Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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Ramiro Barragán, el flamante padre que quería vender el almacén de Líbano y Patricios

El joven de 31 años tenía a la venta el local donde dos delincuentes lo mataron durante un robo.
Foto: Facebook

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   A fines de mayo, Ramiro Barragán y su señora decidieron poner un aviso en Facebook. “Se vende despensa con anexo de kiosco, librería y servicio de cobro (Ripsa). Ubicado en el barrio noroeste entre las calles Líbano y Patricios con más de 10 años de trayectoria...”

   Querían cambiar de rubro y de rumbo. Padres de una beba desde hacía 7 meses, la familia proyectaba otra vida que, desgraciadamente, no llegó. El lunes por la noche dos jóvenes delincuentes asaltaron el local, que nunca había sido escenario de la inseguridad, e hirieron de muerte a Ramiro.

   Hoy lo llora el Noroeste. Su familia es del sector, de toda la vida. Para muchos era casi un hijo más.

   Quienes lo conocieron lo recuerdan como un chico muy reservado, equilibrado. Siempre sonriente. Los amigos eran pocos, los justos. Los de fierro. En primer lugar, sus hermanos Ariel y Gabriel. También los hermanos Gatti.

   Futbolista de alma, Ramiro despuntaba habilidad desde chiquitito al costado de la cancha “grande” de Olimpo, donde los dos Barragán mayores ya se destacaban por desarmar defensas rivales.

   Su padre, el querido Raúl, fallecido hace 15 años, ordenaba equipos desde la línea de cal. Era un DT severo a la hora de los partidos, pero afectuoso antes y después.

   Con los años, Ramiro repartió su amor deportivo entre Boca Juniors y el aurinegro. Aunque al escudo xeneize lo llevaba tatuado justo encima del corazón. Los integrantes de la peña de Boca en Bahía Blanca lo recuerdan con afecto. Fueron muchos los viajes compartidos, los kilómetros de pasión codo a codo.

   Fue exitoso dentro de la cancha. En las inferiores en Olimpo y luego, en Primera, en Tiro Federal, donde fue campeón en 2004.

   De la actividad se retiró temprano. A sus 31 años, solo se ponía los cortos para jugar entre amigos o en la Liga Comercial.

   La locura delictiva truncó su vida demasiado rápido, cuando más tenía para dar. Solo queda esperar que se haga justicia. Aunque llegue, siempre será poco.