Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Un templo donde comulgan la liturgia, la arquitectura y la ingeniería

Inaugurado hace 50 años, el templo de Nuestra Señora de Luján en Bahía Blanca impacta por su diseño integral

Mario Minervino / [email protected]

   En diciembre de 1969 quedó inaugurado el templo de Nuestra Señora de Luján, en calle Juan Molina 751, una de las construcciones más particulares realizadas en materia religiosa en la ciudad.
   Una particularidad del edificio es estar ubicado en la planta alta, al cual se accede mediante rampas. Otro componente singular es su cubierta, formada por un conjunto de paraboloides hiperbólicos, una resolución estructural generada por membranas de hormigón armado de doble curvatura, un recurso constructivo elegido para dar respuesta a las nuevas normas litúrgicas, definidas en el Concilio Vaticano II de fines de la década del ‘50.

Los paraboloides y su particular geometría cubren la única nave del templo

La historia
   Nuestra Señora de Luján comenzó su historia en 1939, como un oratorio de Santa Teresita, hasta instalarse en Juan Molina y Almafuerte y, en 1955, colocar la piedra fundamental de su propio templo.
   Cuando se dio a conocer el proyecto, en 1965, el mismo fue considerado como “una brillante expresión de la arquitectura religiosa moderna”, ya que daba respuesta a los cambios que la Iglesia pretendía para la misa. Buscando generar un único espacio fue que se presentó el particular proyecto edilicio, cuya explicación, desde lo conceptual, fue realizada por el arquitecto Hugo Adesso, especialista en arquitectura religiosa y su la aplicación a la nueva liturgia.

Presentación de la maqueta, 1965

Los paraboloides
   La cubierta del templo tiene unas llamativas curvaturas y prescinde de columnas interiores que perturben la visual hacia el altar. Para eso se generó un par de cáscaras apareadas, de doble curvatura. Calculada por los ingenieros bahienses Fernando Vigil Mendoza y Oscar Gómez, cubren una única nave, permitiendo ingresos de luz natural a partir de ventanales lineales.
   El paraboloide hiperbólico es una superficie de particular geometría --se lo suele comparar con una silla de montar--. También participaron de la obra el ingeniero Jorge Galay y el arquitecto Manuel Mendoza.
   Además del hormigón, tiene un interesante protagonismo el ladrillo, en obras como el campanario. 

   Inaugurado en diciembre de 1969, el templo es, desde su resolución espacial, una comunión entre el arte, la ingeniería y la religión.