Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Sin panza ni pareja, Matilde pudo ser mamá

“Los chicos naturalizan las cosas mucho más que nosotros”, dijo.
Fotos ilustrativas: Emmanuel Briane- La Nueva.

Por Sol Azcárate / sazcarate@lanueva.com

      Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

   Matilde Rouspil lo tuvo claro desde chica: iba a ser madre adoptiva.

   No soñaba con la panza de embarazada ni le hacía falta vivir un parto. Lo único que quería era ser mamá y dar amor.

   A los 33 años se decidió y se anotó en el registro de adopción. No tenía novio ni marido, pero eso tampoco fue un impedimento.

   —Si tengo una pareja, no va a ser su papá. La madre soy yo. Yo tomé esta decisión, yo me la banco.

   Después de 6 años de espera, en los que pasó por etapas de desconcierto, ansiedad y euforia, llegó Guadalupe.

   Matilde tenía miedos. Pero Guadalupe se los fue ahuyentando. Era una nena de 8 años, libre de prejuicios.

   Ella lo único que quería era tener una mamá.

   En una hoja de cuaderno estaban ellas dos, agarradas de la mano, rodeadas de corazoncitos y un “mamá, te quiero mucho”.

   Guadalupe le regaló ese dibujito a Matilde el primer día que se vieron.

   Meses después, cuando ya vivían juntas, Matilde estaba ordenando la habitación y encontró otro dibujito. Pero en este también había un papá y la frase escrita en plural.

   “Ah, ese también era para vos, má. Es que cuando me enteré de que me iban a adoptar, no sabía si era una mamá sola o un papá y una mamá”, le contó Guadalupe.

   No importaba cuántos ni quiénes. Ella sólo quería hacer saber que tenía mucho amor para dar.

   —Los chicos naturalizan las cosas mucho más que nosotros. Hoy en día hay una variedad de familias que ayuda a que los chicos lo vean como algo natural, que no hay que plantearlo.

   Matilde, en cambio, se choca con gente grande llena de prejuicios por su condición de madre adoptiva soltera. En más de una ocasión tuvo que contar por qué lo eligió o aclarar su identidad sexual.

Mirá el informe completo de La Nueva.

   Matilde y Guadalupe vivieron una vinculación que duró un poco más de 2 meses, mientras se definía también el futuro de sus 2 hermanitos: uno de 12 y el otro de 6.

   El más chiquito fue adoptado por una pareja y el más grande, por un hombre soltero. Y las 3 familias mantienen el vínculo, se juntan para que los chicos se vean.

   —Viene con una historia que no pretendo sacarle y que hay que respetarle.

   Matilde dice que cuando pasás a convivir con un hijo adoptivo, ya no es más adoptivo o biológico: es hijo.

   Como cualquier niño o niña, Guadalupe a veces no quiere bañarse o no quiere acomodar su habitación o no quiere hacer los deberes.

   Y Matilde, como cualquier madre o padre, a veces le tiene paciencia y otras, no tanto.

Sin miedo a decir que no

   Matilde entiende que es habitual que los chicos en adopción tengan hermanos y que se busque que adopten a todos juntos, pero también que hay mucha gente esperando adoptar solo a un chico de 2 años.

   —Adoptar, como todo lo desconocido, da miedo. Como tener un hijo biológico también. Entonces te planteás que un nene de 7 años, por ejemplo, viene con una historia muy fuerte, y te da mucho miedo. Y creo que también hay mucha ignorancia.

   Si algo recomienda, es informarse y no tener miedo a decir que no. Saber cuál es el propio límite para respetar a los chicos que están esperando una familia y que ya sufrieron abandono.

   —Te sentís una basura cuando te hacen esas preguntas [para inscribirte en el registro de adopción], porque sentís que vas a dar características del hijo que vos querés. No le tengan miedo a decir que no. 'Hasta acá es mi límite'. No es de egoísta. Hay que anotarse con consciencia de hasta dónde podés llegar, porque si no al chico le generás una falsa expectativa y después te das cuenta de que no podés.

   Matilde tuvo que decir que “no” en el primer llamado que recibió del juzgado: no se sentía preparada para criar a una adolescente de 14.

   Pero el tiempo le dio otra oportunidad. A ella y a su nena de 9 años.

   Guadalupe y Matilde llevan 10 meses juntas.

* Guadalupe es un nombre ficticio, pero la historia es verdadera. El nombre fue cambiado en la nota para preservar la identidad del menor.

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