Una mujer y su hijo condenados por comercializar narcóticos
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de nuestra ciudad sentenció a una mujer y a su hijo, domiciliados en la calle Islas Orcadas 3433, de Ingeniero White, por el delito de comercialización de estupefacientes, hecho descubierto entre marzo y abril pasados, según se informó.
Los jueces Gustavo Arturo Duprat, Raúl Hilario Fernández Orozco y Juan Leopoldo Velázquez, le impusieron a Mirta Graciela Roa (44), oriunda de la ciudad de San Carlos de Bariloche, la sanción de cinco años y seis meses de prisión, mientras que Raby Sebastián Pérez (22), empleado rural, purgará cinco años y siete meses de cárcel, además de imponerse una multa de 2.000 pesos a cada uno de ellos.
La fiscal general, doctora María Cristina Manghera de Marra, había solicitado seis años de prisión para ambos procesados, mientras que los defensores Luis Angel Devaux (por Pérez) y Leandro Aparicio (por Roa), reclamaron la libre absolución de sus asistidos.
Los hechos. El procedimiento que permitió el arresto de los imputados se inició el 11 de marzo del corriente año y estuvo a cargo de personal de la delegación Bahía Blanca de la Policía Federal Argentina, ante la sospecha de que en el inmueble de Islas Orcadas 3433, donde vivían los sospechosos, se estaban comercializando drogas.
Por tal motivo, se realizaron tareas de observación y vigilancia hasta que el pasado 23 de abril, otorgada la orden de allanamiento judicial, se procedió a requisar el inmueble en presencia de Roa y de su pareja, Néstor Fabián Modarelli, quien no resultó vinculado con los hechos.
El procedimiento arrojó como saldo el secuestro --en los dormitorios de la mujer y de su hijo-- de una cantidad "suficiente de marihuana para que el tribunal decida sobre las cuestiones de la autoría responsable de los imputados en la comercialización del estupefaciente", se indicó en el fallo del Tribunal Oral.
Al fundamentar la condena, el tribunal descartó el argumento expuesto por el doctor Aparicio, quien sostuvo que la mujer era "presionada" por su hijo para vender el estupefaciente.
"No se encuentra acreditado en la causa, y ni tan siquiera lo invoca la imputada, quien tan sólo se limita a decir que cuando entrega 'porros' y recibe dinero es por indicación de su hijo, que vivía ebrio y drogado, y que lo dejó comercializar droga porque estaba cansada de luchar contra él, quien a veces la golpeaba", indicaron los jueces, para agregar: "Surge así de su propia confesión su autoría responsable en el ilícito".
Sobre la situación del joven, los jueces entendieron que "quedó corroborada su responsabilidad en el hecho investigado, no sólo por las tareas de inteligencia desarrolladas en su domicilio, sino también por la imputación concreta formulada por su madre".
Agregaron que en los fundamentos que "existen plurales elementos con suficiente valor probatorio para sostener, como lo hizo la fiscalía, que tanto Roa como Pérez comercializaban estupefacientes".
Se mencionó, además, que los elementos incautados en la casa de los sospechosos --como recortes de nylon, cajas vacías de papel para armar cigarrillos, restos de marihuana, un cartón con marcas y aroma a marihuana y cuatro "tuqueras"-- son "más que demostrativos de la actividad desplegada por los moradores" en cuanto a la distribución de droga.
"Toda la actuación policial, tanto las tareas de inteligencia y vigilancia previas, como los allanamientos y consiguientes secuestros, aparecen rodeados de los recaudos que les confieren plena legitimidad y su desarrollo han sido en el marco normativo exigible", concluyó el tribunal.
Por tal motivo, dispuso sentenciar a madre e hijo a cinco años y seis meses y cinco años y siete meses de cárcel, respectivamente.
Acusado por la madre
Mirta Graciela Roa había relatado ante el juez de primera instancia --se negó a declarar durante el debate realizado en los últimos días--, que no era ella la que vendía el estupefaciente, sino que acusó a su hijo, indicando que éste comenzó a dedicarse a esa actividad hacia fines de febrero, cuando regresó de un viaje a Puerto Madryn.
"No se por qué colaboré con la venta", expresó la mujer, quien respecto de un "porro" que se incautó en su dormitorio, argumentó que "no sabía que estaba allí, porque no fumo".
Pérez, por su parte, aseguró que era el concubino de su madre quien se dedicaba a obtener la droga y que su madre la vendía, aclarando que el material incautado no le pertenecía.