Bahía Blanca | Lunes, 20 de mayo

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La casa de los Mallea

"En mitad de las noches de invierno, el viento entraba en las vigilias de mi madre y velaba junto a ella, rugiente, mientras mi padre operaba solitario en chalets y despoblado, trabajando en la carne triste". De esta manera el escritor Eduardo Mallea evocó la labor de su padre en su libro "Historia de una Pasión Argentina".
La casa de los Mallea . La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca


 "En mitad de las noches de invierno, el viento entraba en las vigilias de mi madre y velaba junto a ella, rugiente, mientras mi padre operaba solitario en chalets y despoblado, trabajando en la carne triste". De esta manera el escritor Eduardo Mallea evocó la labor de su padre en su libro "Historia de una Pasión Argentina".


 Narciso Mallea, de profesión médico, llegó a nuestra ciudad desde su San Juan natal a fines del siglo XIX, cuando Bahía Blanca comenzaba a perfilarse como "la nueva Liverpool" del país. Provenía de una tradicional familia cuyana, iniciada con don Juan Eugenio de Mallea, contador de la Real hacienda y alférez real,
"llegado a San Juan en 1552", según señala Domingo Faustino Sarmiento en su libro "Recuerdos de Provincia".



 Narciso Mallea fue protagonista de la historia bahiense. Director del hospital municipal, fundador del Club Argentino, varias veces concejal, responsable de poner en marcha el primer equipo de rayos X de la ciudad y médico de campaña, dedicó los mejores años de su vida a la ciudad. Aquí nacieron sus dos hijos, Narciso y Eduardo, en la casa familiar de calle La Madrid 116. "Vivíamos los tres casi silenciosos: mi madre, mi hermano y yo, en torno a mi padre...Mi padre ha pertenecido a esa clase de hombres de moral de acero. No sólo tenía que recorrer largas leguas en su coche de caballo para operar quirúrgicamente o asistir partos en la zona, sino que él, cuya versación en el Dante, El Principe y Moliere era perfecta, hacia también política activa y había sido herido en una pierna a raíz de sus artículos escritos en un periódico de combate".


 Este sentido perfil escrito por Eduardo Mallea da cuenta de la trascendencia que como vecino tuvo su padre, quien vivió entre nosotros hasta 1916, en que se retiró de la profesión y se mudó a Buenos Aires. La muerte lo sorprendió en 1941, viviendo en la ciudad de Azul.


 Pero sí trascendente fue la vida del médico, no menos fueron las de sus hijos. Narciso (h) como prestigioso abogado del foro local, Eduardo, definido por algunos como "el más universal de los escritores argentinos", autor de, entre otras obras, "Historia de una pasión argentina" (1937), "La Bahía del Silencio" (1940) y "Todo Verdor perecerá" (1941).


 La vida de los Mallea fue trascendente en de la historia local. La casa familiar que ocuparon, el lugar donde nacieron los hijos, es testimonio de tan trascendente historia.

La vivienda




 La denominada "Casa Mallea" de calle La Madrid 116 está desde 1959 ocupada por la emisora radial LU3 Radio del Sur.


 Es parte de nuestro patrimonio arquitectónico con una valoración de 4 (sobre 5) por su interés "Histórico cultural" y "artístico arquitectónico". Vale decir que a su riqueza por quien la habitó suma una gran calidad arquitectónica.


 Fue diseñada por el arquitecto Alberto Coni Molina (1884-1962), prestigioso profesional de Buenos Aires de destacada actuación en nuestra ciudad. Sin dudas su obra cumbre local, y que posiblemente lo relacionó con Narciso Mallea, fue la sede del Club Argentino, proyectado en 1910 en la avenida Colón y Vicente López.


 Los constructores no fueron menos prestigiosos: la empresa de Nicolás y Gerardo Pagano, constructores del mencionado club y, en forma independiente, del Palacio Municipal y el edificio de La Nueva Provincia.


 La vivienda se organiza en dos plantas, sin guardar ningún tipo de composición simétrica. La planta baja presenta dos puertas de ingreso, una que daba al consultorio y otra a la vivienda familiar. Las ventanas de la fachada presentan diferentes diseños, con dintel curvo la inferior y con diferentes ornamentaciones las superiores. El remate del frente lo conforma una cornisa con balaustres y dos copones que resaltan el paño más importante.


 Su estado es bastante bueno, y el interior conserva muchos de los componentes originales, más allá de las reformas que tuvo el lugar por la ocupación de diferentes usuarios, por caso el doctor Francisco Cervini y siendo casino de Suboficiales.


 Es una de los bienes patrimoniales que vale la pena conocer, como único camino para defenderlo, cuidarlo y quererlo.

Julio Cortázar, urbano

Un recuerdo a dos décadas de su partida

Veredas de Buenos Aires

De pibe la llamamos la vedera y a ella le gustó que la quisiéramos.
En su lomo sufrido dibujamos tantas rayuelas.

Después, ya más compadres, taconeando,
dimos vueltas manzana con la barra,
silbando fuerte para que la rubia del almacén saliera a la ventana.

A mí me tocó un día irme muy lejos pero no me olvidé de las veredas.
Aquí o allá las siento en los tamangos cómo la fiel caricia de mi tierra.

Julio Cortázar




















 
Una visión de 76 años atrás

Bahía del 2028





 Durante el centenario de la fundación de nuestra ciudad, un dibujante se atrevió a imaginar (y graficar) la ciudad cien años después, en 2028.


 Son facilmente reconocibles el Palacio Municipal y ex banco Provincia. Dos rascacielos cortan el espacio aéreo. Más allá de su monumental escala, son casi exactos en ubicación a los edificios hoy existentes, levantados en la década del 50 y 60.


 La calle Alsina se advierte ancha, integrada con las amplias veredas de la plaza Rivadavia, muy similar en su concepción al proyecto de la peatonal que ¿algún día? tendrá el centro bahiense.


 Luego aparecen elementos que significaban el futuro: aviones, automóviles y algún puente peatonal.


 Publicado en 1928 por la revista "Arte y Trabajo", repasamos el trabajo 24 años antes de poder verificar certeramente su presagio.