Mono Villegas, ícono del jazz
Eximio pianista, su particular manera de interpretar el género, identificable en los primeros compases, puede disfrutarse en los casi 20 discos que editó.
Por Carlos Carrizo / Especial para "La Nueva"
Entre la pléyade de pianistas que han enriquecido y dado forma al jazz en nuestro país, el nombre de Enrique “Mono” Villegas ocupa un lugar relevante.
Su inefable personalidad – por momentos verborrágica- no daba lugar a la indiferencia y menos aún su indudable capacidad para interpretar todos los géneros musicales con idoneidad. Llegó a ser solista de la famosa “Raphsody in Blue”, de George Gershwin.
El periodista y arquitecto capitalino Claudio Parisi, de conocida y extensa trayectoria en el género jazzístico, es el autor del libro “Mono, buscando a Enrique Villegas”, donde rescata aspectos esenciales de su vida y derrotero musical, durante los 72 años de su existencia.
Había nacido en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires el 3 de agosto de 1913, y falleció repentinamente de un paro cardíaco el 10 de julio de 1986.
A través del texto de casi 200 páginas – nutrido de valiosas fotografías- se toma conocimiento del período en que Villegas viajó en 1955 a Nueva York, contratado por el sello Columbia para grabar los discos “ “Introducing Villegas” y “Very, very Villegas”, que llegaron a publicarse también en Canadá, Francia y Sudáfrica. Se presentó en diversos locales y en varias ocasiones lo hizo en un programa encabezado por la orquesta Duke Ellington. Retornó a Buenos Aires en 1964 y alternó recitales en teatros, café concert y pubs de la capital, con alguna esporádica gira por otras ciudades del país.
Dos años más tarde comenzó su obra discográfica en el sello Trova, de Alfredo Radoszynski. La última placa se titula “Tributo a Jerome Kern”, de 1977. La base rítmica en casi todos los temas destacaba a Jorge López Ruiz ( en pocas ocasiones reemplazado por Oscar Alem y Alfredo Remus) y Eduardo Casalla, en bateria.
Son realmente interesantes las opiniones vertidas por quienes de una u otra manera, lo conocieron en su vida diaria: Carlos Inzillo, Horacio Borraro, Amilcar Abalos, César Salgán, Carlos Franzetti, Ricardo Lew, Sergio Pujol, Ara Tokatlian, Manuel Fraga, Jorge Navarro, Fernando Gelbard, Juan Carlos Cirigliano, Adrián Iaies, Lito Vitale, Nano Herrera y Julio Frade, entre tantos músicos, aficionados y periodistas.
Entre las anécdotas más pintorescas se cita el recibir en su departamento a los más destacados pianistas argentinos, por caso Horacio Salgán, Dante Amicarelli, Adolfo Abalos y Ariel Ramírez. La presencia se debía a que poseía dos excelentes pianos de cola Steinway que prácticamente ocupaban el reducido living, previo depósito de un óbolo en la alcancía ubicada de exprofeso a la entrada.
El estilo de Enrique Villegas estaba emparentado con el de Thelonius Monk, sobre una base rítmica monolítica, que no daba lugar a los solos que ya eran característicos en otros tríos de jazz. Por esa razón algunos opinan que no poseía swing, si se entiende por ese término el acentuar con mayor o menor énfasis el fraseo melódico en el tiempo marcado.
Quien esto escribe tuvo la ocasión de conocerlo cuando actuó en el Teatro Municipal, en la década del 80, contratado por la Asociación Cultural Bahía Blanca, por sugerencia de Alberto Obiol, integrante de la destacada entidad. Al compartir una cena en el restaurante La Vieja Esquina, sito en Moreno y Guemes, Villegas degustó llamativamente un bife de chorizo con papas fritas. Y comentó su predilección por los pianistas Oscar Peterson y Bill Evans, así como por Astor Piazzolla, “cuya música es difícil de interpretar bien”, sentenció.
Su particular manera de interpretar jazz, identificable en los primeros compases, puede disfrutarse en la casi veintena de discos editados y en las grabaciones inéditas recopiladas en cuatro discos compactos lanzados después de su muerte por el sello Melopea, de Litto Nebbia.
En uno de ellos, registrado en los estudios de Radio Municipal entre 1962 y 1965, se escucha la voz del Mono Villegas con risueñas opiniones. En una de ellas señala que debería reemplazarse la frase del Himno Nacional “al gran pueblo argentino, salud”, por “al gran pueblo argentino, pianos”.