Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Pandemia en México: la visión de una bahiense que eligió Tulum

Clementina Ibáñez vive en México desde 2017. Por la pandemia se quedó sin empleo. Hija de un destacado médico de la ciudad afrontó su pérdida a la distancia. Su visión desde uno de los destinos caribeños más turísticos y reserva de importantes ruinas mayas.

Clementina Ibáñez vive en el caribe desde 2017.

   Anahí González
   agonzalez@lanueva.com

   Según la bahiense Clementina Ibáñez, quien vive en México desde hace tres años, es muy difícil encontrar a alguien en Tulum, pequeño y joven pueblo caribeño, que no esté trabajando en algo vinculado al turismo.  

   Por eso, si bien, en en este destino costero tan visitado, ya se retomó la actividad en sectores gastronómicos y comerciales y la vida es “casi normal” (salvo por la obligatoriedad del tapabocas) el cierre de las playas fue la medida de mayor impacto para la economía local.

   Clementina llegó a Tulum en 2017 y, en estos años, tuvo varios trabajos, el último como mesera en uno de los boliches más conocidos y caros de la playa.

 “También había empezado en un restaurante que ya estaba abierto al público aunque no había inaugurado”, contó.

   Con la circulación del virus, ambos proyectos se frenaron y debió subsistir, en principio, con los pagos de salarios atrasados y, en la actualidad, con dinero que le enviaron desde Argentina.


Clementina (der.) con Vanina Farías y su hermana Dolores Ibañez.

  Además le tocó afrontar a la distancia la pérdida de física de su papá, el destacado doctor Edgardo Ibáñez, quien se desempeñaba como Jefe del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital Penna de nuestra ciudad y falleció el pasado 23 de abril por una afección oncológica.

   Ni siquiera pudo pensar en viajar, las fronteras estaban cerradas y los vuelos de repatriación no eran una opción inmediata.

   “Tulum es un pueblo muy joven. La playa está a 3 o 4 kilómetros del centro y tiene una zona hotelera y de bares, boutiques y restaurantes, que es la parte cara, todo en dólares, orientada al turismo extranjero”, dijo.


Junto a su mamá Adriana.

   Esta realidad -contó-  dista mucho de la calidad de vida de los habitantes y nativos del lugar, ya que el pueblo tiene una precaria infraestructura y hasta carece de servicios de cloacas en amplias zonas.

   “En Tulum no permiten hacer hoteles grandes, de más de dos pisos, no está preparado para la cantidad de gente que viene de vacaciones y que vive acá”; contó.

   Cualquiera que se aleja un poco de la calle principal puede notar que las casas son muy precarias al igual que el tendido eléctrico, de hecho, si llueve o hay un poco de viento se corta la luz.

   No obstante, hay una zona VIP, un barrio en el que se alquilan lujosas viviendas a precios exorbitantes.

   “Creo que los alquileres más caros de México están acá”, dijo la bahiense quien durante la cuarentena se mudó a Nayarit, en la costa del Pacífico.

   “Nayarit es una ciudad más grande y se tomaban medidas de prevención, como el uso de tapabocas para entrar a los lugares, pero jamás se prohibió la circulación de la gente en la calle”, comentó.

   También indicó que en los aeropuertos, no había un control que hiciera cumplir un protocolo de aislamiento a los pasajeros. Los recién llegados entraban en contacto con sus familiares o retomaban empleos sin realizar cuarentena.

   “En el avión tenías que llenar un formulario en el que prácticamente te preguntaban si tenías Covid o habías estado con alguien que tenía Covid, pero viajábamos uno al lado del otro como en una lata de sardinas”, dijo.


Clemen, en el medio, junto a amigas.

   “Al principio estaba muy pendiente de todos los casos, pero después me fui ablandando. Ahora no tengo trabajo y eso me desesperó mucho, pero ya no, si no, no puedo vivir”, comentó.

   En México se contabilizaron 30.366 muertes desde que comenzó la pandemia y 152.309 recuperados. Es el cuarto país con mayor número de casos fatales en América Latina, luego de Brasil, Perú y Chile