Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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Le quemó el Rancho con tres tiros y obtuvo el premio más “Grande”

Aplicando el mejor manual del contragolpe, el aurivioleta venció 3-0 a Belgrano de Santa Rosa y quedó en la puerta de la clasificación en la zona 1 del Federal A. Sergio Daniel Peyssé / Enviado especial a Santa Rosa
Mientras Nico Palacio se le cuelga, Franco Lefinir sale a festejar la apertura del marcador. El volante calibró la mira y no falló en los dos penales.

“Allá en el Rancho Grande, allá donde vivía, había una rancherita, que alegre me decía, que alegre me decía....”

Para muchos, la música es tan linda como el fútbol. Para Tiro Federal también. Y se vino desde Santa Rosa cantando un tema que no es argentino, que hizo popular el méxicano Pedro Fernández, pero que tan curiosa similitud tiene con el triunfo logrado anoche por el conjunto aurivioleta, 3-0 en el estadio de Belgrano, más conocido como el “Nuevo Rancho Grande”.

“El ritmo que impusieron fue infernal, los felicito”, les dijo el DT Darío Bonjour a sus jugadores en un vestuario pletórico de felicidad.

Y la lupa hay que ponerla en ese aspecto. Tiro, por dinámica, por rápida transición de defensa a ataque y por conexiones de primera al ras del piso, se devoró a un adversario abatido anímicamente, sin potencia ofensiva y muy lento a la hora de retroceder marcando. Tal vez no es casualidad que acumule cinco derrotas en fila y haya llegado a 488 minutos sin anotar goles.

Para algunos futbolistas tirenses, fue el mejor partido del equipo en calidad de visitante. Puede ser, ¿por qué no? Lo que sí llamo la atención es como planificó y cómo ejecutó el encuentro. Tres en el fondo, dos volantes centrales (Mauri y Lefinir) que se “comieron” los personajes, dos aleros con cebador (Ceccani y Palacio), un enganche (Filippini) y dos delanteros que, cuando entendieron en qué momento se tenían que conectar al resto, desnudaron de pies a cabeza a un elenco local limitado y “apichonado”.

Tiro estableció las condiciones de movida. En el primer tiempo no fue beneficiado con el permisivo arbitraje del Santiago Ascenzi, quien en el segundo tuvo que dejar de lado el “siga, siga” para proteger al que mejor estaba jugando. El referí acertó en el primer penal (zancadilla de Carrasco a Abaca), no titubeó en la roja directa a Vázquez (patada brutal a Lefinir) y tampoco se equivocó en pitar el final inmediatamente después del segundo penal ejecutado por el mismo Lefinir, cuando los hinchas del tricolor tiraban proyectiles, insultaban al por mayor y no querían sufir tanta humillación de un rival que, en el complemento, fue el rey del contragolpe.

Ganó Tiro, llegó a 12 puntos, y en el viaje de regreso se escuchó: “Allá en el Rancho Grande, allá donde vivía...”