Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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"Fue raro, sentí que mi cuerpo se prendía fuego"

"Quiero volver a la normalidad, jugar al fútbol en Mundial Fútbol Club y estar con mis amigos. Ahora me siento bien, acompañado por mi familia y con pocos dolores. Creo que lo peor ya pasó". Nicolás Alejandro Bazán (14) se preparaba para almorzar, mientras observaba la televisión en la habitación 359 de la sala de Pediatría del Hospital Interzonal General de Agudos Doctor José Penna.
"Fue raro, sentí que mi cuerpo se prendía fuego". Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 "Quiero volver a la normalidad, jugar al fútbol en Mundial Fútbol Club y estar con mis amigos. Ahora me siento bien, acompañado por mi familia y con pocos dolores. Creo que lo peor ya pasó".


 Nicolás Alejandro Bazán (14) se preparaba para almorzar, mientras observaba la televisión en la habitación 359 de la sala de Pediatría del Hospital Interzonal General de Agudos Doctor José Penna.


 Yanina, madre de Nicolás, lo animó a hablar, se mantuvo a su lado y con total tranquilidad el chico comenzó a relatar parte de lo sucedido en horas de la noche del miércoles pasado en el paraje El Guanaco, en Ingeniero White, donde recibió un disparo en el tórax durante un confuso incidente.


 "Estoy bien, con menos miedo. Todo se dio el miércoles a la noche, cuando salí junto con mi abuelo de la casa de mi papá. Ahí escuché varios disparos y fue raro porque, de repente, sentí que mi cuerpo se prendía fuego. No podía aguantar el dolor", comentó ayer la joven víctima a "La Nueva Provincia".


 "Me tocaba el cuerpo y me salía sangre del pecho. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. De la casa de mi papá pasé directamente al hospital. Fue todo muy extraño", agregó.


 El adolescente sufrió un impacto de bala en la zona torácica que le produjo daños en vasos sanguíneos y en un pulmón, y el proyectil quedó alojado muy cerca de la arteria aorta.


 "Los médicos me dijeron que estoy bien, aunque existe la posibilidad de que la bala quede alojada porque es riesgoso extraerla", señaló.


 La violenta agresión se produjo minutos antes de las 21 del miércoles, en la calle Reconquista al 1100.


 "Recuerdo que me llevaron en un auto particular al hospitalito de Ingeniero White. Ahí me revisaron y me trasladaron al Hospital Penna porque la herida era importante. Según pude escuchar, mi vida corría riesgo", admitió.


 El chico tenía previsto acompañar a su abuelo a una quinta.


 "Salimos caminando y cuando íbamos por la mitad de la calle se sintieron varios disparos. Ahí me sentí mal y caí de rodillas", dijo.


 En relación con el caso están acusados los policías Raúl Benuzzi y Walter Sabena, quienes cumplen funciones en la Sub Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Coronel Rosales, con asiento en Punta Alta.


 "No sé quiénes dispararon. Me dijeron que fueron policías, pero no sé más", expresó el menor.


 "Me pasó a mí, aunque le pudo haber ocurrido a cualquiera. Mi abuelo estaba desesperado, observó que había dos policías por ahí cerca, pero se quedó conmigo. Me llevaron a la despensa que está al lado de la casa de mi papá para revisarme. Fue una sensación muy fea", reconoció Nicolás.

El peor viaje




 "Me enteré de todo cuatro o cinco horas después del hecho y por teléfono, porque vivo en Santa Fe", explicó Yanina, madre del chico baleado.


 "Fue terrible el viaje hacia Bahía Blanca, porque no sabía cómo estaba mi hijo. Las primeras horas de internación fueron complicadas porque su vida corría peligro", mencionó la mujer.


 Y acotó: "Espero que Nicolás salga adelante y que los culpables paguen por lo que hicieron, porque tranquilamente podrían haber matado a mi hijo. Ahora quiero estar con él, ayudarlo a que salga adelante y que pueda continuar con su rutina habitual".


 En la causa tomó intervención la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 3, a cargo del fiscal Oscar Bautista Duizeide, en tanto que el personal de la comisaría Tercera de Ingeniero White continúa investigando el ataque contra el menor.


 La policía secuestró dos pistolas reglamentarias calibre 9 milímetros y una escopeta 12/70 con postas de goma, perteneciente a uno de los efectivos de la Sub DDI rosaleña, pero hasta ayer la justicia no había dispuesto medidas en relación con los uniformados sospechados.