Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Filosofía: crítica de la inteligencia artificial y por qué el mundo no existe

Markus Gabriel es una de las voces más fuertes de una corriente de pensamiento que cuestiona los modelos de dominación a partir de la tecnología y, a su vez, defiende el valor del aburrimiento porque “cuando nada pasa, puede surgir algo nuevo”.

El filósofo alemán Markus Gabriel (Fotos: Pablo Presti - La Nueva)

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   Filósofo alemán de 39 años y catedrático de la Universidad de Bonn desde hace más de una década, Markus Gabriel es uno de los referentes del nuevo realismo. Especializado en Metafísica, Epistemología y Filosofía post-kantiana escribió dos libros que tuvieron gran éxito en Europa, Por qué el mundo no existe y Yo no soy mi cerebro.

   Invitado por la embajada de Alemania y la empresa Medifé llegó a la Argentina, mientras que la Sociedad Escolar Alemana de nuestra ciudad lo trajo a Bahía Blanca para dar la charla “¿Qué es propiamente una inteligencia artificial?”.

   También conversó con La Nueva.

   --¿Qué es una inteligencia artificial?

   --Un modelo de pensamiento cuya función es reemplazar algunas actividades inteligentes de seres vivos por procesos instalados en un hardware no biológico. Por ejemplo, una máquina de procesamiento de datos, que los elabora mucho más rápido que nosotros. Pero no piensa como nosotros.

   --Uno de los primeros efectos del desarrollo tan vertiginoso de la tecnología es que la máquina reemplaza cada vez más al ser humano en el trabajo. ¿Qué otro tipo de desafíos, aún más profundos, enfrenta la humanidad con el desarrollo de este tipo de inteligencias?

   --Los famosos algoritmos de las redes sociales y motores de búsqueda, siendo modelos de pensamiento, pero no pensamiento, cambian la manera en que cada uno de nosotros pensamos. Porque nosotros nos “transformamos” cada día más en computadoras, visto que las computadoras o los teléfonos inteligentes son el paradigma del pensamiento, ya que nos parecen más inteligentes que nosotros aunque no lo sean. Estamos ante la ilusión de una inteligencia casi divina, que no es real.

   --¿Este es un proceso que se va a profundizar de manera inevitable o puede sufrir alguna modificación?

   --Depende de la conciencia que tomemos del proceso. Si todos los usuarios supiésemos de la naturaleza de estos procesos seríamos capaces de cambiarlos. Es decir, depende de la información que tengamos, porque las grandes empresas que compran y venden los datos que producimos en el mundo digital presuponen nuestra ignorancia sobre el funcionamiento del sistema. Pero todavía el futuro está en nuestras manos.

   --El escritor y pensador Yuval Harari plantea que con el desarrollo de estas inteligencias, las máquinas de uso cotidiano como los teléfonos celulares van a saber más de nosotros que nosotros mismos. Es decir, nos van a condicionar tanto con sus sugerencias que vamos a terminar tomando la mayoría de nuestras decisiones a partir de sus propuestas. Y no solo en la compra de productos como los electrodomésticos sino en temas más personales.

   --Ya estamos dentro de esa situación: lo que compramos o vendemos, pero también lo que creemos, ya depende de estas máquinas. Sin embargo, se puede cambiar la situación, basta con luchar contra esa dominación a la que nos quieren someter las compañías californianas. Porque hay gente de carne y hueso que produce estos dispositivos, que son trampas. O “Trump us”. Harari describe este camino como si se tratara de un destino inexorable, para él es casi teológico al punto que su libro cumbre se llama Homo Deus. Pero hay que decir que él es propagandista de Silicon Valley. Esto no es un destino divino y Mark Zuckerberg no es Dios, es muy humano.

   --En términos de Karl Popper, Harari sería un conservador.

   --Exacto, un enemigo de la sociedad abierta.

   --También plantea Harari, en caso de cumplirse sus ideas, que va a morir el libre albedrío.

   --Ese es su gran tema. Pero es completamente absurdo. La libertad es la capacidad de autodeterminación. Cada individuo y cada conjunto de individuos tiene una imagen de quiénes somos y de quiénes debemos ser. La libertad es la capacidad de producir una imagen de hombre. Harari nos quiere vender una sola imagen, estable para siempre, sin historia. Su obra es una religión, no es una descripción de hechos.

   --¿Cómo puede hacer el hombre común para luchar contra estas inteligencias artificiales que todo lo invaden?

