivos.




 Veamos cada dato. La decisión del presidente de no presentarse a la reelección el año que viene obedece a la más pura estrategia política de un hombre que ha confesado entre sus íntimos que su proyecto de gobierno no se agota en uno o dos mandatos. "Es una tarea de quince o veinte años, que son los que se necesitan para volver a tener un país con inclusión para todos", interpretan los confidentes. Kirchner se ve a sí mismo al comando de esa tarea ciclópea y tan prolongada en el tiempo.




 Esas fuentes se animan a deslizar lo que saben que ronda por la mente del santacruceño, en materia de latiguillos para entregar desde la tribuna: "Así como repite que estamos en el infierno y cuando llegue diciembre de 2007 espera entregar el gobierno con el país en las puertas del purgatorio, piensa que cuando culmine su proyecto, podrá decir que salimos del purgatorio y estamos a las puertas del cielo".




 En ese entrecomillado está una de las claves de la estrategia: Kirchner ha repetido, más que nunca antes en sus últimas apariciones públicas, que se irá de la Casa Rosada el 10 de diciembre del año que viene.




 El presidente estaría convencido de que, si se presenta a la reelección, le costaría escapar a la lógica de las gestiones gubernamentales de segundo turno, que en Estados Unidos se conoce como el síndrome del "pato rengo". Piensa que, a mediados de 2008, con sólo un año y medio más de administración por delante, podría sufrir el desgaste lógico y cierta pérdida de poder político que azuzarían a sus adversarios internos para buscar desplazarlo. Los nombres de dirigentes peronistas que imaginan ese tipo de escenario, como el salteño Juan Carlos Romero, el cordobés José Manuel de la Sota y hasta el mismísimo Eduardo Duhalde, han circulado de boca en boca en medio de aquellos análisis.




 Empresarios y sindicalistas irían, como ha ocurrido en el pasado, en busca de los nuevos factores de poder, y esas circunstancias de la política podrían herir el bien más preciado que ostenta Kirchner hoy, que es la buena marcha de la economía. Basta mirar los hombres y mujeres que amaron a Menem, y después a Duhalde, y que hoy se abrazan sin pudores al primer mandatario, para entender la lógica de esa preocupación.




 Los que conocen la entretela del presunto plan afirman que Kirchner avanzará en su decisión de descansar un período y luego presentarse para ejercer otros ocho años en el poder --un mandato desde 2011 más la probable reelección en 2015--, salvo una traba de fuste: que Cristina no pueda garantizar que ganará en primera vuelta el año que viene y deba someterse a una segunda ronda electoral de resultado siempre incierto. Quienes lo asesoran toman un dato como prueba: en la Capital Federal, Mauricio Macri ganaría en el primer turno según la unanimidad de los sondeos que mandan a hacer el gobierno y la oposición, pero le sería imposible esquivar una derrota en el balotaje, como ya le ocurrió en 2003. Ese fantasma ronda las mesas donde se baraja la postulación de la senadora.




 Por esa razón es que el presidente mantendrá la incógnita sobre si se presenta el año que viene hasta el último minuto que le permitan los plazos electorales, para sopesar sin márgenes de error las posibilidades de su mujer. "Lo decidirá a mediados del año que viene", dicen en la Casa Rosada. Otras voces aseguran que la decisión estará tomada, a más tardar, en marzo. En ambos casos, coinciden en que, si las elecciones fuesen ahora, la candidata sería Cristina, porque hoy le lleva entre 30 y 40 puntos de ventaja a cualquiera de sus perseguidores, lo que le asegura un triunfo directo. Kirchner se replegaría temporalmente a Olivos a ejercer una especie de "presidencialismo en las sombras".




 Entre las alquimias que en su momento se imaginaron para proveer de tiempo a ese proyecto de largo plazo del presidente figuró la idea de promover una reforma constitucional en 2008, en el caso de que Kirchner ganase la reelección el año que viene por cifras contundentes. Se impulsaría entonces un nuevo mandato de seis años, sin reelección, a partir de 2011, con una cláusula que le permita al propio mandatario anotarse en esa carrera. Pero su promesa pública de que no habrá modificaciones a la Carta Magna mientras sea el principal ocupante de la Casa Rosada envió esa estrategia a cuarteles de invierno.




