Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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¿Cómo evaluarán las escuelas bahienses antes del receso invernal?

Desde la Dirección general de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires aclararon que no habrá calificaciones numéricas para los alumnos de primaria y secundaria.

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Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com
Audionota: Mariano Muñóz (LU2)

   “Si la escolarización que nos toca transitar no es la habitual, tampoco es posible reproducir en este contexto las condiciones previas al aislamiento”, señaló Claudia Bracchi, subsecretaria de Educación de la Dirección general de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires.

   De ese modo, la funcionaria justificó que el núcleo de la tarea docente es construir el vínculo pedagógico con los estudiantes y generar todas las condiciones posibles para implementar una política de cuidado que fortalezca los lazos educativos y afectivos.

   “Evaluar nos tiene que permitir fortalecer las decisiones pedagógicas y didácticas adoptadas para mejorar las trayectorias educativas de los y las estudiantes. En este sentido, es clave que este proceso, en tanto parte de la enseñanza, siga sucediendo ya que nos brinda elementos para aprender y conocer con mayor profundidad lo que estamos logrando realizar desde el sistema educativo provincial en este momento inédito”, añadió.

   En función de estas cuestiones, y con el receso invernal a la vuelta de la esquina, resulta preciso diferenciar la evaluación de la calificación.

   ¿Qué se evalúa entonces?

   “En este momento es preciso evaluar, entre otras cuestiones, si los estudiantes están pudiendo sostener el lazo con la escuela y sus docentes; tener acceso a las propuestas de enseñanza; resolver las actividades que se les han propuesto; plantear dudas, preguntar, opinar; acceder y/o profundizar en el conocimiento específico de las distintas áreas/materias; realizar las actividades educativas con autonomía, solos o con otras personas que
vayan acompañando el proceso y compartir las tareas/actividades con sus compañeros”.

   A partir de estas consideraciones, la Dirección General de Cultura y Educación tomó un conjunto de decisiones que procuran contribuir a una mejor organización del proceso de Continuidad Pedagógica durante la pandemia.

   Entre las determinaciones, sobresale que no se calificará el primer bimestre, trimestre, cuatrimestre -según corresponda- en las instituciones educativas, tanto estatales como privadas.

   Como se ha referido anteriormente, evaluar no es lo mismo que calificar.

   “Este es un tiempo en el que se precisa ponderar los procesos de continuidad pedagógica, haciendo hincapié en los aspectos cualitativos de la enseñanza y aprendizaje. Se trata principalmente de conocer las características de los vínculos pedagógicos que se han podido construir en este tiempo y lo que urge fortalecer y mejorar para que la educación sea parte de la vida cotidiana de cada estudiante”, señaló Bracchi.

   Todas las herramientas de los docentes (llámese registros, comunicaciones, intercambios, y las devoluciones sobre entregas de trabajos) sirven para realizar una valoración pedagógica que posibilite conocer el progreso de las y los estudiantes, sus avances y sus dificultades.

   Varias docentes bahienses manifestaron la complejidad de llevar a cabo este tipo de evaluación y remarcaron las dificultades que tienen los alumnos y ellas mismas para cumplir sus responsabilidades en este tiempo de pandemia.

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   Karina Dietrich es profesora de Matemáticas en la Secundaria 5 (con 6 cursos), donde también es Jefa de Area, y en la Técnica 1 de White (con otros dos cursos).

   “En total son alrededor de 180 alumnos, que van desde los 11 y los 19 años”, señaló y remarcó que la clase presencial es irremplazable.

   “Las clases virtuales dan pie a la desigualdad, a la diferencia de posibilidades. Y en base a eso es difícil evaluar el desempeño de cada uno”, dijo.