   --En los minutos libres que tenemos cada día, sean 5, 7 o 10, no importa, aquellos en los cuales antes nos aburríamos, debemos no usar el teléfono. Evitarlo en el baño, en el colectivo, en la fila del supermercado. Es importantísimo no usarlo allí, porque ahí entra el enemigo. Debemos cultivar la capacidad de aburrirnos, porque en ese momento cuando nada pasa, puede surgir algo nuevo. Esa es la función del aburrimiento en la inteligencia natural humana. Ahora reprimimos esa función y reducimos la probabilidad de lo nuevo. Además, con los aparatos en la mano producimos datos para alguien que no nos paga. Esto se llama explotación.

El mundo no existe ¿y Dios?

   --¿Por qué el mundo no existe?

   --Porque no hay un contexto de todos los contextos. Estamos en Argentina, Argentina está en la Tierra, la Tierra está en la Vía Láctea, la Vía Láctea está en el universo. ¿Pero dónde está el universo? La Física no tiene respuesta a esta pregunta. Si el lugar donde todos los otros lugares tienen lugar, no tiene lugar, entonces todos los lugares no están en ningún lugar y, por lo tanto, nada existe. La única manera para que las cosas existan es sin mundo. Si todo está en el espacio-tiempo del universo, ¿dónde está esa situación? Es “la” cuestión de la filosofía por excelencia. Y es muy fácil demostrar que el gran todo de todos los objetos no puede existir.

   --O sea que no hay Dios.

   --Claro que no, pero atención. Si Dios es el Creador del mundo no puede existir. Pero a lo mejor Dios existe aunque no es el creador del mundo. Lo interesante es que la Biblia no dice que Dios creó el mundo, sino que el Génesis sostiene que, en el inicio, Dios distinguió el Cielo de la Tierra. Es una distinción, no una creación. Dios distingue a los seres humanos de las plantas, al hombre de la mujer. Eso es lo que hace en el Paraíso. Es decir, Dios creador de todo, no existe; porque todo no existe.

   --¿Es este un buen momento para hacer filosofía?

   --Es una gran oportunidad porque estamos viviendo una de las mayores crisis de la historia de la humanidad. Estamos amenazados por la autodestrucción de la raza humana: cambio climático, inteligencia artificial, armas, Trump, etcétera. La única solución es la cooperación con la filosofía, porque es el único saber que nos puede salvar.

   “Por eso necesitamos pensar un nuevo modelo, ni capitalismo clásico ni neoliberalismo ni socialismo. Nada de eso va a funcionar. Necesitamos una nueva teoría de la sociedad que sea la norma para el futuro. En mi opinión, es una cooperación entre todos los sistemas sociales democráticos.

   “Para desarrollar estas teorías y ponerlas en práctica necesitamos filósofos en cada lugar de la sociedad. Hoy sabemos que el saber tiene un valor, incluso económico-financiero. ¿Pero en qué lugar de los organismos de decisión están los filósofos? ¿Dónde está el saber del saber, la ciencia de las ciencias?

   “El modelo de la Ilustración era precisamente la unificación de todos los saberes en un sistema, que era conflictual y de mucho disenso, pero de cooperación de todos los ciudadanos. El desarrollo de un nuevo modelo de cooperación tiene que empezar ahora mismo”.

   --¿Esto significa, por ejemplo, que no se trata de crear un modelo diferente respecto del manejo de los medios de producción y su relación con las fuerzas del trabajo, sino que se trata de articular a los sistemas ya existentes para que colaboren entre sí?

   --Eso es. Pensemos en una sociedad donde hay personas ricas que controlan medios de producción, o sea, el concepto de capitalista clásico. Esta clase tiene que entender que su interés objetivo es aumentar el salario a los trabajadores. ¿Por qué? Porque estamos juntos en esta situación de autodestrucción y, si continuamos así, no habrá futuro. Ni siquiera para los niños de los ricos.

   “Hay que generar condiciones para que haya mucha más igualdad en las sociedades democráticas. Y no me refiero al igualitarismo total sino a reducir significativamente la brecha, en función del interés de todos. Me interesa remarcar que hablo de igualdad para sobrevivir juntos, pero no de igualitarismo. Yo no soy comunista, soy alemán (risas).

   “Apunto a que los sectores menos favorecidos de la sociedad tengan la posibilidad de vivir una vida digna. Esa es la cuestión”.