 La decisión finalmente apurada por Felipe Solá de presentarse esta semana ante la justicia electoral, para que se expida sobre si puede presentarse como candidato, viene de la mano de definiciones presidenciales de intimidad que le caen como una suerte de frutilla del postre al mandatario bonaerense. Dicen en los pasillos gubernamentales que el presidente vería con buenos ojos que Felipe pueda continuar cuatro años más en La Plata. "A Kirchner le preocupa esa tradición de los políticos argentinos que, cuando llegan al poder, lo primero que hacen es decir que todo lo anterior estuvo mal y que hay que empezar de cero", sostuvo un confidente. El mandatario prefiere que haya continuidad no sólo en la gestión provincial --con muchos de cuyos aspectos está de acuerdo--, sino en la conexión que existe entre ambos gobiernos. ¿Es que no ocurriría así de ser Aníbal Fernández o José Pampuro el sucesor de Felipe, ambos aliados incondicionales del presidente? De hecho, el jefe del Estado apoya el lanzamiento del ministro y del senador para la carrera electoral. Pero, si le dan a elegir, se inclina por la continuidad en la gestión, del mismo modo que lo ha pensado cuando habilitó otros procesos reeleccionistas en el interior del país, como el de José Alperovich en Tucumán y el polémico caso de Carlos Rovira en Misiones.






 Un párrafo acerca de las candidaturas probables de Aníbal y Pampuro. El presidente podría inclinarse por el ministro del Interior, a quien observa como un hombre ciegamente decidido a ser gobernador, que camina la provincia todos los fines de semana. En fin, un cuadro político, como le gusta al matrimonio sureño. "La candidatura de Pepe parte más desde lo afectivo; es un dirigente entrañable para Néstor", lo definen.




 En el distrito porteño, quienes han escuchado al presidente en las últimas horas se han sorprendido con algunas nuevas definiciones. Por ejemplo, todos en el gobierno daban por descontado que el matrimonio presidencial, tras algunas reyertas y malos entendidos, le había ofrecido su apoyo a Daniel Scioli. También se pensó que una alianza entre el peronismo porteño que conduce Alberto Fernández y el jefe de gobierno, Jorge Telerman, era posible. "La verdad es que a Néstor le gustaría ver a algún dirigente nuevo que pueda conducir la ciudad, que haya un recambio", sostienen en el primer piso de Balcarce 50. Ese hombre es hoy Daniel Filmus.




 El ministro había sido incluido en las mediciones de imagen que encargaba el gobierno hace algunos meses. La supuesta inclinación de los Kirchner por el vicepresidente provocó un repliegue del titular de Educación, que no le impidió mantener intactas sus convicciones de que, si es llamado a ese desafío, se siente en condiciones de zanjarlo. Hoy, cuando Kirchner dice que le gustaría "aportar sangre nueva" al distrito metropolitano, parece referirse a Filmus.




 ¿Qué hará Kirchner con Hugo Moyano? La pregunta ha corrido como reguero entre los principales despachos del poder desde la penosa batalla de San Vicente entre partidarios del camionero y la tropa de albañiles que conduce el platense "Pata" Medina. En fuentes gubernamentales se asegura que el presidente no le soltará la mano al sindicalista que más éxitos le ha permitido obtener en la puja entre gremios y empresarios por los salarios de los trabajadores. En todo caso, Kirchner no intervendrá si desde la propia CGT deciden darse una nueva dirigencia, como parece estar ocurriendo.




 Como sea que finalmente sucedan las cosas, esos confidentes llaman a no confundirse sobre el supuesto temor de Kirchner de desbarrancar a Moyano y colocar en la vereda de los enemigos a un hombre con indudable poder de fuego. "Aluden tal vez a que también hay en la cima gruesas carpetas que, de salir a la luz, podrían comprometer al camionero y a su gremio". Nadie responde. Pero es un hecho que ésa será una herramienta a utilizar si llega el caso.

Eugenio Paillet/"La Nueva Provincia"