Mitos y verdades sobre las lesiones en rugby
Desde diferentes sectores de la sociedad se juzga al rugby, con mayor o menor dureza. Se lo define como deporte "violento" porque quienes lo practican explotan el físico más allá de los límites tradicionales para otras disciplinas más afines a nuestra cultura, acostumbrada a seguir con el ojo el trayecto del balón pegado al pie o a las manos.
En cambio, en países donde el deporte de quince contra quince ocupa los puestos de preferencias del público, la imagen es otra. Tales los casos de Inglaterra, Francia, Nueva Zelanda o Sudáfrica.
Las lesiones en el rugby no son un invento. Como se dijo, es una actividad equipista en la que el cuerpo y su correcta utilización juegan un rol fundamental. El objetivo lúdico es proteger la pelota, avanzar con ella y ganar terreno, marcar al adversario, correr, pasar, saltar e intervenir en formaciones de conjunto. Y para cada fisonomía, un puesto.
Hay que reconocer que el ambiente de este deporte, de raíces tradicionalistas y conservadoras, mantiene una lucha constante por bajarle el tono al debate, minimizando el riesgo. Pretende que las noticias sobre lesiones en la cancha no trasciendan públicamente y evitar la mala propaganda.
Toma de conciencia
Como para confirmar la importancia del asunto, en el rugby nacional la preocupación por las lesiones motivó la creación de un sistema que brindase cobertura a la salud en cancha de los deportistas. Vale aclarar que las estructuras del rugby son verticalistas: todo lo que baja de la International Rugby Board lo adoptan las uniones nacionales y, más abajo en la cascada, las provinciales o regionales.
En el período 1992-94 la Unión Argentina (UAR) puso en práctica un mecanismo para dotar de asistencia médica a los jugadores de todo el país. Contrató una póliza contra accidentes personales para cubrir los reintegros de gastos médicos (hasta 15 mil pesos/dólares) que incluyó un seguro de vida e incapacidad por 7.500 pesos. Inicialmente se pensó para aplicar en casos de rugbiers mayores de 15 años y que sufrieran lesiones en juego, pero años más tarde también se incluyó al rugby infantil (menores de 15).
Sin embargo, la falta de un marco regulatorio eficaz y algunos desfasajes atentaron contra el sistema. En el `94 la compañía aseguradora estableció el vencimiento de la póliza y se desentendió de la situación.
Al año siguiente los jugadores quedaron sin cobertura y a la UAR se le acumularon reclamos del período 93-94 por 300 mil pesos. La institución quedó desamparada desde el punto de vista legal. El riesgo de declarársela responsable solidaria por la lesión de algún jugador, impulsó a un grupo de dirigentes a crear la Subcomisión de Seguro y Fondo Solidario.
Se aplicó el criterio del auto-seguro para lesiones y una póliza especial para los casos de Vida e Incapacidad total o permanente. Por entonces, la empresa que ganó el contrato fue La Buenos Aires New York Life. Y gracias a una auditoría médica los casi 200 casos pendientes se cancelaron por una cifra cercana a los 300 mil pesos.
Por un lado, el Seguro de Vida venía a cubrir las alternativas de pérdida de la vida e incapacidad total y permanente, mientras que el Fondo Solidario atendía el reintegro de gastos médicos ocasionados como consecuencia de lesiones sufridas durante el juego. Estuvo destinada a jugadores mayores de 15 años (etapa competitiva) y a los de rugby infantil, menores a esa edad.
Para tener una idea, por aquel entonces en Inglaterra los jugadores tenían cubierto el cien por ciento de los gastos por atención o diligencias médicas, mientras que en Francia era del 75 por ciento. El Estado respaldaba mediante un seguro social.
En 1996 también comenzó a gestarse, a partir de la subcomisión médica de la UAR, la Red Nacional de Atención Médica, ente que trabajaría en coordinación con las respectivas subcomisiones provinciales. Su objetivo: atención y reestablecimiento en el menor tiempo posible para los jugadores de todo el país. Esta iniciativa fue dirigida por el desaparecido doctor Eduardo Poggi, un ex Puma y estudioso de las lesiones en rugby. La idea fue que el trabajo se ejecutara en coordinación con facultativos designados oportunamente por las uniones de todo el país.
Al llegar a 1998, la cuota que cada rugbier tenía que pagar para estar cubierto por el Fondo Solidario era de 15 pesos anuales. Y como los resultados fueron buenos, a la UAR hasta le quedó un remanente para donar a la Fundación Rugby Amistad, que fue de 78 mil pesos.
Desde entonces el Fondo Solidario viene siendo la única posibilidad para atender casos de lesiones y sus reintegros. El departamento médico de la UAR tiene un nomenclador homologado al de la prestataria Docthos y según la clase de lesión, el tratamiento o cirugía tienen montos nomenclados, que se cubren a partir de un piso (franquicia) de 400 pesos.
El Fondo se activa cuando el deportista no tiene cobertura personal de salud y siempre que haya abonado en tiempo y forma la cuota correspondiente en su unión, que en nuestra ciudad asciende a 25 pesos. Esa cifra se incluye en el costo de fichaje que se hace una vez por año. El precio varía según la categoría. Por ejemplo, un jugador de menores de 15 años abona 55 pesos, mientras que otro de Primera paga 75.
A pesar de que el funcionamiento del Fondo ha recibido criticas y tiene aspectos a revisar, hubo casos puntuales en los que su figura intervino para suplantar la ausencia de cobertura por parte de las prepagas, que en muchos casos no cubren las lesiones provenientes de la práctica de deportes federados.
