La desertificación patagónica
En los últimos años, la extrema sequía que se abatió sobre la región patagónica precipitó y aceleró el proceso de desertificación que se había iniciado con la llegada de los primeros colonos, a finales del siglo XIX, según el INTA.
"La ley nacional de tierras, que entró en vigor en 1880, marcó el comienzo de lo que sería la colonización del extenso territorio de la Patagonia argentina y el inicio de un lento pero continuo deterioro del ambiente virgen", explicó Javier Bellati, experto del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
"La Argentina estaba en un proceso de expansión territorial y, en ese momento, el concepto de ecología no existía como tal, por lo que los colonos se dedicaron a la exclusiva tarea de producir sin ningún tipo de reparo conservacionista", agregó.
Más de un siglo después de aquel hito en la historia nacional, las entonces tierras fértiles de gran parte de la Patagonia muestran un desierto que expande cada vez más su frontera.
"Hasta en la provincia de La Pampa se observan hoy en día grandes médanos", graficó el especialista, para demostrar cómo el avance de la desertificación avanza en un país que cuenta en la actualidad con el 75 por ciento de tierras áridas o semiáridas.
Con la firme intención de revertir esta situación, el INTA y la Agencia de Cooperación Alemana (GTZ) y la secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación pusieron en funcionamiento, hace cuatro años, el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación.
"Los alemanes dejan el país y no sabemos cómo seguirá el programa", se lamentó Bellati, aunque descontó que los técnicos que tuvieron la posibilidad de especializarse en Alemania y en el sur de nuestro país continuarán con la tarea.
Las causas iniciales del proceso de desertificación de la Patagonia pueden rastrearse en el hecho del exceso de pastoreo, producto de los 27 millones de animales que rápidamente se desparramaron por todo el territorio, en principio en forma lenta, lo cual dificultó la percepción del fenómeno.
"Hoy nos encontramos con que el 85 por ciento son pequeños productores dueños del 15 por ciento de los 7 millones de ovejas patagónicas, pero sin propiedad. Tienen un permiso, pero no propiedad", añadió.
En el inicio del proyecto PAN, se elaboró un diagnóstico a partir del cual se pudo comprobar que grandes extensiones del territorio se encontraban irrecuperables y, en algunas otras, el costo de recuperación era tan alto que dejaba de ser rentable.
"Nosotros enfocamos a la prevención y a frenar el proceso para que no continúe el avance de la desertificación y, en algunos casos específicos, poder revertir esa dinámica destructiva", subrayó Bellati.
Para tal fin, se propuso a los pequeños productores mejorar el sistema de pastoreo, el método de mejoramiento de la rentabilidad traducidos en la cría de guanacos, de choiques y engorde de ganado, para que el productor no continúe presionando el campo.
"También diseñamos un sistema de parición controlada para que no se perdieran corderos por el azote del zorro colorado, destinado a ese 85 por ciento de pequeños productores que no tienen más de 500 ovejas cada uno", precisó el especialista. Una preocupación adicional de los especialistas es lo que presentan las represas patagónicas que, una vez llenas, y tras ser dragadas, dejan de funcionar, acelerándose el proceso de colmatación debido a la falta de pasto producto de la desertificación.
"Hay un exceso de animales comiendo, el pasto no alcanza a reproducirse, a semillar, por lo que muere y desaparece dejando el suelo desnudo, donde la escorrentía producto de las lluvias arrastra sedimentos al río", explicó Bellati.
"El río Limay tenía 500 kilómetros con una vegetación fenomenal que sostenía una enorme cantidad de fauna silvestre que ya no existe, lo cual demuestra que la desertificación no fue sólo producto de los cultivos intensivos, sino también de las represas y de la explotación petrolera, entre otros", concluyó.