Chana Selvarolo, ciudadana ilustre: una vida destinada a las infancias
El HCD reconoció a Ana María Borel de Selvarolo, de 81 años, por su valiosa actividad docente, cualidades personales, valores y compromiso con la comunidad.
Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad de La Plata. Docente en nivel superior. Redactora de La Nueva desde 2010. En LU2 Radio Bahía Blanca tiene la columna "Buenas buenas" y se desempeña como redactora creativa. Es especialista en cubrir historias humanas de superación. Además, es profesora de yoga.
A los 81 años, Chana, Ana María Borel de Selvarolo, aún visita el jardín Colorín Colorado que ella misma fundó en 1977 (en Saavedra 250) para supervisar todo lo que allí sucede y disfrutar de una de las actividades que más ama: estar cerca de los niños y niñas y brindarles los valores que se necesitan para una vida de bien en sociedad.
Está en todos los detalles, no se le escapa ninguno. Las maestras que pasan por delante de su escritorio, de paso hacia la sala, le tiran besos que ella devuelve en el aire con amor y elegancia. Es una mujer con personalidad. Cuando da la mano, la estrecha fuerte.
Por su labor docente, valores personales y morales y por la tarea realizada en pos de la educación en todos estos años, fue recientemente distinguida por el HCD como Ciudadana Ilustre por iniciativa de los ediles Gonzalo Vélez, Andrea Pace, Carlos González Antunes.
-¿Esperaba este reconocimiento, Chana? ¿Cómo lo tomó?
-No, nunca lo hubiera esperado. Me daba un poco de vergüenza recibirlo, pero me fueron diciendo tantas cosas tan hermosas que lo acepté. Mi papá siempre me decía que hay que darle valor a lo que no se pueda comprar. Yo no hubiera podido comprar esto. No hubiera podido comprar un “por favor, para tal fecha me hacen un reconocimiento”. No hay palabras ni moneda que lo pague.
-¿Visita seguido al jardín? ¿Cuál es hoy su rol?
-Si vengo seguido. ¿Mi rol? Soy como un dron. Aunque a veces no me cuenten las cosas que no son lindas igual me entero de todo. Estar en el jardín es una delicia, estar rodeada de esta sangre tan joven.
-¿Cuál es la clave para sostener con éxito el Colorín Colorado tantos años y ahora también la Escuela Del Libertador?
-La clave es el trabajo en equipo que no es lo mismo que un grupo. En un equipo cada una da lo mejor de sí y el trato es personalizado. Cuando una maestra presenta un proyecto todas la apoyan y aportan lo mejor. Siempre se mantuvo ese espíritu. ¡Tienen mucha creatividad!
Casi a fines de los 70, Chana, junto a su marido el arquitecto Vicente Selvarolo, decidieron comprar la casona en la que aún funciona el jardín luego de suspender un viaje a Japón. El dinero destinado al viaje tuvo como fin este proyecto que era su más preciado sueño.
Invirtieron todo lo que tenían. Como no les había quedado nada para pagar publicidad promocionaron el espacio como Jardín de Verano para distintas edades, a partir de los 8 años y cada miembro de la familia asumió un rol. Su mamá colaboró como profesora de música, su marido enseñó filatelia y su papá, pesca. Y tuvieron una pileta.
Detrás de la adquisición de esta propiedad que tantas infancias cobijó (y sigue cobijando) también hay una anécdota familiar que Chana no dudó en compartir.
-Mi marido quería tener por lo menos seis hijos y llevábamos tres, dos mujeres y un varón. Yo le dije: "Si abrimos un jardín encargamos el cuarto".
Y así llegó Julieta (48) quien es Licenciada en Administración de Empresas y administra la institución. Antes tuvo a Luciana (52) quien es maestra y actual directora del jardín, a Josefina (53) y al único varón, Vicente (51), quien es arquitecto.
-Con mi marido formamos un hogar maravilloso y me apoyó muchísimo y mis hijos son excelentes. Yo siempre digo que los hijos tienen que superar a los padres. Y a mí me han superado.
Sus padres fueron una gran influencia para ella en la adquisición de los valores que transmite a los niños y niñas que transitaron y transitan por ambas instituciones.
-Tuve la suerte de nacer en un hogar muy solidario. Cuando me recibí de maestra mi papá me dijo: ahora sos tu empresaria. Llegues adonde llegues tratá de hacer lo que sabés lo mejor que puedas.
Chana se mudó a Buenos Aires a los 8 años y regresó más tarde ya casada con Vicente Selvarolo, muy amigo de su prima, a quien conoció en Monte Hermoso, donde ella iba de vacaciones todos los años.
-Estuvimos de novios 9 años, 10 meses y 21 días.
Chana cursó unas materias de la carrera Ciencias de la Educación en la Capital Federal, pero decidió abandonar porque su mamá le dijo que si se casaba tenía que seguir al marido. No obstante, con el tiempo además de ser esposa y madre se transformó en una emprendedora destacada.
El mayor desafío del jardín en estos años fue atravesar la pandemia. La comunidad pagó todos los aranceles a pesar de que no había clases presenciales.
-Hice una beca solidaria para algunos papás que no podían pagar. Algunos vendieron mermeladas y dulce de leche para pagar la cuota. Fue admirable. Teníamos que pagar 42 sueldos y así lo hicimos. Las maestras hicieron una labor extraordinaria y trabajaron con mucha creatividad.
La matrícula del jardín asciende hoy a 360 niños y niñas.
Chana eligió desempeñarse en Educación por el ejemplo que le dio una tía, Gumersinda Caunedo de Porchetto.
Fue una docente extraordinaria que llegó a directora y la nombraron inspectora. Era un ser correcto y era muy creativa.
-¿Cuál es la enseñanza más importante para las infancias hoy?
-Hay que enseñar los valores. Cada niño que viene tiene que tener una raíz fuerte, su familia, sus padres, sus abuelos, sus tíos y un tronco sólido, que es la parte educativa que ayuda para que sea un árbol frondoso. Eso es lo que pasa acá. Los papás se preocupan por la educación de estos chicos hermosos.
Con el afán de continuar con la formación de los niños y niñas en la segunda infancia abrió la escuela primaria.
-Fue emocionante el reencuentro con los papás que habían transitado por el jardín de infantes. Al ver eso sentí “misión cumplida”. Fue mi mayor satisfacción.
-¿Cómo se define como persona?
-Lo principal es que siempre digo la verdad, le guste o no le guste a la gente.
Luego de toda una vida dedicada a las infancias Chana disfruta de sus logros, de su familia y de varios grupos de amistades. Cada lunes se reúne con amigas a practicar Mindfulness, taller con el que está muy entusiasmada.
En los fundamentos del proyecto que la declaró Ciudadana Ilustre se destacó que “no sólo familiares y amigos, sino también toda la comunidad educativa de “Colorín Colorado” a lo largo de los años y las familias de alumnos que pasaron por él, reconocen el rol fundamental de Chana como “el alma mater” destacando su profesionalismo y, sobre todo, su amor y calidez”.
Un ejemplo de superación personal y de que los sueños, a menudo, con esfuerzo y dedicación se pueden concretar no solo para la propia satisfacción sino como un modo de construcción de la ciudadanía y contribución a la comunidad.