   Y amplió: “Tengo alumnos que entregan en tiempo y forma y tengo los que no entregan porque no pueden y también varios que directamente no quieren. Las condiciones en las que trabajan no son las mismas para todos. Los que entregan, generalmente, son los que tienen las herramientas necesarias y los que tienen a los padres detrás de ellos. Pero después tenemos un universo muy grande de chicos que no tienen computadoras, que las comparten con el resto de la familia o que tienen que cuidar a sus hermanitos porque los papás tienen que salir a trabajar. Entonces, el que menos tiene va quedando marginado, porque es una lucha desigual y hasta es un sistema discriminatorio en cierto punto. Y en ese marco, nuestra evaluación no termina siendo equitativa”.

   Según señaló, cuando están en la escuela, todos los alumnos arrancan en las mismas condiciones y el acceso al conocimiento está garantizado porque tienen a la profesora delante por determinado tiempo.

   “De este modo virtual, hay chicos que tienen el acceso y otros que no. Entonces, ¿cómo evaluó a un chico que nunca entregó una tarea, pero no porque no quiso, sino porque no pudo?. Hay muchos chicos que no tienen acceso a internet, pero si somos permisivos con ellos, estamos siendo injustos con los que sí hicieron las cosas”.

   Según su opinión, volver a clases este año, será todo un problema.

   “Por el simple hecho de que no todos volverán en el mismo nivel. En ese sentido, creo que lo mejor es definir cuanto antes que todo este año sea virtual y ponernos a planificar el 2021, teniendo en cuenta las diferencias que podrían existir entre alumnos del mismo curso”.

   Karina se vale de todas las herramientas posibles para llegar a sus alumnos.

   “Empleo mucho el whatsApp, que es la herramienta que manejan todos. Los chicos de ahora prácticamente no usan los e-mails y muchos no tienen computadoras para utilizar el zoom o las plataformas virtuales. Recibo mensajes a toda hora. Es engorroso, pero es la manera que encontré de estar en contacto con todos”.

   “Por ejemplo, una alumna me mandó un práctico a las 7.15 y le pregunté qué hacía levantada a esa hora. Y me contestó que todavía no se había acostado. Esa es otra problemática para los profesores, porque los chicos manejan otros horarios. Yo me conecto a las 10, pero la gran mayoría de las consultas las recibo a partir de las 18”. 

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   Es evidente que los y las docentes tienen que cambiar la forma en que calificaban históricamente.

   “La idea es hacer una devolución antes de que termine el cuatrimestre, lo cual no es sencillo. Habíamos estado trabajando poniendo, suponte, `logrado', `aún no logrado', `insuficiente', pero después hicimos una capacitación donde nos hicieron saber que eso tampoco era válido como calificación”, manifestó Fernanda Fuentes, quien trabaja en tres escuelas secundarias públicas (26, 5 y Ciclo Básico, ésta última dependiente de la UNS).

   “Por eso decidimos hacer una evaluación sobre cómo van los chicos durante este proceso, enfocada más darle aliento e incentivarlos a que participen en los trabajos, como forma de estímulo para que no pierdan las ganas”.

   Sin embargo, Fernanda siente que no puede ser equitativa.

   “Porque las realidades de cada alumno son distintas y se van haciendo más notorias con el paso del tiempo. Así como hay muchos alumnos que cuentan con herramientas digitales, otros las comparten con el resto de la familia y otros que la tienen que hacer a mano en formato papel”.

   “Si estuviéramos en la escuela, con las clases presenciales, podríamos hacer muchas más cosas por esos alumnos con ciertas carencias, buscándole la vuelta para que no quede retrasado en la incorporación de conocimientos. ¿Cómo hago para hacer trabajar a ese chico desde su casa, cuando la necesidad real pasa por carecer de un plato de comida? Y cómo hago yo para evaluar en forma justa a ese alumno, comparándolo con otro que está en una situación distinta”.

   De todos modos, señaló que le parece bien no calificar numéricamente en esta instancia.

   “Me parece bien que no se evalúe con números, porque seríamos aún más injustos. Por eso me parece bien darles una voz de aliento para estos momentos”.

