Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Una segunda parte con poco de bueno

Analízate (Analyse that) Dirección: Harold Ramis. Elenco: Robert De Niro, Billy Crystal, Lisa Kudrow, Joe Viterelli, Anthony LaPaglia, Cathy Moriarty. Origen: Estados Unidos. 2002. Duración: 96m. Para mayores de 13 años. Calificación: 6 Es la secuela de Analízame, que se estrenó en 1999 y fue un éxito de taquilla en cuanto lugar se exhibió. Dije entonces que la idea de conducir a un mafioso al diván del psicoanalista era brillante. Hoy continúa siéndolo.


Analízate (Analyse that)

Dirección: Harold Ramis. Elenco: Robert De Niro, Billy Crystal, Lisa Kudrow, Joe Viterelli, Anthony LaPaglia, Cathy Moriarty. Origen: Estados Unidos. 2002. Duración: 96m. Para mayores de 13 años.

Calificación: 6









 Es la secuela de Analízame, que se estrenó en 1999 y fue un éxito de taquilla en cuanto lugar se exhibió. Dije entonces que la idea de conducir a un mafioso al diván del psicoanalista era brillante. Hoy continúa siéndolo.


 En aquella versión --que ilustraba el "quehacer cotidiano" de los mafiosos, pero pasándole por el prisma del humor--, el gangster Paul Vitti pedía ser psicoanalizado. En este caso, es el psiquiatra quien pretende someter a terapia al mafioso. De ahí el título.


 El inicio del relato encuentra a ambos personajes en situaciones disímiles. Vitti está en la cárcel y descubre que quieren matarlo por órdenes emanadas desde fuera de la prisión. Sobel, en cambio, está en trance de enterrar a su padre, que acaba de fallecer.


 Para salir de la cárcel, Vitti simula una locura (canta sin cesar temas de Amor sin barreras) y un catatonismo.


 El FBI consulta sobre su gravedad a Sobel y en base a su diagnóstico le dan la libertad condicional, pero con una triple condición: que Sobel asuma ser tutor de Vitti, que lo aloje en su casa y le consiga un empleo honorable. Y aquí comienzan los problemas, porque el único objetivo de Vitti es identificar a quienes quieren matarlo y "sacarlos de circulación".


 Vitti rechaza ser psicoanalizado, porque cada sesión lo conduce al llanto y a olvidar su condición de gangster. Por su intemperancia y escasa cultura, fracasa en los sucesivos intentos de trabajar.


 Finalmente, el azar lo convierte en asesor de Little Caesar, una serie televisiva sobre gangsters al estilo de Los Soprano, que le provee el recurso para tomarse revancha de sus antiguos compinches.


 Para librarse de ellos, le es suficiente con hacerles creer que un episodio de Little Caesar es real. Algo bastante fácil en un país como Estados Unidos donde la realidad --según David Foster Wallace-- imita a la televisión y donde mucha gente se comporta como personajes de las series televisiva. Hasta el propio Sobel se traga el anzuelo y reacciona con ferocidad ante lo que considera una aviesa traición.


 El parangón de este filme con Analízame resulta inevitable. Y la evaluación concede, una vez más, la razón al refrán que dice que "segundas partes no siempre son buenas".


 Analízame era más divertida cuanto más real y peligrosa era la odisea del psiquiatra. Pero ahora, al desaparecer casi todo signo de verosimilitud, la historia pierde consistencia, sosteniéndose en los diálogos y en la capacidad histriónica de Crystal, De Niro y de algunos secundarios, como Vitarelli (el guardaespaldas de Vitti) y Cathy Moriary en el papel de una viuda mafiosa de pocas pulgas.


 Lo peor reside en algunas salidas de tono que, con el propósito de subrayar hasta el absurdo la antitética relación de los personajes, rompe el contexto irónico del relato para caer en lo burlesco.


 Por su puesta en escena y su montaje, Analízate se asimila más a una comedia televisiva que cinematográfica. Y esto pese a ciertos excesos de grúas y planos cortos con steady cam en medio de escenas que no adoptan un punto de vista subjetivo.


 Antes que parodiar al cine de gangsters, Analízate es una sátira a las series de televisión sobre la mafia que últimamente se han puesto de moda, a la celularmanía (la escena del funeral es elocuente) y a las ya clásicas psicopatías e incultura de los mafiosos.


 Pero lo mejor, insisto, son los diálogos, chispeantes, cargados de connotaciones irónicas y con la intención adicional de plantear una distancia respecto de las comedias de mal gusto que están invadiendo el cine de Hollywood.