Compases que llevan a mover los pies
-
- copiado al portapapeles
-
- copiado al portapapeles
Sin duda, que se trata de un estilo que sigue pegando fuerte dentro del espectro de la música ciudadana. El ámbito del teatro Municipal no sólo apareció colmado, sino también rumoroso y aclamador ante los compases de Los Reyes del Tango, cuya presentación tuvo lugar en la noche del sábado.
El noneto porteño consagra sus inquietudes musicales en torno a la recordada inspiración de Juan D'Arienzo, dueño de un perfil que por muchos años --décadas del '40 y el '50-- copó los mejores reductos de Buenos Aires y arrastró barras seguidoras en las por entonces milongas sabatinas.
Parecidos frutos recogió la agrupación, desde palcos y plateas, durante el desarrollo de una temática que, básicamente, invitó a mover los pies pero que también acaparó gustos por sus variaciones instrumentales y le puso buena escolta a las vocalizaciones.
De hecho, fue el sonido ideal para el lucimiento del cuerpo de baile de la Asociación Bahiense del Tango --por otra parte, organizadora del encuentro-- a través de cinco parejas de marcado y lucido protagonismo dentro del espectáculo.
Dieciocho temas --y la yapa-- bien elegidos, hicieron desfilar la inspiración de compositores de la guardia vieja como Vicente Greco, Angel Villoldo, Rosendo Mendizábal, Enrique Saborido o Gerardo Matos Rodríguez, junto a letras --aunque en menor dosis-- de José María Contursi, Enrique Santos Discépolo o Mario Batistella.
Los arreglos del grupo que dirige el contrabajista Ricardo Sánchez Rivera, permiten una fuerte presencia de la fila integrada por cuatro bandoneones, dentro de un trabajo de muy buen ensamble instrumental.
Creaciones como El entrerriano (Rosendo Mendizábal), El huracán (Edgardo Donato) y Canaro en París (Scarpino y Caldarella), marcaron los puntos más altos en el despliegue musical del conjunto.
En tanto, la milonga Bien porteña (Enrique Alessio) sirvió de marco para la aparición en conjunto de las cinco parejas de baile convocadas, las que luego intercalarían lo suyo de manera individual en distintos temas.
El tango fantasía bailado por Julián y Silvana al compás de El huracán, alternó con el más orillero y testimonial de Claudio y Laura, en Felicia (Enrique Saborido).
La nota distinta, la pusieron Eduardo y Leila con delicados movimientos despertados por el vals Desde el alma (Rosita Melo), mientras que Gustavo y Natalia pusieron un cierre de particular jerarquía en Loca (Manuel Jovés).
Fue una noche especial para el lucimiento de una coreografía que denota dedicación, esfuerzo y destacada indumentaria, para otorgarle realce a la imprescindible identidad que reclama el tango bailado.
Para completar la trilogía, Mario Arias aportó la recordada presencia del cantor de orquesta y su registro alternó de manera suficiente tanto en la sentida letra de Quiero verte una vez más (José María Contursi y Mario Canaro) como en el exigente Remembranzas (Mario Melfi y Mario Batistella), luego de iniciar con Andate por Dios (Blanco y Hormaza).
Así, el denominado "Ciclo de Orquestas Estelares", siguió sumando en positivo con su segundo eslabón.
Osvaldo De Rosa/"La Nueva Provincia"