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   Claudia Puccio acumula casi 20 años de actividad docente y actualmente se desempeña en tres escuelas públicas (secundaria 26, 11 y 3) y una privada (Diego Thomson) como profesora de Prácticas de Lenguaje y Literatura en siete cursos distintos. Tiene, en total, 135 alumnos a cargo.

   “Apuntamos a una valoración general, teniendo en cuenta la actitud del alumno para sostener el vínculo, ya sea con el docente o las profesoras, para hacer consultas y evacuar inquietudes. En lo personal, intento de saber si los alumnos tienen problemas con las herramientas tecnológicas, para también poder llegar a aquellos que no cuentan con esas posibilidades”.

   En las cuatro escuelas se hacen valoraciones distintas.

   “En algunas se realiza una valoración general de los profesores y en otra cada profesor hizo la suya en forma individual. Y en otra nos exigieron un informe pedagógico valorativo por chico, detallando obviamente lo positivo en cada caso”.

   Con tantos años de experiencia, Puccio tiene un modo particular de trabajo.

   “Llevo un archivo en papel de cada alumno, en el que voy anotando lo que les envié, cuáles fueron sus respuestas y cuáles fueron sus errores, para en algún momento preguntarles sobre eso y darme cuenta si lo aprendieron. Hago mucho hincapié de que soy una persona de paciencia y me pueden preguntar todo lo que quieran con tal de que no se queden con dudas. Para mi también es una novedad dictar clases de esta manera”.

   Apuesta, y le da buen resultado, al trato directo.

   “Utilizo mucho los emails en forma personalizada y también los mensajes de audio, para que ellos sientan la cercanía y fortalecer el vínculo”.

   Su trabajo, con tantos alumnos a cargo, es full time.

   “Estoy permanentemente encima de ellos y la gran mayoría de las veces, los horarios no coinciden. Los adolescentes trabajan mucho de noche, porque es cuando están solos en sus casas o cuando los dispositivos del hogar no están siendo usados. Mi postura es que mientras trabajen, que lo hagan en el horario y la forma que quieran. Lo importante es que no se desanimen”.

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   “Es complejo el tema de la evaluación en este contexto, porque si bien desde Nación y Provincia especifican que no hay que calificar numéricamente, se habla de un tipo de valoración al desempeño de este tramo dictado en forma virtual”, señaló Celeste Calvo.

   Y añadió: “En lo personal, soy profesora de Música, se me complica mucho evaluar de ese modo. Empezando por el hecho de que tuve que modificar toda la forma de trabajar, e incluso modificar contenidos, porque es una materia que requiere la interacción entre alumno y profesor porque se desarrolla a través de la producción musical, que de este modo es prácticamente imposible hacer”.

   A eso, según señaló Calvo, se suma la carencia de herramientas que tienen muchos alumnos.

   “Hoy, incluso, noto menor participación en las clases. Se conectan a las clases, pero no se prestan mucho a la interacción. Entonces, es muy difícil comprobar si incorporaron los conocimientos. Y este contexto de aislamiento también los predispone psicológicamente de manera diferente. Al no tener contacto directo con sus compañeros o el docente, el grado de compromiso que asumen es distinto”.

   En el aula, según señaló, se puede evaluar el compromiso, la dedicación y el esfuerzo.

   “Hoy casi ni puedo comprobar que hayan hecho el trabajo correspondiente sin ayuda alguna. Entonces, quizás sea injusta en la valoración que dé sobre esos alumnos. Lo mismo surge al dictarse un tema. En clase te das cuenta enseguida si lo comprendieron o si tienen dudas. En forma virtual es muy difícil de comprobarlo”.

   “Yo a las clases virtuales las denomino Encuentro. Porque suelo enviar los materiales, ya sean clases preparadas o trabajos prácticos, y después nos reunimos a través de una plataforma para evacuar dudas. Pero tampoco existe la obligación o las herramientas para que ellos puedan conectarse”, cerró.