Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

Brindar-Nos

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Con el devenir el paisaje se reconfiguraba, las tonalidades verdes, rojas y los infaltables destellos dorados y plateados se iban intensificando. Si bien en nuestro hemisferio es verano la decoración emulando nieve, renos, pinos, con guirnaldas y bolas intercaladas acompañaban la postal.

La creencia, aún vigente, sobre la existencia de Papa Noel, habilitaba cartas y expectativas en los más pequeños. Todo indicaba que la gran mayoría y de acuerdo con las posibilidades económicas se proyectaba para celebrar la Navidad.

Pero si bien la naturaleza “avisa” rara vez pide permiso y se manifestó furiosa, enojada, incontenible, arrasando con la ciudad entera. En un cerrar y abrir de ojos se abrió una herida, profunda y dolorosa.

Edificaciones convertidas en ruinas, árboles que sucumbieron a la fuerza del viento y cayeron exponiendo la “longevidad” de las raíces, personas lastimadas y más de una decena de vidas truncas de manera inesperada. ¿Y después? ¿Cómo erguirse y continuar? 

La Psicología tiene un rol esencial en toda catástrofe, pues el sufrimiento psicológico es inexorable. Pasado el primer impacto son esperables algunas manifestaciones y hay costo para la salud mental. Flashbacks, algo así como remembranzas y pesadillas se desencadenan posteriormente como consecuencia del desastre. 

Es indispensable contar con asistencia, pues culpa, miedo o estrés en cuanto aumenta la intensidad del viento, son los estados más frecuentes, que de no recibir la atención debida puede derivar en trastornos más graves como ansiedad, ataques de pánico y estrés postraumático.

Publicaciones científicas sobre el impacto que tienen estos eventos en las emociones dan cuenta que por cada persona herida físicamente hay cuatro con efectos psicológicos. La intervención en crisis, específicamente en desastres naturales ya no pueden ser entendidas como un rareza, cada vez serán más necesarias.

A nivel físico, taquicardia, tensión muscular, mareos y cefaleas son habituales luego de estas vivencias; las situaciones de emergencias y críticas derivan en trastornos del sueño alteración en el deseo de comer. 

Hay que dar lugar a la expresión ya que el miedo a que vuelva a ocurrir está latente. Es imposible no experimentar tristeza cuando el paisaje es desolador, además hay desesperanza y angustia cuando los daños materiales arrasan con años de sacrificios. 

En esta época del año generalmente hay un clima festivo, las emociones se encienden y se contagian como las luces navideñas pero esta vez será distinto, la naturaleza lo dispuso así.

Hay que atravesar un duelo y sin dudas para algunos será mucho más crítico y doloroso. Si bien hay una herida abierta y el brindis se posterga la ocasión habilitó la posibilidad de brindar-nos.

En estas situaciones sabemos “de qué estamos hechos” y estoy convencida que a pesar de la fatídico podemos celebrar que Federico Susbielles está llevando adelante esta tragedia de forma humana, inteligente e irreprochable.

A pesar de lo terrible, podemos celebrar esta posibilidad de brindar-nos solidariamente y ayudar a quien lo está necesitando. Brindar-nos a los otros cobra un nuevo sentido y es el primer paso para sanar y reconstruir. A pesar de todo: Feliz Navidad.