El canal Maldonado: abandono y descuido de una obra clave
Resulta imprescindible mantener en adecuadas condiciones todo su recorrido, de manera de poder mantener su capacidad para transportar los 300 m3 por segundo con los que fue diseñado.
Por Mario Minervino / [email protected]
Fisuras, grietas, suciedad, plantas y yuyos. Son algunas de las muchas situaciones que afectan al canal Maldonado y ponen en riesgo su situación estructural, sino que además puede complicar su capacidad de conducción de las aguas en caso de generarse lluvias importantes en la zona serrana.
El Maldonado, que se extiende desde el parque de Mayo hasta desembocar en el mar, es, desde 1951, la obra hidráulica que permitió poner punto final a las inundaciones que se producían en la ciudad cada vez que se registraban lluvias importantes en la cuenca del arroyo Napostá.
Si bien es cierto que de manera simultánea la Dirección de Hidráulica de la provincia procedió, a fines de la década del 40, a rectificar y dragar el Napostá para mejorar su capacidad de transporte de agua, al Maldonado le cabe la designación de “canal aliviador”, precisamente porque absorbe todo el excedente y así evita las inundaciones en los barrios aledaños al Napostá.
Ese papel protagónico del canal tomó más importancia a partir de 1978, cuando comenzaron las obras de entubado del Napostá, entre calles Casanova y Estados Unidos, intervención que redujo de manera drástica la capacidad de transporte de agua del Napostá al generar un cuello de botella por la presencia de ese conducto de hormigón, al cual tampoco se le hace el mantenimiento adecuado.
Por eso resulta imprescindible mantener en adecuadas condiciones el Maldonado, en todo su recorrido, de manera que mantener su capacidad para transportar los 300 m3 por segundo con los que fue diseñado.
El panorama
Hoy el canal se muestra en un mal estado general, considerando además que la última intervención importante se realizó hace 16 años, cuando la empresa Prates, de La Plata, procedió a la reparación integral de las losas que recubren su fondo y taludes laterales, al tiempo de sellar fisuras, reemplazar losas dañadas y proceder a la limpieza de todo el recorrido.
Aquel año se mencionó que el canal estaba cerca del colapso, por el mal estado de las losas y la enorme cantidad de resquicios por los cuales se podía filtrar el agua y, en una crecida importante, destruir la obra y desbordar hacia los barrios ubicados en sus márgenes.
No es difícil advertir hoy una situación de similares características. El crecimiento de pastizales, malezas y todo tipo de vegetación provoca daños en la estructura, simples de visualizar en casi todo su recorrido.
Esta presencia genera un obstáculo a la circulación del agua, la generación de fisuras y ayuda a que se vayan acumulando residuos de toda clase, la mayoría arrojados por la gente, como botellas plásticas, gomas, cajones y otros.
Lo singular del tema es que el mantenimiento del canal es responsabilidad de la provincia de Buenos Aires, aunque de acuerdo a lo que pudo averiguar este diario una obra de limpieza, mantenimiento y arreglos no figura en ninguna agenda provincial.
Consultada la secretaría de Infraestructura del municipio, señalaron que la provincia tiene “dependencias encargadas de verificar la necesidad de este tipo de intervenciones”.
“En varias oportunidades, cuando la provincia no puede realizarlas, el municipio toma a su cargo esas obras, en coordinación con la provincia”, señalan desde esa secretaría, al tiempo de explicar que la comuna “no puede actuar por su cuenta”, sino que debe pedir autorización previa y coordinar con las autoridades provinciales cualquier tipo de intervención.
Esa dependencia se verificó hace unas semanas con la decisión, desde la subsecretaria de medio ambiente municipal, de limpiar una de las márgenes del Napostá, entre el parque de Mayo y el inicio del entubado. La comuna aguarda desde hace tres meses una respuesta de la Subsecretaria de Recursos Hídricos bonaerense para proceder con esa intervención, la cual, por otra parte, ha sido cuestionada por distintas entidades ambientales.
En conclusión, así como a las autoridades municipales le preocupan los juncos existentes en el Napostá por el efecto negativo que pueden generar ante una crecida del arroyo, mucho más debieran alertarlos el pésimo estado del Maldonado, y no esperar que lluvias serranas dejen en claro lo delicado de la situación.
Maldonado, femenino
El nombre del Maldonado figura desde la época fundacional de nuestra ciudad como tal y se estima fue tomado del arroyo del mismo nombre existente en la ciudad de Buenos Aires, hoy entubado debajo de la avenida Juan B. Justo.
Lo particular del nombre es que deriva de la leyenda de la Maldonado, apellido de una mujer que vino desde España en 1536.
Según la leyenda, la mujer huyó al campo a causa de la hambruna y en las barrancas ayudó a una puma a tener cría. Luego se unió con los indígenas y fue capturada por los españoles, quienes como castigo la ataron a un árbol en las orillas del arroyo.
Cuando los españoles retornaron a buscar el cadáver la encontraron viva, cuidada por los pumas.? De ser verdad la leyenda, el canal debería claramente llamarse de “la Maldonado”.
La historia de una obra emblemática
El arroyo Maldonado era un elemental hilo de agua, el cual fue cegado en 1906 en su paso por el parque de Mayo, diseñado en su génesis para ser un barrio parque.
Fue reabierto y dragado tal como lo conocemos hoy en 1948, durante la gobernación de Domingo Mercante, según un proyecto de la Dirección de Hidráulica de la provincia.
La obra fue terminada en 1951, luego de mover 360 millones de m3 de tierra para un recorrido de 6.800 metros.
Los trabajos estuvieron a cargo de la empresa Panedile SA, la misma que entre 2016 y 2020 realizó la construcción de la planta depuradora de líquidos cloacales ubicada en Ingeniero White.