Números
25 son los pesos por año que paga un rugbier en el ámbito de la Unión del Sur en concepto de seguro médico.
400 es el piso (o franquicia), en moneda nacional, a partir del cual el Fondo Solidario reintegra los gastos que demande una lesión.
Respuesta solidaria
La Fundación Rugby Amistad surgió por iniciativa de tres amigos que sufrieron accidentes en la práctica del rugby. Se creó en Buenos Aires, el 6 de julio de 1992, bajo la forma de una asociación civil sin fines de lucro.
Brinda asistencia moral, espiritual y económica a todo jugador que sufra un daño grave durante la práctica de esta actividad. Los miembros de la Fundación se autodenominan "equipo", en parte porque suman 21 ex jugadores que, como ocurre en la mayoría de los casos, lejos quedaron de matar el amor por la ovalada después de la lesión.
El surgimiento de la Fundación tiene raíz en el accidente sufrido por Ignacio Rizzi (ex jugador de SIC, de Buenos Aires, y Villeneuve sur Lot, de Francia), quien a los 19 años se lesionó las vértebras quinta y sexta de la columna. Ocurrió el 7 de octubre de 1990, cuando luego de un tackle cayó al suelo y recibió, a la altura de la espalda, el peso de dos rivales que se desplomaron por la jugada y le produjeron una sobrecarga en el cuello.
La lesión fue diagnosticada como cuadriparesia (pérdida de sensibilidad). Rizzi fue operado sin necesidad de traqueotomía en el Hospital Purpan, de Francia, nueve horas después del accidente.
El proceso de rehabilitación, que demandó unos tres años, fue posible gracias a la intervención de la fundación que lleva el mismo nombre en el país galo. Ignacio recuperó el movimiento parcial en miembros superiores y en parte de los inferiores, logrando una sensibilidad del 70 por ciento.
Pero al llegar a nuestro país se encontró con dos amigos que habían vivido una situación similar. Después de contarles su historia, con ellos trazó el proyecto de crear una entidad en nuestro país que, como en Francia, ayudase a todos aquellos que hubieran sufrido "cuadripléjias, parapléjias o lesiones graves con secuelas de incapacidades totales y/o permanentes durante la práctica del rugby".
Desde adentro
Alberto Martínez Gambino, ex jugador, entrenador y presidente de la Unión del Sur, llegó a la UAR en 1988 y a partir de 1991 fue incluido en el Consejo Directivo como vocal. Abrió un paréntesis en 1995 y retornó al año siguiente como prosecretario, cargo que ocupó hasta 2002.
Su paso por la casa madre le permitió vivir de cerca el proceso de diagnóstico sobre el tema lesiones y la creación del sistema vigente
"Cuando llegué por primera vez a la UAR el tema de las lesiones era una preocupación constante. El "Negro" (Eduardo) Poggi era un estudioso del asunto y decía que la mejor manera de prevenir era concientizando a los jugadores", recordó.
"Cuando iniciamos las discusiones para implementar un seguro, muchos creyeron que era propaganda negativa. Pero se hizo un estudio con distintas asociaciones deportivas del mundo para establecer cuál era el deporte más peligroso en la Argentina y, para nuestra sorpresa, resultó ser la pesca. Es la que ostenta el mayor número de víctimas fatales. No tanto por la práctica del deporte en sí, sino por sus circunstancias", sostuvo Martínez Gambino.
Para el dirigente el Fondo Solidario fue un paso adelante.
"Es una iniciativa viable. Se hizo un fideicomiso y para lo único que se podía tocar el dinero era para cubrir lesiones y muertes de jugadores. No permitía la UAR tocar ese dinero", indicó.
"En los casos que me tocó vivir de cerca, como el de (Alejandro) Marini, la UAR se portó magníficamente. Cubrieron más allá de lo que preveía el reglamento del fondo del seguro. Y todos los casos que he seguido se han completado", indicó.
¿Y las aseguradoras?
Una fuente perteneciente a una multinacional de salud radicada en nuestra ciudad, explicó que el acuerdo entre la UAR y la aseguradora es excepcional. Para que cualquier compañía interprete que un servicio o póliza contra lesiones es negocio, tiene que acaparar un volumen importante de asegurados. De lo contrario, el riesgo no interesa.
"Son empresas y como tales existen bajo el reinado de la ley de los grandes números. La compañía se meterá en el negocio según la prima que recaude", explicó.
Y agregó que las obras sociales no amparan jugadores ante una lesión producida en ocasión de la práctica deportiva federada.
"No es algo privativo de una obra social. Al haber una práctica federada se interpreta que la responsabilidad por las lesiones y sus consecuencias debe afrontarlas la federación", sostuvo.
La fuente destacó que el rugby, a diferencia de lo que ocurre con el básquetbol en nuestra ciudad, es uno de los pocos deportes que ampara a quien lo practique con una póliza contra accidentes personales.
¿Qué piensa el periodismo?
Un sondeo reciente efectuado por el sitio de rugby Tercer Tiempo entre periodistas especializados de todo el país, arrojó que el 67,5 por ciento cree que es necesario cambiar el sistema del Fondo Solidario. Además, el 62% afirma que está mal que no atienda casos de jugadores que ya disponen de obra social, teniendo en cuenta que a pesar de ello son obligados a abonar el seguro para poder jugar.
Ricardo Sbrana/"La Nueva Provincia"